25/8/11

Que ens deixin posar el món del dret


La economía del mundo al revés

 “Cuando un delincuente mata por alguna deuda impagada, la ejecución se llama ajuste de cuentas; y se llama plan de ajuste la ejecución de un país endeudado”. Esta cita corresponde al libro “Patas arriba. La escuela del mundo al revés” de Eduardo Galeano. Hoy el genial escritor uruguayo podría decir que el Parlamento de Grecia vota un nuevo plan de ejecución, tan completo que no le falta de nada: más impuestos para las clases populares, recortes del sector público y del gasto social, privatizaciones…
Si no sale adelante este nuevo vía crucis, el país con el que estamos en deuda por contribuciones tan importantes a la cultura occidental como la democracia o la filosofía puede que no pueda pagar sus propias deudas. Es bastante significativo que la votación de este nuevo plan de ajuste se produzca en la misma semana en la que se ha ratificado el llamado Pacto del Euro, que también sigue a rajatabla los mismos principios neoliberales que tanto bien han hecho por las crisis en general, y por esta de Grecia en particular.
Se dice que el anterior gobierno heleno mintió sobre las cuentas públicas. Eso es cierto, pero también es verdad que el país ya fue sometido entonces, cuando se descubrió el  problema, a duros planes de ajuste que no sólo no han funcionado, sino que además han hundido todavía más su economía. A pesar de la evidencia, la UE no sólo no rectifica el tratamiento, sino que aboga por doblar la dosis de veneno. No parece tener lógica esta forma de actuar, salvo si eres un banquero. De hecho, son los bancos los que más partido están sacando de la crisis de la deuda.

El mecanismo es muy sencillo: si tú eres un país que atraviesa dificultades, y una de esas implacables agencias de calificación (las mismas, por cierto, que daban la calificación más alta a las hipotecas subprime antes de la crisis) dicen que tal vez no puedas pagar el interés que ofreces por tu deuda soberana cuando llegue el momento del vencimiento, es posible que los bancos no te quieran comprar más deuda debido al riesgo de impago, a no ser que incrementes el interés de tus bonos para hacerlos más atractivos.
Un mayor interés significa que tendrás que pagar más dinero a quienes te compren los bonos. ¿Cómo puedes obtener ese dinero? pues muy sencillo, recortando el gasto público y aumentando los impuestos sobre la ciudadanía. La opción de subir los impuestos a las grandes rentas del capital y a las transacciones financieras por supuesto que no se contempla, ya que no puedes enojar a los que mandan.
No queda otra, por tanto, que imponer los planes de ajuste, con los que demuestras a los mercados, es decir, a los banqueros y a los gestores de fondos privados, que eres un país serio que paga sus deudas.
Que el pago de estas deudas suponga someter a tu población a duros sacrificios es algo sobreentendido y aceptado por inevitable. Tan inevitable, parece ser, como las leyes de la física. Pero, ¿y si no fuera tan inevitable? la verdad es que si profundizamos en la cuestión no parece tan claro. Cualquier manual básico sobre esta ciencia social nos dice que el objeto de la economía es estudiar la correcta distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades del ser humano.
En cambio, la economía del mundo al revés parece que opera, como no podría ser de otra manera, en sentido contrario. Es decir, impide o dificulta la satisfacción de las necesidades humanas de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, y lo hace para garantizar que un recurso tan valioso como es el dinero no se distribuya, sino que se concentre cada vez más en unas pocas manos.
Estamos, en conclusión, ante una antieconomía regida por los antisistemas del mundo al revés. No pediremos, sin embargo, que carguen contra estos antisistema, aunque ellos sí que han reclamado insistentemente (ya sabemos que los antisistemas son violentos por naturaleza) que nos echen a palos de las plazas. En cambio, nosotros y nosotras nos conformamos con que se marchen para que nos dejen poner el mundo del derecho. O la economía al servicio de la gente, que viene a ser lo mismo.
Daniel Jiménez www.universovivo.com

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