19/10/21

El futuro es un país extraño pero la pregunta por el porvenir sigue siendo humana

A LA CAZA DE MOBY DICK

El sueño poshumano y el crecimiento infinito

Como señala el propio autor al comienzo de este ensayo, A la caza de Moby Dick es un libro sobre el futuro. José David Sacristán de Lama es arqueólogo, y se pregunta y responde sobre qué puede aportar alguien que se dedica a investigar el pasado, al indagar sobre las posibilidades del futuro de la especie humana.

En primer lugar, los arqueólogos están acostumbrados a una mirada a largo plazo en términos temporales. En este sentido este libro enlazaría en parte con una tendencia historiográfica en auge denominada la Gran Historia, cuya obra más célebre quizá sea Sapiens de Yuval Noah Harari, y que cuenta con otras monumentales narraciones como Mapas del tiempo de David Christian, o En la espiral de la energía de nuestros admirados Ramón González Durán y Luis González Reyes. Sin llegar a la monumentalidad de estas obras, José David Sacristán comparte con ellos una profunda preocupación por la actual crisis ecosocial, que le lleva a la indagación sobre el pasado y el futuro, para poder actuar, urgentemente, sobre el presente.

José David Sacristán afirma que todo arqueólogo (y todo historiador) debe ser también antropólogo; y su punto de partida en la primera parte del libro, «La cumbre de Sísifo», es investigar la naturaleza humana, para tratar de comprender cómo hemos llegado a la actual crisis ecológica.

Para el autor, existe una naturaleza humana (desmontando el dicho orteguiano de que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia), y uno de los rasgos distintivos de ésta sería la capacidad de “superinferencia”, frente a la inferencia ya existente en otras especies.

Mientras que la inferencia funciona por experiencia, al captar la repetición (cuando ocurre A suele ocurrir B) la nueva facultad no espera a que ocurra el primer evento. Anticipa lo imprevisible, tiende tentáculos hacia lo desconocido, explora, tantea, envía avanzadillas, supone, imagina. Aunque no sabemos lo que vendrá, nos pone en guardia ante lo que pueda venir… Así pues, se trata de una ampliación de la memoria: una memoria del futuro. Proyectamos porque recordamos.

Así pues, la superinferencia nos saca de los estrechos márgenes del presente, y nos hace habitar también en el pasado y en el futuro y, como consecuencia, nuestra naturaleza humana nos obliga a producir cultura, que es el mundo del aprendizaje (basado en el pasado), pero orientado hacia el futuro.

Este imperativo cultural de nuestra naturaleza es responsable de nuestros logros artísticos, científicos y técnicos, pero ha hecho del Homo sapiens un ser rodeado de prótesis cuya influencia se extiende al conjunto del planeta, y es responsable de la actual extralimitación que está conduciendo a la devastación ecológica. El ensayo está jalonado de referencias a la célebre novela de Melville, Moby Dick, en la que el capitán Ahab ejemplifica cómo nuestras capacidades humanas pueden convertirse en soberbia y locura, que es, precisamente, lo que está sucediendo en la actualidad.

La segunda parte del ensayo «Humanos en transición. ¿Cómo salimos del cuello de botella?», expone la actual situación de extralimitación que pone en riesgo la continuidad de la civilización humana: el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, el pico del petróleo, y la inminente escasez de minerales claves para sostener la civilización actual productivista. Este es el cuello de botella al que hemos de enfrentarnos.

Sin embargo, al igual que el capitán Ahab, que en su soberbia y locura perseguía a la ballena blanca, la civilización productivista persigue otros dos leviatanes: el crecimiento infinito y el superhombre.

El actual modelo persigue el crecimiento económico continuo a pesar de que éste requiere de crecientes cantidades de materiales y energía, con lo cual ahonda en el calentamiento global, destruye biodiversidad y socava y contamina los recursos naturales disponibles. Como afirma certeramente José David Sacristán: «el sistema no cambiará porque desaparecería, pero desaparecerá porque no cambia». Así se crea una ilusión de perpetuación del actual modelo de crecimiento basado en la creencia en la omnipotencia de la tecnociencia.

En esta segunda parte el autor ausculta detalladamente tres opciones para salir del actual cuello de botella: la huida hacia adelante, una utopía edenista y la vía hacia la sostenibilidad. La primera, incluyendo la modalidad del “desarrollo sostenible” (una contradicción en los términos), es inviable, al chocar con los límites físicos del planeta, conduce directamente a un colapso; la segunda significa una imposible vuelta atrás en el tiempo, a un edén que además nunca existió. La salida debería de ser biofílica y adaptada a los recursos disponibles sin poner en peligro la disponibilidad futura, pero, debido a los actuales excesos, es obligado pasar por un período de decrecimiento que, incluso si se pudiera llevar a cabo con un concierto general de voluntades, exigirá grandes sacrificios. El autor no se muestra muy optimista al respecto y alerta sobre la posibilidad muy real de un próximo colapso.

La tercera y última parte del libro lleva por título «El futuro es un país extraño». Aquí retoma el guante lanzado al comienzo de la obra a través de las siguientes preguntas: «¿Nos permitiría la plasticidad de nuestra naturaleza seguir siendo humanos? ¿O tendríamos que ser más que humanos? ¿Y qué nos gustaría ser?».

Esta tercera parte es una exploración muy documentada sobre las transformaciones, ya en curso, posibilitadas por los nuevos avances tecnológicos en campos como la biotecnología, la medicina reparativa, la informática, la cibernética, la robótica o la inteligencia artificial. Sacristán examina cómo estas potencialidades pueden colonizar nuestros cuerpos y nuestras mentes, separando, con rigor, las posibilidades de mejora de los delirios de tendencias como el transhumanismo. No obstante, el autor nos señala que estas potencialidades solo podrían desarrollarse en una sociedad más sabia y más sana que la nuestra y si superamos el cuello de botella de la crisis ecológica, ya que de no hacerlo nos encontraríamos con una humanidad fracasada y sin apenas recursos.

Imaginando que esto fuera posible el autor se pregunta por un futuro lejano de la humanidad en el que su naturaleza puede haber sido transformada por sus prótesis tecnológicas, no sin antes advertir que sería necesario un nuevo humanismo para un uso adecuado de estas nuevas tecnologías, que evite que el sueño se convierta en pesadilla. Pero el futuro no está escrito y no nos corresponde a nosotros prescribir lo que deberían hacer nuestros descendientes. Ellos tendrán que enfrentarse a sus propias responsabilidades; la nuestra, ahora, es enmendar nuestros errores.

Esperemos que, en nuestra soberbia, el barco no se hunda definitivamente como le sucedió al Pequod en Moby Dick. El futuro, en efecto, es un país extraño, pero está abierto, y la pregunta por el porvenir de la humanidad, afortunadamente, sigue siendo humana.

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José David Sacristán de Lama (1949, Roa, Burgos) licenciado en Arqueología y Prehistoria y doctor en Historia. Profesor de Prehistoria e Historia Antigua en la Universidad de Burgos y arqueólogo de la Junta de Castilla y León. Ha seguido de cerca el proyecto de Atapuerca.

https://www.15-15-15.org/webzine/2021/10/14/resena-de-a-la-caza-de-moby-dick-el-sueno-poshumano-y-el-crecimiento-infinito/  

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