LOS JUEGOS DEL HAMBRE
La crisis alimentaria azota el mundo. Se
trata de una crisis silenciosa, sin grandes titulares, que no interesa ni al
Banco Central Europeo, ni al Fondo Monetario Internacional, ni a la Comisión
Europea, pero que afecta a 870 millones de personas, que pasan hambre, según
indica el informe ’El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2012’,
presentado esta semana por la FAO.
El hambre, creemos, cae muy lejos de nuestros
confortables sofás. Poco tiene que ver, pensamos, con la crisis económica que
nos afecta. La realidad, pero, es bien distinta. Cada vez son más las personas
que pasan hambre en el Norte. Obviamente no se trata de la hambruna que afecta
a países de África u otros, pero consiste en la imposibilidad de ingerir las
calorías y proteínas mínimas necesarias, y esto tiene consecuencias sobre
nuestra salud y nuestras vidas.
(.../...)
La crisis económica, por otro lado, está
íntimamente ligada a la crisis alimentaria. Los mismos que nos condujeron a la crisis de las hipotecas subprime, que dio lugar al estallido de
la “gran crisis” allá en septiembre del 2008, son los que ahora especulan con
las materias primas alimentarias
(arroz, maíz, trigo, soja...), generando un aumento muy importante de sus
precios y convirtiéndolos en inaccesibles para amplias capas de la población,
especialmente en los países del Sur. Fondos de inversión, compañías de seguros,
bancos... compran y venden dichos productos en los mercados de futuros con el
único fin de especular con los mismos y hacer negocio. ¿Qué hay más seguro que
la comida para invertir, si todos, se supone, tenemos que comer cada día?.
En Alemania, el Deutsche Bank anunciaba
ganancias fáciles si se invertía en productos agrícolas en auge. Negocios
similares proponía otro de los principales bancos europeos, el BNP Paribas. El
Barclays Bank ingresaba, en 2010 y 2011, casi 900 millones de dólares a costa
de especular con la comida, según datos del World Development Movement. Y no
tenemos porque ir tan lejos. Catalunya Caixa ofrecía a sus clientes jugosos
beneficios económicos a costa de invertir en materias primas bajo el eslogan:
“depósito 100% natural”. Y el Banco Sabadell contaba con un fondo especulativo
que operaba con alimentos.
El
hambre, a pesar de lo que
nos digan, no tiene tanto que ver con
sequías, conflictos bélicos, etc., sino con quienes controlan y dictan las
políticas agrícolas y alimentarias y en manos de quienes están los recursos
naturales (agua, tierra, semillas...). El monopolio del actual sistema
agroalimentario, por parte de un puñado de multinacionales, con el apoyo de
gobiernos e instituciones internacionales, impone un modelo de producción,
distribución y consumo de alimentos al servicio de los intereses del capital.
Se trata de un sistema que genera hambre, pérdida de agrodiversidad,
empobrecimiento campesino, cambio climático... y donde se antepone el lucro
económico de unos pocos a las necesidades alimentarias de una gran mayoría.
’Los juegos del hambre’ era el título de una
película de ficción dirigida por Gary Ross, basada en el best-seller de Suzanne
Collins, donde unos jóvenes, en representación de sus comunidades, tenían que
enfrentarse a vida o muerte para conseguir ganar y obtener, así, el triunfo:
comida, bienes y regalos para el resto de su vida. A veces la realidad no dista
tanto de la ficción. Hoy algunos “juegan” con el hambre para ganar dinero.
Esther Vivas | 18-10-2012
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