13/10/15

Todos estamos deseando conectar y buscar soluciones colectivas

REPAIR CAFE: No tires... arregla y reúsa

Emilie llega con su tostadora averiada. Anna, con su lámpara de suelo que no se enciende. Luke, con su MacBook que no es capaz de arrancar. Sam, con su móvil que no funciona. Tony, con su impresora HP Deskjet que se ha quedado atascada.

"La cultura de usar y tirar es un exceso que ni nosotros ni el planeta nos podemos permitir"

Y así se van acumulando los trastos sobre las mesas, ante los ojos inquietos de Ugo Vallauri y Janet Gunter, los creadores del Restart Project, asistidos espontáneamente por un nutrido equipo de voluntarios entre los que abundan los 'manitas'. Con un poco de suerte, el 80% de lo que allí llega volverá a funcionar. Y la gente se quedará tan agradecida que seguramente volverá, con un nuevo cacharro bajo el brazo o con una caja de herramientas para echar un cable.

Siguiendo los pasos del Repair Cafe de Amsterdam o del Fixers Collective de Brooklyn, el Restart Project es algo así como un taller comunitario e itinerante que recorre los barrios de Londres con un mensaje esperanzador y hasta cierto punto poético: "Repair, don't despair" ("Repara y no desesperes").

Surgido al oreo del grupo de Transición de Belsize Park y de la comunidad de 'geeks' ICT4D, el proyecto aspira a salir al encuentro de una necesidad creciente en tiempos de crisis y cubrir de paso el hueco de las añoradas tiendas de reparaciones, con un 'twist' tecnológico y comunitario.

"La cultura de usar y tirar es un exceso que ni nosotros ni el planeta nos podemos permitir", sostiene Ugo Vallauri, que estudió Comunicaciones en Italia y empezó a darle vueltas a la idea tras un proyecto de cooperación en África. "Fui allí a divulgar las posibilidades de los teléfonos móviles y descubrí de pronto cómo se puede prolongar la vida de un simple cable".


Janet Gunter, activista y organizadora comunitaria, involucrada en el cambio social con Global Voices, estaba deseando por su parte pasar a la acción con algo concreto y en su propio entorno:

"Las redes sociales tienen que dar un paso adelante y ponerse manos a la obra. Y eso es lo que estamos haciendo aquí: reparando y dando soluciones a la gente, y creando comunidad a nuestro paso. Hay una magia para resolver los problemas en grupo que sin duda no la hay cuando uno trabaja en solitario".

"Hay una posibilidad inexplorada de crear empleo, tanto para gente mayor que tiene los conocimientos y las habilidades, como para la gente joven e inexperta que aprende sobre la marcha y se siente útil"

La reciente fiebre de los 'reparadores' viene de Amsterdam, donde surgió hace unos años el Repair Cafe, creado por la periodista Martine Postma después de ser madre: "De pronto sentí el deseo de hacer algo, ya no me bastaba con escribir... En los debates sobre la sostenibilidad hablamos al fin y al cabo de ideales, cuando lo que necesitamos es hacer algo con nuestras manos, si es posible juntos y ahora mismo".

El Repair Cafe ha conseguido una subvención de casi medio millón de euros del Gobierno holandés y cuenta ya con un plantilla semiprofesional. En toda Holanda hay ya 30 cafés de reparadores, donde la camaradería se funde con la tecnología. La última incorporación es el autobús itinerante que va recorriendo los barrios a la busca de cachivaches que no funcionan.

En Silicon Valley, entre tanto, la cultura de los 'reparadores' y del 'hazlo tú mismo' se dan la mano todos los años en la feria de los Makers. La idea se ha propagado por otros puntos de la geografía norteamericana, de Nueva York a Detroit, pasando por Austin. Las guías 'online' de Ifixit se han convertido en un apoyo impagable para los aprendices. En Brooklyn, entre tanto, el Fixers Collective ha logrado dar un toque 'cool' a la idea de reparar.

El acicate de la crisis

En Londres existe también el primer Repair Cafe, en el Goodlife Centre de Brixton, por donde pasaron recientemente los voluntarios del Restart Project en uno de los encuentros más multitudinarios. "Decididamente hay algo adictivo en todo esto", reconoce Janet Gunter. "Y hay también una posibilidad inexplorada de crear empleo, tanto para gente mayor que tiene los conocimientos y las habilidades, como para la gente joven e inexperta que aprende sobre la marcha y se siente útil".

"Yo mismo sabía algo de ordenadores y móviles, pero es en realidad ahora cuando estoy aprendiendo", reconoce Ugo Vallauri, mientras trabaja simultáneamente con dos portátiles, uno con la pantalla dañada y el otro con el teclado incompleto. "La cantidad de información 'online' para reparar cualquier cosa es inmensa. Aunque no hay nada como ponerte manos a la obra y dejarte aconsejar por uno y otro".

Janet y Ugo andan ahora buscando apoyo público a la financiación de su proyecto, que funciona de momento gracias al impulso y al tiempo de los reparadores voluntarios (servicio gratis por una tarea impagable). La idea es seguir con los talleres itinerantes, crear cafés en los barrios o incluso 'mercadillos de reparadores', anexos a los mercados de granjeros que proliferan por la geografía londinense.

"La crisis está sirviendo como acicate", reconoce Hugo. "Hemos pasado de ser una masa de invidualistas a descubrir el poder de las redes. La gente no sólo busca prolongar la vida de sus aparatos para ahorrarse unas libras o unos euros. Todos estamos deseando conectar y buscar soluciones colectivas".

"En el fondo, creo que hay también algo de rebelión contra el hiperconsumismo que te obliga a cambiar cada dos años de coche, de ordenador o de teléfono móvil", concluye el cofundador del Restart Project. "Creo sinceramente que estamos en un nuevo comienzo y que estamos descubriendo el auténtico valor de las cosas. Antes de tirar nada conviene preguntarse: ¿lo puedo reparar?".




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