30/11/21

Reflexión sobre nuestras verdaderas necesidades y la forma de satisfacerlas

HIPERCONSUMO AL BORDE DEL PRECIPICIO

UN BLACK FRIDAY GRIPADO

Los problemas de producción y suministros como síntoma de un camino del que nadie quiere hablar: el del descenso energético.

“Sigamos adelante”, le dice Thelma a Louise al final de la célebre película, sentadas las dos en su coche ante un enorme precipicio. Ven el suicidio como la única salida para no volver a lo de siempre en sus vidas. Es una decisión que toman conscientemente. Pues bien, pareciera que esa es ahora la consigna en esta sociedad de hiperconsumo, pero para una ciudadanía que, al contrario de Thelma y Louise, no es/no quiere ser consciente de lo que hay al final del recorrido. De esto va este artículo en la antesala de la orgía consumista que se inaugura con el próximo Viernes Negro para el Planeta.

¿Es grave, doctor?

Las noticias alarmantes se van amontonando en este otoño lleno de presagios: subidas imparables de todas las energías, desabastecimiento de sectores industriales y países enteros, llamadas a acumular víveres por países como  China y Austria. Son todas ellas manifestaciones de una inestable recuperación poscovid y seguramente el anuncio de cambios profundos y decisivos en nuestras vidas.

Pocos, muy pocos, se atreven a hablar del enorme elefante que tenemos en la habitación: el descenso energético, que, según los expertos, se está produciendo ya, sin que haya planes conscientes para abordarlo. Como el cáncer, que crece de forma indefinida y acelerada hasta acabar consigo mismo y el ser que habita, el capitalismo “necesita crecer y expandirse siempre hacia nuevas zonas y nuevos productos” solo puede existir creciendo hasta el final. Por eso tiene que continuar la fiesta como sea.

En cualquier caso, “demasiadas cosas que parecían improbables están ocurriendo al mismo tiempo”. La sociedad de hiperconsumo de masas ha tocado fondo. No puede ser de otro modo cuando se basa en el crecimiento sin límite, y mientras que los datos físicos, geológicos y biológicos le impiden seguir por esa vía a causa de la finitud del planeta. Ante la enorme avalancha de alertas, llega ya la hora de la frenada y el retroceso, y para no pocos el hundimiento, el colapso [1].

Empieza de nuevo la fiesta zombi en los salones del Titanic

El monstruo Amazon y las grandes corporaciones del consumo ya están en el tema con su publicidad. En muy pocos años han conseguido universalizar el malhadado “Black Friday”  estadounidense, y que sea el inicio de este circo demencial del hiperconsumo compulsivo. Es más: con el argumento de los problemas de desabastecimiento comentados anteriormente, se han inventado un “Black Friday anticipado” en las dos semanas centrales de noviembre. Ciertamente impresiona la capacidad del capitalismo para sacar negocio y rentabilidad al riesgo de colapso.

Sin embargo, salvo con mercancías y servicios puntuales, una oportunidad más para incrementar precios y beneficios,  no supondrán seguramente el fin de la fiesta por ahora, pero sí que nos anticipan un futuro cada vez más próximo marcado por el descenso energético de los combustibles fósiles y de materiales estratégicos imprescindibles en un contexto ya imparable de caos climático. Todas las fiestas se terminan, y este modo de vida imperial que llevamos celebrando una pequeña parte de la humanidad desde hace 200 años lo hará más pronto que tarde en un planeta finito y acosado en todos sus límites.

Mucho frío fuera, como para salir de la fiesta

En palabras de Branko Milanović “el capitalismo no existe fuera de nosotros. Esta mercantilización extraordinaria de casi todas las actividades, incluidas las que solían ser privadas, fue posible a causa de nuestra internalización de un sistema de valores que sitúa en la cima la obtención de dinero. Si este no fuera el caso, no habríamos convertido en mercancía prácticamente todo lo que puede ser mercantilizado”.

Esta internalización del sistema mercantil de valores es el mayor problema para salir de la fiesta, es la complicidad de drogadictos que han conseguido imponernos a través de los medios y el combustible que los alimenta, la publicidad. El sistema publicitario ha conseguido ocupar el lugar abandonado por los padres y no cubierto por la escuela, formateando con enorme eficacia nuestras mentes, colonizando nuestro imaginario y desviando nuestras necesidades. Recluidos en una jaula dorada llena de ruido y distracciones, no es nada fácil salir de ella.

Por eso no está solo Serge Latouche, uno de los referentes mayores del decrecimiento, cuando escribe: “Dado que el progreso, el crecimiento y el consumo ya no son una elección consciente, sino una droga a la que estamos todos acostumbrados, y a la que es imposible renunciar voluntariamente, solo una catástrofe <práctica> y el fracaso histórico de la civilización fundada sobre ellos puede ayudarnos a abrir los ojos de los adeptos fascinados” [2].

En cualquier caso, y con los datos en la mano, si no vamos a un colapso repentino, sino gradual, como sostiene la mayoría de los analistas, lo que sí o sí nos espera muy pronto es el decrecimiento. Pero no es lo mismo un decrecimiento ordenado, controlado y dirigido socialmente, que una depresión caótica. Como dice Fernando Valladares, “una recesión sobreviene, un decrecimiento se programa. Por tanto, una recesión siempre tendrá más y peores efectos colaterales que un decrecimiento planeado”.

