9/3/15

Somos nosotros, los ciudadanos organizados de forma cooperativa, los que controlamos nuestra energía

SIGUE LA ESTAFA ELÉCTRICA

Las empresas eléctricas tienen perfectamente asumido que el futuro será 100% renovable y conocen las grandes posibilidades de negocio que se presentan con el desarrollo del coche eléctrico pero eso no les basta. Lo quieren todo: por un lado, exprimir al máximo las nucleares además de rentabilizar sus descabelladas inversiones en centrales de gas, y por otro, evitar a toda costa que el pequeño consumidor, de donde extraen la mayor parte de los beneficios, pueda escapar de su control.

Por eso, aprovechando el estado de shock ciudadano que desde el inicio de la crisis  ha permitido plantear todo tipo de reformas  impopulares, mantienen un frente lobbista que utiliza como punta de lanza al Ministerio de Industria, con cuatro objetivos simultáneos:

1. Eliminar el hasta ahora pujante sector fotovoltaico de propiedad distribuida
2. Acelerar el desarrollo de infraestructuras para la interconexión europea
3. Prolongar la vida de las nucleares y asegurar el cobro por centrales de gas
4. Asegurar un mercado de pequeños consumidores esclavizado a las eléctricas.

No hay duda de que el futuro será renovable. El problema para las eléctricas es que determinadas tecnologías se adaptan muy bien a la producción para autoconsumo lo que, de extenderse, les privaría de su mejor presa: el pequeño consumidor. Por eso es esencial para ellas mantener tanto como les sea posible el modelo de grandes instalaciones de las que sean gestoras y propietarias para suministrar energía a escala europea, impidiendo al mismo tiempo que nadie pueda producir su propia energía.

Por diversas circunstancias que no se han dado en el caso de otras renovables, la fotovoltaica en España se ha desarrollado en gran parte en forma de huertos solares cuya característica esencial es que la propiedad está muy distribuida.  La propiedad, y no el coste de las primas, es la razón por la que se ha intentado frenar su crecimiento a toda costa. Por eso se han adoptado una serie de medidas para limitar la producción y empeorar la amortización hasta hacerla imposible. De esta manera se obliga a los pequeños propietarios a vender a un banco malo que tendría por fin volver a concentrar la propiedad en las eléctricas.


El modelo de grandes instalaciones necesita también grandes líneas de alta tensión para transportar la energía de los centros de producción a los de consumo; para suministrar a Europa es preciso  atravesar España, esa es la razón por la que Red Eléctrica está gestionando a toda velocidad las líneas de interconexión con Europa, tanto por el Pirineo Central en la provincia de Huesca, como en el Oriental atravesando tierras catalanas por Gerona. En este último caso la oposición ciudadana ha conseguido que sea soterrada aunque suponga un mayor coste, si bien eso no perjudica los intereses de las eléctricas ya que las líneas las construirá la empresa pública Red Eléctrica. 

La construcción de estas infraestructuras con dinero público no se justifica por necesidades del país (exportador neto de electricidad), tampoco la prisa en un momento de recesión y disminución del consumo. Solo tiene sentido para los planes exportadores de las empresas eléctricas de UNESA, todas ellas en manos de capital extranjero.

Intentan además convencernos de que el consumidor debe pagar en su recibo sus errores de previsión, que les han llevado a construir más centrales de gas de las que eran necesarias. Argumentan que tener exceso de potencia proporciona seguridad de suministro y que eso hay que pagarlo. No importa que el exceso esté muy por encima de lo razonable, eso no impide que el gobierno les dé la razón y paguemos. Pero no solo a las centrales de gas, por si fuera poco pagamos tambien a grandes consumidores de electricidad por un concepto que llaman “interrumpibilidad”. El recibo de la luz lo aguanta todo.

Prolongar la vida de las nucleares sirve únicamente a los intereses de las empresas propietarias ya que cobran a precio de última tecnología lo que producen a coste mínimo. Del problema de los residuos ya se encarga la empresa pública Enresa, en definitiva el contribuyente. Beneficios privados y costes públicos. Es un puro regalo a las eléctricas como lo son los costes de transición a la competencia, el déficit de tarifa o el pago por disponibilidad de las centrales de ciclo combinado.

A la vez que se paga a las eléctricas por conceptos injustificables, la normativa  complica hasta la desesperación los trámites administrativos para producir energía a pequeña escala e impide a los usuarios escapar de la tiranía de las compañías.  Actualmente es fácil y barato producir energía para autoconsumo vertiendo el excedente a la red. Los contadores digitales miden la energía que se produce y la que se demanda para hacer un “balance neto” en la factura. Una solución eficaz que se utiliza en todo el mundo por la sencillez de su aplicación y nulo coste. Sin embargo en España se ha paralizado por un borrador de Real Decreto de Autoconsumo que nunca ha llegado a aprobarse pero con la mera amenaza de aplicar las absurdas medidas que contiene, como el peaje de respaldo (conocido popularmente como impuesto al sol), ha actuado como el Cid Campeador que ganó la batalla aun estando muerto.

Por último, se pueden calificar directamente de insulto a la inteligencia las explicaciones que se dan a los consumidores. Mientras comprobamos estupefactos como la factura -cada vez más incomprensible- crece sin parar, el ministro de industria insiste una y otra vez en la bajada de la luz. El colmo es el anuncio de las nuevas tarifas en las que cobrarán cada hora a un precio distinto. Otro engaño cuya única finalidad es que no nos resistamos a la colocación de los famosos “contadores inteligentes”, que solo son útiles para las grandes eléctricas.

El actual modelo eléctrico no sirve para afrontar los desafíos del futuro inmediato. Si ponemos la racionalidad técnica, económica y social por encima de los beneficios de las multinacionales eléctricas tendremos que construir un nuevo modelo potenciando la autoproducción individual o colectiva y la generación distribuida con renovables. La producción de la propia energía aumenta la autonomía ciudadana y permite disponer de los mínimos imprescindibles cuando la economía familiar es precaria. Para conseguirlo hay que  disponer de una  red pública, no subordinada a intereses opuestos a los de los ciudadanos y el país.

Y mientras creamos un nuevo modelo podemos cambiar nuestro contrato a una cooperativa eléctrica como SOM ENERGÍA, donde tenemos la certeza de que nadie nos va a tomar el pelo porque somos nosotros, los ciudadanos organizados de forma cooperativa, los que controlamos nuestra energía. www.somenergia.coop.

Por Ana Marco de Som Energía Aragón      



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