18/10/12

Los mismos que nos condujeron a la crisis de las hipotecas subprime, que dio lugar al estallido de la “gran crisis”, son los que ahora especulan con las materias primas alimentarias


LOS JUEGOS DEL HAMBRE

La crisis alimentaria azota el mundo. Se trata de una crisis silenciosa, sin grandes titulares, que no interesa ni al Banco Central Europeo, ni al Fondo Monetario Internacional, ni a la Comisión Europea, pero que afecta a 870 millones de personas, que pasan hambre, según indica el informe ’El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2012’, presentado esta semana por la FAO.

El hambre, creemos, cae muy lejos de nuestros confortables sofás. Poco tiene que ver, pensamos, con la crisis económica que nos afecta. La realidad, pero, es bien distinta. Cada vez son más las personas que pasan hambre en el Norte. Obviamente no se trata de la hambruna que afecta a países de África u otros, pero consiste en la imposibilidad de ingerir las calorías y proteínas mínimas necesarias, y esto tiene consecuencias sobre nuestra salud y nuestras vidas.
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La crisis económica, por otro lado, está íntimamente ligada a la crisis alimentaria. Los mismos que nos condujeron a la crisis de las hipotecas subprime, que dio lugar al estallido de la “gran crisis” allá en septiembre del 2008, son los que ahora especulan con las materias primas alimentarias (arroz, maíz, trigo, soja...), generando un aumento muy importante de sus precios y convirtiéndolos en inaccesibles para amplias capas de la población, especialmente en los países del Sur. Fondos de inversión, compañías de seguros, bancos... compran y venden dichos productos en los mercados de futuros con el único fin de especular con los mismos y hacer negocio. ¿Qué hay más seguro que la comida para invertir, si todos, se supone, tenemos que comer cada día?.

En Alemania, el Deutsche Bank anunciaba ganancias fáciles si se invertía en productos agrícolas en auge. Negocios similares proponía otro de los principales bancos europeos, el BNP Paribas. El Barclays Bank ingresaba, en 2010 y 2011, casi 900 millones de dólares a costa de especular con la comida, según datos del World Development Movement. Y no tenemos porque ir tan lejos. Catalunya Caixa ofrecía a sus clientes jugosos beneficios económicos a costa de invertir en materias primas bajo el eslogan: “depósito 100% natural”. Y el Banco Sabadell contaba con un fondo especulativo que operaba con alimentos.

El hambre, a pesar de lo que nos digan, no tiene tanto que ver con sequías, conflictos bélicos, etc., sino con quienes controlan y dictan las políticas agrícolas y alimentarias y en manos de quienes están los recursos naturales (agua, tierra, semillas...). El monopolio del actual sistema agroalimentario, por parte de un puñado de multinacionales, con el apoyo de gobiernos e instituciones internacionales, impone un modelo de producción, distribución y consumo de alimentos al servicio de los intereses del capital. Se trata de un sistema que genera hambre, pérdida de agrodiversidad, empobrecimiento campesino, cambio climático... y donde se antepone el lucro económico de unos pocos a las necesidades alimentarias de una gran mayoría.

’Los juegos del hambre’ era el título de una película de ficción dirigida por Gary Ross, basada en el best-seller de Suzanne Collins, donde unos jóvenes, en representación de sus comunidades, tenían que enfrentarse a vida o muerte para conseguir ganar y obtener, así, el triunfo: comida, bienes y regalos para el resto de su vida. A veces la realidad no dista tanto de la ficción. Hoy algunos “juegan” con el hambre para ganar dinero.
Esther Vivas | 18-10-2012

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