Posiblemente el problema que nos afecta a todos, incluidos los partidos progresistas, es que  ”lo ecológicamente necesario es hoy cultural y políticamente imposible”. Hace mucho frío fuera del salón del baile.

No hay cambios estructurales sin cambios individuales

Mientras tanto, podemos y debemos seguir haciendo pequeñas cosas con nuestras prácticas de consumo. ¿Para qué?, para demostrar que se puede salir de la fiesta, que hay vida más allá. Como bien nos hace ver Luis González Reyes, si es muy cierto que no se puede realizar ningún avance de fondo y realmente relevante sin cambios estructurales, el cambio de los hábitos individuales es fundamental porque no hay cambios estructurales sin cambios personales, porque nos sirve de gimnasia ciudadana para empoderarnos frente a la drogadicción consumista, y porque comunicamos más con los actos que con los discursos.

Como dice Jorge Riechmann en su último poemario, “Darnos la mano en la oscuridad, no derrota al monstruo, pero nos salva del miedo” [3].

Propuestas desde el área de Consumo de Ecologistas en Acción para el Día Sin Compras

Como sabemos, el Viernes Negro (Black Friday) es de una de las jornadas más consumistas en Estados Unidos y coincide con el día posterior al Día de Acción de Gracias, fecha en la que se lanzan ofertas para incentivar las compras y disparar la campaña navideña. En España esta fiesta consumista ha entrado con fuerza en los últimos años de la mano de las grandes cadenas comerciales.

Coincidiendo con el Black Friday (este año, el 26 de noviembre), desde hace veintinueve años se celebra a nivel internacional el Día sin Compras. Un año más, Ecologistas en Acción participa en esta jornada de huelga simbólica de consumidores que cuestiona el actual modelo de producción y consumo que mercantiliza todas las esferas de nuestra vida.

Ecologistas en Acción trata de que el Día sin Compras sirva como toma de conciencia sobre la necesidad de dar un giro radical a un sistema que debe crecer continuamente para generar riqueza, que se manifiesta en un modelo de consumo compulsivo, y que ignora los límites físicos del planeta. De acuerdo a ello, se propone una reflexión sobre nuestras verdaderas necesidades y la forma de satisfacerlas, poniendo en valor aquellas formas de consumo que contribuyan a hacerlo de una forma más justa y sostenible.

De acuerdo a ello, desde el área de Consumo de Ecologistas en Acción, se propone lo siguiente

  1. Combate la compra compulsiva, nos enfrentamos a una grave situación en la que la única opción es reducir nuestros niveles de consumo, buscando satisfacer nuestras verdaderas necesidades materiales, e ignorando y combatiendo los estímulos al consumo que recibimos continuamente. De esta manera, además, podemos contribuir a satisfacer otras necesidades no materiales, dedicando parte de ese tiempo que nos ocupa el consumo a estar con nuestros seres queridos, a estar con amigos que hace tiempo que no veíamos
  2. Cubre tus necesidades básicas sin comprar, es la solución más sostenible: repara, intercambia, comparte, crea… Existen diversas alternativas colectivas como talleres de reparación, tiendas gratis, mercadillos o cooperativas de trueque, pero también hay otras formas de actuar a menor escala, puedes intercambiar la ropa de la que te has cansado con una amigo, los juguetes con los que no juega el niño con uno de sus amigos…
  3. Si necesitas comprar un producto, apoya la producción local y al pequeño comercio y de proximidad. De esta manera se reduce el impacto producido por el transporte de larga distancia, pero también se apoya a pequeños productores y comerciantes, contribuyendo a un mejor reparto de la riqueza.
  4. Aplica criterios de compra sostenible y justa. Los productos ecológicos tienen menor impacto ambiental y los de comercio justo mejor repercusión social, aunque para que éstos no se vean minorados, es importante recurrir a canales de distribución cortos y justos, como grupos de consumo, tiendas de comercio justo, mercadillos de productores, supermercados cooperativos… También puedes participar en los mercados sociales existentes en distintos territorios, que forman red de producción, distribución y consumo que funciona con criterios éticos, democráticos, ecológicos y solidarios.

Ángel Encinas Carazo - Coordinador del área de Consumo de Ecologistas en Acción

[1] Puedes consultar en Internet y RRSS el posicionamiento de autores de la importancia de Antonio TurielPedro PrietoAntonio AretxabalaFerrán Puig VilarLuis González ReyesJuan BorderaCarlos TaiboAdrián AlmazánCarlos de CastroJorge RiechmannManuel Casal Lodeiro y revistas como “Viento Sur” y  “15-15-15”, más un largo etc que se pueden encontrar en esta bibliografía del colapso de J. Riechmann (2019, sin actualizar).

[2] Serge Latouche (2012). Salir de la sociedad de consumo. Ed. Octaedro, pg.122

[3] Jorge Riechmann (2021). “Z”. Huerga y Fierro Editores. pg.103

VISTO EN: https://www.elsaltodiario.com/consumo-que-suma/hiperconsumo-al-borde-del-precipicio-(1)-un-black-friday-gripado

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