LA RENTA BÁSICA UNIVERSAL: Como derecho fundamental
Mi propuesta, es
la de argumentar que es posible hoy día reconocer el derecho a una Renta Básica
Universal como derecho fundamental, y que con esta medida cambiaría todo el
engranaje social de manera que satisfaría tanto a las razonables
reivindicaciones de dignidad para los ciudadanos, así como las peticiones de
liberales y conservadores de una más libre economía.
- La Renta Básica Universal (RBU)
es el Derecho Individual, no colectivo, a percibir una renta, no como un
subsidio que esté sujeto a los avatares políticos ni de ninguna otra índole.
Una renta instituida como Derecho Fundamental de cada ciudadano.
– Dicha renta podría estipularse en 400 euros. Dado que hoy día
se están dando rentas similares, aunque por otros motivos.
– ¿Por qué? Porque una de las utopías más improbables de la
sociedad actual es la del horizonte de pleno empleo.
– Si bien la situación resulta desigual entre países, la
tendencia progresivamente va a peor en cada uno de ellos por la incapacidad del
sistema de asimilar un montante de desempleados cada vez mayor. Lo cierto es
que, las distintas sociedades que conforman el marco internacional tienen más
dificultades para integrar dicho montante de personas en el mundo laboral con
ciertas condiciones de decencia y dignidad. Eso que llaman el ‘paro
estructural’ se va haciendo paulatinamente más grande.
– Los nuevo nichos de mercado son cada vez más especializados y
la tecnología tan avanzada que aun dando servicios a toda la sociedad o la
comunidad no da empleo más que a unos cuantos.
– Los jóvenes encuentran empleo más tardíamente, tanto que como
tengan la mala suerte que no les dure, el mercado los puede llegar a considerar
ya ‘viejos’ para el mundo laboral aunque acaben de empezar. Es decir, el
mercado ahora puede estar estableciendo una edad útil entre los 30 a 45 años, y
tal vez, a un segmento más de adolescentes que les salen más baratos.
– La dependencia de la caridad de los Gobiernos a través de
subsidios que privilegian a trabajadores y a organizaciones se torna más
evidente. Y digo privilegian, porque los Gobiernos los dan con unas condiciones
solamente estipuladas por ellos.
– Pero la enorme carga que supone el desempleo viene a recaer
directamente con todo su peso sobre el ámbito familiar, dejando si cabe más
mermadas las remuneraciones de los aún empleados, debido a la necesidad de
distribuirlo entre los familiares desempleados.
– La situación impele a los Gobiernos a gastar inmensas sumas de
dinero para subsidiar a trabajadores y empresas con el fin de paliar el enorme
impacto social de la precariedad económica.
– Los Gobiernos utilizan tradicionalmente este fin del horizonte
de pleno empleo como herramienta de control político-social, por un lado
subsidiando a trabajadores en función de unos criterios espurios, p.ej., para
parados de más de un año de antigüedad en desempleo, como si los que lleven
seis meses no tuviesen la misma necesidad … y también subsidiando empresas,
controlando así la dirección de su producción y manteniéndolas ficticiamente a
flote.
– Las consecuencias de establecer el derecho a la RBU resolvería
muchas de las paradojas de la sociedad de hoy. La tan sonada sociedad del
bienestar se viene abajo cuando muchas, demasiadas personas, se ven abocadas a
vivir de la caridad del Estado o de las organizaciones sociales al efecto. Con
tantas subvenciones y dádivas, en lugar de un estado de bienestar esto parece
un estado de caridad.
– Las posibles objeciones que desde la esfera
liberal-conservadora suele ponerse al establecimiento de la RBU son básicamente
dos: La primera suele estipular que los incentivos de un dinero ya retribuido
impediría la búsqueda de trabajo. Ante esto cabría contestar, ¿qué diferencia
hay entre aquellos que supuestamente no quieren trabajar y aquellos que aun
queriendo el sistema se lo impide? Que existan parásitos eso es inevitable en
todos los sistemas, de hecho este sistema los genera, pero de todas formas,
¿qué razón moral es esa para hundir en la desesperación a todos los demás?
– La siguiente objeción es la imposibilidad de pagar la RBU; sin
embargo, este argumento no tiene en cuenta que, como decía más arriba, ya se
está haciendo. Los trabajadores ya cobran subsidios directos y otros indirectos
por tener cargas familiares, las empresas también reciben ayudas directas a la
contratación, o financiadas de forma indirecta, aparte de las regulaciones que
por sectores buscan el mismo fin de conservación de los empleos. Por otro lado,
los tipos de contratos, como los de formación e indefinidos están
subvencionados, y otros planes, como el bono jóven, permiten abaratar la
contratación.
– Sumamos a ello, los famosos planes E, con distintos nombres
según épocas políticas, se llaman ahora planes de empleo joven para menores de
30 años y otros planes para mayores de 30 años, todos ellos llevados a cabo con
el dinero público para el empleo.
– Si además, añadimos el mantenimiento de todas las estructuras
administrativas que conllevan Ministerios, Consejerías, Direcciones, Agencias,
Plataformas, Comisiones, etc., repetido tanto en el gobierno central como en
todas las Comunidades Autónomas. Y todo ello con el mismo fin de un horizonte
de empleo, las cantidades son hipermillonarias, que si desaparecieran, su
ahorro francamente harían posible la Renta Básica Universal. A este ahorro le
podemos añadir que las pensiones sólo se pagarían por el montante que supere a
dicha Renta.
– Una consecuencia directa sería que el mercado empresarial, por
fin, podría funcionar libremente, sin los condicionantes socio-políticos que
presionan para que el empleo sea de una manera u otra. Las empresas podrían
dedicarse más a buscar su rendimiento y productividad con unas posibilidades de
éxito y de creación de riqueza mucho mayores.
– Los trabajadores no tendrían por qué aceptar trabajos abusivos
ante el miedo al ostracismo social y la penuria económica. Las remuneraciones
subirían porque la masa de desocupados ya no estarían necesitados y si quieren
que alguien trabaje deberán ofrecer el incentivo salarial suficiente.
– Las empresas podrían ofrecer libremente trabajos parciales,
que a muchos trabajadores interesarían para cumplimentar su Renta.
– El tiempo libre y la independencia económica de los individuos
respecto a las instituciones oficiales cargarán las posibilidades de formación
y creatividad de la gente dando lugar a nuevos mercados más adaptados a las
necesidades de los propios ciudadanos.
No quiero dar esta propuesta por terminada, y tampoco pretendo
que sea la única, sé que habrá muchas objeciones, sin embargo, basta pensar en
los cambios que supondría en el entretejido del sistema para considerarla una
propuesta verdaderamente revolucionaria. Tan revolucionaria que yo mismo la he
criticado en otras ocasiones en las redes sociales, pero si nos quitamos un poco
los prejuicios creados por los pensamientos estandarizados y sopesando las
posibilidades, hoy por hoy la considero una idea muy notable.
por Pedro
Donaire
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