HAY OTRAS FORMAS DE VER LA VEJEZ
La economía social
como respuesta al reto demográfico
Cada vez surgen más propuestas sociales para asegurar una
vejez más saludable y para dar dignidad a las personas que se ocupan de sus
cuidados.
Mabel Cano lleva años soñando con envejecer cerca de sus amigos y amigas de toda la vida. “Siempre estábamos diciendo que cuando fuéramos mayores, viviríamos juntos. Y en 2014 dijimos, es hora de ponernos manos a la obra”, cuenta. Y encontraron en las cooperativas de vivienda senior el modelo que podría ajustarse a esa vejez compartida que soñaban. “Pensamos que vivir comunitariamente es una manera mucho más enriquecedora. Creemos que la vejez no es un final del camino sino que la persona sigue creciendo y sigue disfrutando de la vida”.
Entonces Mabel tenía 48 años y era la más joven del grupo.
“Había como unos 10 años de diferencia entre nosotros”, recuerda. Hoy, once años
más tarde, están más cerca de conseguirlo después de que el ayuntamiento de
Valladolid les haya concedido, ahora como la asociación Tejiendo Vida,
un terreno en el que podrán construir sus viviendas colaborativas. En los
próximos meses empezarán las obras del edificio en el que habrá lavanderías
comunes, salas de eventos y lugares de lectura o para hacer deporte. Será
además un edificio adaptado a la movilidad reducida, con enfermería, pero también
con huerto y otras zonas de ocio. “Creemos que en 2028 estará terminado y
podremos mudarnos”, asegura.
Tejiendo Vida es solo un ejemplo de cómo la economía social
y solidaria (ESS) está ofreciendo modelos alternativos y más humanos para
abordar la vejez. “Algo que tiene la economía social y solidaria, que conecta
totalmente con el tema de los cuidados de las personas mayores, es que ponen en
el centro la persona”, explica Fernando Flores, profesor de Derecho
Constitucional en la Universidad de Valencia y patrono y coordinador de
informes en la Fundación
HelpAge. “Hay lo que se llama una atención integral centrada en la persona,
porque no todas las personas mayores iguales y no se las puede tratar de la
misma manera”, asegura. Este enfoque resulta especialmente relevante en un
contexto donde el edadismo —la discriminación por edad— sigue siendo una forma
de violencia habitual. “Se piensa que son personas más débiles, más lentas,
poco productivas, más avariciosas, más conservadoras…Y mucha gente cree que ya
han vivido su tiempo, como si el tiempo de las personas mayores no fuera
también un tiempo de vida”.
Esta mayor discriminación de las personas mayores ha ido de
la mano de un rápido envejecimiento de la población española. Así, según
el Instituto Nacional de Estadística, el 21% de la población en España
tenía 65 años o más en 2020, frente al 16% en 2001. Para el grupo de 80 años o
más, el porcentaje era del 3% en 2001, y del 6% en 2020, casi el doble.
Y sin embargo, esta atención centrada en la persona que
ofrece la ESS es la excepción. “Cerca del 90 por ciento de las residencias en
España son privadas y funcionan con una finalidad lucrativa. Y eso pone, en
primer lugar, el beneficio, y en segundo lugar, el bienestar de las personas
mayores”, continúa Flores. Así, según el estudio Los cuidados
desde la Economía Social, publicado por la Confederación Empresarial de
la Economía Social (CEPES), sólo un 8% de las empresas y entidades de la
economía de los cuidados son de la economía social. De estas, la principal
forma jurídica son las cooperativas, que representan el 6% de la Economía de
los Cuidados.
Pero Tejiendo Vida no es el único ejemplo. La Confederación
de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) tiene identificadas 23 cooperativas de vivienda
senior diseminadas por buena parte de la geografía española. Una de las más
veteranas es Trabensol, que abrió sus puertas en 2013 en Torremocha del Jarama,
a 75 kilómetros de la capital. “Ese alcalde entendió el proyecto y lo apoyó”,
explica Marifé Ramos, integrante del Consejo Rector de la cooperativa. En
Trabensol, viven unas 80 personas que comparten vida y se apoyan mutuamente.
“Cada uno aportamos nuestra riqueza muy diferente y eso te hace sentir que
puedes dar todo lo que sabes y al mismo tiempo recibir muchísimo”, asegura
Ramos. El objetivo es asegurar una vejez más activa y social, evitando la
soledad no deseada, algo que se ha relacionado con una mejor calidad de vida
para las personas mayores. Sin embargo, Ramos avisa de que el compromiso es
necesario para vivir en Trabensol. “Hay personas con buena voluntad que vienen
con una idea equivocada y que no entienden esa dimensión comunitaria y de ayuda
mutua que hay. Esto no es una residencia más guay que las demás. Es una
vivienda colaborativa”, explica. “Hay que venir con la mentalidad de que vengo
a vivir mi vejez como una aventura apasionante, no a que me cuiden”.
Las viviendas cooperativas no son las únicas iniciativas que
han surgido. Así, la asociación Solidarios para el Desarrollo ha puesto en
marcha el programa Convive por el que personas mayores que tengan una
habitación libre en sus domicilios conviven con estudiantes de universidades
madrileñas. Algo parecido hace la plataforma Hagamos Hogar que desde 2023
conecta a personas mayores que viven solas con posibles compañeros de piso
mediante una plataforma digital que analiza hábitos y preferencias. La ONG
Adopta un Abuelo pone en contacto a jóvenes y mayores para que pasen tiempo
juntas y compartan experiencias. Por su parte, el programa Envejecer con
Derechos, de las fundaciones Fernando Pombo y Grandes Amigos junto a la Universidad
de Alcalá, sensibiliza sobre los derechos de las personas mayores y muestra
estrategias para reivindicarlos.
Dignidad para el sector de cuidados
Mientras tanto, el sistema actual de cuidados sigue
dependiendo en gran parte del trabajo invisibilizado y precarizado de mujeres
migrantes. Amelia Campos llegó a España desde México hace 10 años. A pesar de
ser ingeniera civil, la falta de papeles la llevó a trabajar como cuidadora y
limpiadora en condiciones precarias. Todo cambió cuando conoció Més que Cures, una
iniciativa que busca dignificar el trabajo de las cuidadoras.
“Es un proyecto que está generando empleo de calidad en el
sector y que está también ayudando a que otras mujeres tengan una contratación
digna en este sector”, explica Campos, quien ahora realiza labores de
administración en la asociación. Y aunque la asociación ofrece servicios tanto
de limpieza como de cuidados en general, Campos asegura que es el cuidado de
personas mayores el que recibe más solicitudes.
A medida que la población española ha ido envejeciendo,
también se ha externalizado su cuidado, sobre todo en mujeres migrantes,
según un
estudio de la Revista de Pedagogía Social. Así, el
envejecimiento de la población ha coincidido con “transformaciones en los sistemas
de apoyo informal” que tradicionalmente habían dado respuesta a las necesidades
de cuidados. Estas transformaciones están relacionadas con “los profundos
cambios que ha experimentado la sociedad española en los últimos 50 años (el
mayor acceso a la educación, la incorporación de las mujeres al trabajo fuera
del ámbito familiar, la nuclearización de las familias, lo que ha producido una
disminución en la disponibilidad de cuidadoras familiares”, asegura el estudio.
El informe de CEPES también ahonda en la precariedad del
sector. “La Economía Social y de los Cuidados es un sector envejecido y
altamente feminizado (el 75% de personas trabajadoras son mujeres). El poco
valor social atribuido a los cuidados contribuye a que las personas jóvenes no
los contemplen como salida laboral y los roles de género, a la alta presencia
de mujeres”, asegura el informe. Además, la situación ha empeorado durante los
últimos años por la aparición de plataformas digitales de contratación
digitales, añade Campos. “Muchas de esas plataformas se lucran con el trabajo
de estas mujeres y hay ocasiones en que ellas no conocen quién las contrata ni
quién les paga porque todo lo hacen de manera sumergida, no en un mercado
regularizado”, explica. “Es otro medio de seguir precarizando el sector”.
Por ello, Més que
Cures también trabaja para garantizar no sólo salarios dignos, sino también
jubilaciones dignas para las cuidadoras. “Es irónico pero ¿qué va a pasar con
nuestras propias mayores? Hay muchas generaciones, tanto de cuidadoras nativas
como extranjeras que están llegando a la jubilación y no tienen pensiones
dignas porque no han cotizado lo suficiente”, asegura Campos.
Todo esto lo hacen con una visión de barrio, desde el Poble
Sec de Barcelona, y bajo los principios de la Economía Social y Solidaria. “La
ESS ha sido un camino para que mujeres, como nosotras, podemos emprender y nos
ha permitido impulsar este proyecto local, comunitario y cercano, que intenta
hacer redes con otras iniciativas que están involucradas en la provisión de la
cura, luchando además por un trabajo digno”, asegura Campos. “De otra manera,
no hubiera sido posible”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario