EL ANTÍDOTO
Es una ilusión creer que el Estado nos cuida. Siendo
comprensible entre las personas que han sido desestabilizadas en sus estilos de
vidas y formas de satisfacer sus necesidades básicas, el hecho sigue siendo coherente: cuando ni el mismo
sujeto sabe cuidar de sí mismo, cuando todas las referencias de solución de sus
problemas básicos han sido descartadas ante un orden jurídico no sólo
cambiante, sino caprichoso y fustigante, el gobierno y sus órdenes, fruto del
derecho positivo, se convierten en el único marco posible o de seguridad.
La gran pregunta es por qué el derecho positivo no nos sirve. Desde que el emperador Constantino celebró el Concilio de Nicea en el año 325 creó, por un lado, los partidos políticos en el senado de Roma y, por otro, gracias a la religión católica, un régimen jurídico en el que se fortaleció la idea del esclavismo, que antes sólo afectaba a los que lo eran, para ampliarse a todos los ciudadanos, sometidos a las normas de los gobernantes.