19/1/15

Es posible hoy día reconocer el derecho a una Renta Básica Universal como derecho fundamental

LA RENTA  BÁSICA UNIVERSAL: Como derecho fundamental

Mi propuesta, es la de argumentar que es posible hoy día reconocer el derecho a una Renta Básica Universal como derecho fundamental, y que con esta medida cambiaría todo el engranaje social de manera que satisfaría tanto a las razonables reivindicaciones de dignidad para los ciudadanos, así como las peticiones de liberales y conservadores de una más libre economía.
- La Renta Básica Universal (RBU) es el Derecho Individual, no colectivo, a percibir una renta, no como un subsidio que esté sujeto a los avatares políticos ni de ninguna otra índole. Una renta instituida como Derecho Fundamental de cada ciudadano.
– Dicha renta podría estipularse en 400 euros. Dado que hoy día se están dando rentas similares, aunque por otros motivos.
– ¿Por qué? Porque una de las utopías más improbables de la sociedad actual es la del horizonte de pleno empleo.
– Si bien la situación resulta desigual entre países, la tendencia progresivamente va a peor en cada uno de ellos por la incapacidad del sistema de asimilar un montante de desempleados cada vez mayor. Lo cierto es que, las distintas sociedades que conforman el marco internacional tienen más dificultades para integrar dicho montante de personas en el mundo laboral con ciertas condiciones de decencia y dignidad. Eso que llaman el ‘paro estructural’ se va haciendo paulatinamente más grande.

– Los nuevo nichos de mercado son cada vez más especializados y la tecnología tan avanzada que aun dando servicios a toda la sociedad o la comunidad no da empleo más que a unos cuantos.
– Los jóvenes encuentran empleo más tardíamente, tanto que como tengan la mala suerte que no les dure, el mercado los puede llegar a considerar ya ‘viejos’ para el mundo laboral aunque acaben de empezar. Es decir, el mercado ahora puede estar estableciendo una edad útil entre los 30 a 45 años, y tal vez, a un segmento más de adolescentes que les salen más baratos.
– La dependencia de la caridad de los Gobiernos a través de subsidios que privilegian a trabajadores y a organizaciones se torna más evidente. Y digo privilegian, porque los Gobiernos los dan con unas condiciones solamente estipuladas por ellos.
– Pero la enorme carga que supone el desempleo viene a recaer directamente con todo su peso sobre el ámbito familiar, dejando si cabe más mermadas las remuneraciones de los aún empleados, debido a la necesidad de distribuirlo entre los familiares desempleados.
– La situación impele a los Gobiernos a gastar inmensas sumas de dinero para subsidiar a trabajadores y empresas con el fin de paliar el enorme impacto social de la precariedad económica.
– Los Gobiernos utilizan tradicionalmente este fin del horizonte de pleno empleo como herramienta de control político-social, por un lado subsidiando a trabajadores en función de unos criterios espurios, p.ej., para parados de más de un año de antigüedad en desempleo, como si los que lleven seis meses no tuviesen la misma necesidad … y también subsidiando empresas, controlando así la dirección de su producción y manteniéndolas ficticiamente a flote.
– Las consecuencias de establecer el derecho a la RBU resolvería muchas de las paradojas de la sociedad de hoy. La tan sonada sociedad del bienestar se viene abajo cuando muchas, demasiadas personas, se ven abocadas a vivir de la caridad del Estado o de las organizaciones sociales al efecto. Con tantas subvenciones y dádivas, en lugar de un estado de bienestar esto parece un estado de caridad.
– Las posibles objeciones que desde la esfera liberal-conservadora suele ponerse al establecimiento de la RBU son básicamente dos: La primera suele estipular que los incentivos de un dinero ya retribuido impediría la búsqueda de trabajo. Ante esto cabría contestar, ¿qué diferencia hay entre aquellos que supuestamente no quieren trabajar y aquellos que aun queriendo el sistema se lo impide? Que existan parásitos eso es inevitable en todos los sistemas, de hecho este sistema los genera, pero de todas formas, ¿qué razón moral es esa para hundir en la desesperación a todos los demás?
– La siguiente objeción es la imposibilidad de pagar la RBU; sin embargo, este argumento no tiene en cuenta que, como decía más arriba, ya se está haciendo. Los trabajadores ya cobran subsidios directos y otros indirectos por tener cargas familiares, las empresas también reciben ayudas directas a la contratación, o financiadas de forma indirecta, aparte de las regulaciones que por sectores buscan el mismo fin de conservación de los empleos. Por otro lado, los tipos de contratos, como los de formación e indefinidos están subvencionados, y otros planes, como el bono jóven, permiten abaratar la contratación.
– Sumamos a ello, los famosos planes E, con distintos nombres según épocas políticas, se llaman ahora planes de empleo joven para menores de 30 años y otros planes para mayores de 30 años, todos ellos llevados a cabo con el dinero público para el empleo.
– Si además, añadimos el mantenimiento de todas las estructuras administrativas que conllevan Ministerios, Consejerías, Direcciones, Agencias, Plataformas, Comisiones, etc., repetido tanto en el gobierno central como en todas las Comunidades Autónomas. Y todo ello con el mismo fin de un horizonte de empleo, las cantidades son hipermillonarias, que si desaparecieran, su ahorro francamente harían posible la Renta Básica Universal. A este ahorro le podemos añadir que las pensiones sólo se pagarían por el montante que supere a dicha Renta.
– Una consecuencia directa sería que el mercado empresarial, por fin, podría funcionar libremente, sin los condicionantes socio-políticos que presionan para que el empleo sea de una manera u otra. Las empresas podrían dedicarse más a buscar su rendimiento y productividad con unas posibilidades de éxito y de creación de riqueza mucho mayores.
– Los trabajadores no tendrían por qué aceptar trabajos abusivos ante el miedo al ostracismo social y la penuria económica. Las remuneraciones subirían porque la masa de desocupados ya no estarían necesitados y si quieren que alguien trabaje deberán ofrecer el incentivo salarial suficiente.
– Las empresas podrían ofrecer libremente trabajos parciales, que a muchos trabajadores interesarían para cumplimentar su Renta.
– El tiempo libre y la independencia económica de los individuos respecto a las instituciones oficiales cargarán las posibilidades de formación y creatividad de la gente dando lugar a nuevos mercados más adaptados a las necesidades de los propios ciudadanos.
No quiero dar esta propuesta por terminada, y tampoco pretendo que sea la única, sé que habrá muchas objeciones, sin embargo, basta pensar en los cambios que supondría en el entretejido del sistema para considerarla una propuesta verdaderamente revolucionaria. Tan revolucionaria que yo mismo la he criticado en otras ocasiones en las redes sociales, pero si nos quitamos un poco los prejuicios creados por los pensamientos estandarizados y sopesando las posibilidades, hoy por hoy la considero una idea muy notable.
por Pedro Donaire



No hay comentarios: