NO ES UNA CRISIS, ES EL SISTEMA
Ante la triple crisis que atravesamos, repasamos las
alternativas y propuestas por parte del cooperativismo y las finanzas éticas.
Este 2021 dejamos atrás un año muy complicado que ha
supuesto un punto de inflexión para muchas de nosotras. Ya sea por obligación,
ya sea por haber comprobado la resiliencia del cooperativismo, muchas creemos
que debemos aprovechar el momento para hacer un cambio de rumbo hacia una
sociedad y una economía orientadas a poner la vida en el centro. En este
contexto, las iniciativas de la Economía Social y Solidaria autogestionadas,
que abogan por el bien común y la justicia social, son más necesarias que
nunca.
La triple crisis: capitalista, climática y sanitaria
La crisis económica, sanitaria y climática son tres manifestaciones de un mismo sistema insostenible. La pandemia ha sacado a la luz todas las carencias que tenemos como sociedad capitalista, creando esta crisis económica global que sufrimos. Hemos comprobado que “parar la rueda” ha provocado el colapso del sistema, pues no hay tejido social ni red que sostenga a las personas si las empresas se ven obligadas a cerrar cuando el consumo desciende.
Esta es la triple crisis: un sistema económico capitalista,
extractor e insostenible que provoca una crisis climática, que se agudiza año
tras año, facilitando la proliferación directa de una pandemia sanitaria tras
otra que paraliza toda actividad económica. Urge un cambio de rumbo radical
para crear conciencia solidaria y caminar hacia otros modelos socioeconómicos
que sitúen las necesidades de las personas y la salud de los ecosistemas por
encima del lucro.
¿Dónde estamos y cómo salimos de aquí?: Una carrera hacia
el abismo
Mientras el 1% de los ricos del mundo acumula el 82% de la
riqueza global, en nuestro país se estima que el poder adquisitivo medio ha
retrocedido un 11% (a niveles de 1989) y el número total de personas paradas es
de 3,88 millones en el trimestre 3 de 2020, con una tasa de paro del 16,26%
según la Encuesta de Población Activa que elabora el Instituto Nacional de
Estadística (INE).
A la vez, casi todo lo que compramos y comemos está en manos
de 9 multinacionales a las que entregamos una buena parte de nuestro dinero.
Megacorporaciones de proporciones gigantescas y casi inabarcables, que
controlan la práctica totalidad del negocio alimentario y que usan todas las
tretas posibles para evadir impuestos.
Estas empresas, que buscan en todo momento obtener el máximo
beneficio al menor coste, utilizan permanentemente la amenaza de deslocalización,
ya que por el mismo trabajo que se hace en España, en China o en India puede
cobrarse cinco veces menos, para desanimar cualquier negociación de mejora
salarial o de condiciones de trabajo.
Las prácticas de monopolio no sólo encarecen el consumo, ponen
en peligro la salud al estar ligadas a realidades tan graves como la pobreza
energética. En España, por ejemplo, el oligopolio eléctrico (monopolio
compartido entre un puñado de empresas), impide la adopción de energías limpias
y perpetúa un modelo fósil y nuclear de beneficios millonarios a través de unas
facturas eléctricas abusivas.
Contaminación, deslocalización y empobrecimiento de la
población son males endémicos de las empresas capitalistas (recordemos que el
adjetivo viene de “capital”, pues dichas empresas ponen el centro de su misión
en aumentar el rendimiento económico, pasando por encima del medio ambiente y
la calidad de vida de las personas empleadas).
Hay, sin embargo, un tipo de empresas que escapan de esta
“carrera hacia el abismo”. Hay un tipo de empresa que centra su actuación en la
defensa de los intereses de las personas que la conforman así como del interés
general de la sociedad. Hay empresas que son cooperativas. Y, precisamente por
esos atributos, resulta que han mostrado mayor resiliencia ante las crisis y
menor riesgo de deslocalización. Si antes eran esperanzadoras, hoy son
necesarias.
¿Por qué los proyectos cooperativos son tan necesarios en
este contexto?
La Economía Social y el cooperativismo no sólo ofrecen
respuestas a estos retos del futuro (ya muy presente), además proponen un
modelo de crecimiento alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
de la Agenda 2030: sostenibilidad medioambiental, digitalización y resiliencia
industrial ante la deslocalización. En su misión, además, está potenciar la
economía de los cuidados y fortalecer la vertebración de los territorios,
promoviendo una transición ecológica y digital justa.
Un ejemplo son las más de 1500 cooperativas de energías
renovables existentes en Europa, que agrupan a más de un millón de personas o
las recientes cooperativas de plataforma en España. Una tendencia
imparable que responde a la demanda ciudadana de un servicio a los intereses de
las comunidades locales.
Si además es cada vez más común entender que la circulación
del dinero no es neutral y que es importante que el dinero circule dentro del
conjunto de la Economía Social y Solidaria (pues no queremos que nuestro dinero
se invierta en sectores como la industria militar o los combustibles fósiles),
no deja de ser cierto que la creación de cooperativas o proyectos sociales
sigue encontrando múltiples dificultades. La buena noticia es que cada vez disponemos
de mejores herramientas: cooperativas de servicios financieros destinadas a
conceder préstamos a proyectos de la economía social, como Coop57; redes de empresas y
consumidores en torno a la Economía Social y Solidaria, como Mercado Social Madrid,
organizaciones sociopolíticas que pretenden acoger el conjunto de las
iniciativas de economía social y solidaria, como la XES, son algunas.
Un modelo esperanzador de economía social y solidaria:
Crowdcoop
Al redirigir nuestro consumo hacia empresas cooperativas,
apoyar proyectos incipientes a través del micromecenazgo y fomentar que los
recursos económicos (nuestro dinero ganado a pulso) vayan destinados a la
mejora de nuestra comunidad, avanzamos hacia una sociedad más justa y
resiliente. Aquí cabe recordar la iniciativa #FonsCooperatiuEss en Cataluña, impulsada a principios
de septiembre por colectivos como TopManta, Mensakas, Mujeres Palante, Espigoladors, Diomcoop… entre otros.
Consiguieron recaudar más de 60.000€ a través de Crowdcoop para apoyar
iniciativas que se articularon para dar respuesta a la emergencia social y
sanitaria debida a la pandemia de la Covid-19.
Crowdcoop.org es
la primera plataforma de financiación colectiva, programada con código abierto
y replicable, especializada en cooperativas de retorno social en España. En
este portal web cualquier persona o colectivo puede presentar su proyecto
cooperativo, en fase de creación o consolidación, para pedir donaciones
económicas con las que llevarlo adelante. Crowdcoop no es simplemente una
plataforma de crowdfunding; también ofrece formación, asesoramiento y
acompañamiento durante todo el proceso de creación de una cooperativa o
proyecto. Por ello, las cooperativas no sólo obtienen financiación, si no
también las herramientas para que el proyecto perdure en el tiempo y pueda
crear comunidad a su alrededor desde el inicio.
Frente a otras opciones más difíciles y opacas, como son la
concesión de préstamos en entidades bancarias, esta vía de financiación
alternativa y transparente reactiva el papel corresponsable de la sociedad
civil. Al hacer pública la idea explicando a qué irá destinado el dinero
recibido, las posibilidades de recibir el apoyo ciudadano se multiplican.
Además, al hacer partícipes a las personas donantes, se crea una comunidad que
será clave para el éxito de la cooperativa. Empezará con la mejor tríada:
publicidad, comunidad y legitimidad.
Estas semillas de proyectos cooperativos cuentan con el
mejor suelo donde germinar, en el sistema de economía social y solidaria,
también conocida en redes como #ESS. Al presentarse, entran a formar parte del
conjunto de iniciativas socioeconómicas, formales o informales, individuales o
colectivas, que priorizan la satisfacción de las necesidades de las personas
por encima del lucro. Siendo los valores que impulsan variados y
transformadores, como sería la sostenibilidad, la inclusión o la gestión
democrática y participativa en la toma de decisiones.
Es precisamente la concienciación de nuestro papel como
ciudadanía, que consume y realiza intercambios constantes de servicios y
productos, la que nos mueve a encontrar entidades que satisfagan nuestras
necesidades en sintonía con nuestros valores.
Un sistema alternativo con triple solución
“Esto también pasará” es la reflexión que, dice la leyenda,
fue inscrita en un anillo hace mucho tiempo para recordar a quien lo portara
que, tanto los momentos trágicos como los felices, tienen principio y final.
Sin embargo, mucho de lo que nos espera en el futuro, será fruto de nuestras
decisiones ahora. De hecho, mucho de lo que hoy nos pasa, es fruto de lo que ya
decidimos.
La propuesta aquí es triple: sumarse a un uso sostenible de
los recursos naturales para frenar el cambio climático; conocer y apoyar
iniciativas sociales y solidarias que pongan su foco en el bienestar de la
sociedad (especialmente en momentos difíciles como el actual); y reorientar
nuestra economía hacia empresas que pongan la vida en el centro, o dicho de
manera más prosaica, dejar de alimentar a grandes corporaciones que no respetan
los derechos laborales para pasar a destinar nuestro gasto a negocios locales y
territoriales con estructura cooperativa, donde las trabajadoras y trabajadores
gozan de las mejores condiciones y participan de las decisiones fundamentales.
Todo esto pasará. Y cuando salgamos de la tormenta,
saldremos mejores.
Joan B. Cabot (Miembro de la plataforma
Goteo)
https://www.elsaltodiario.com/mecambio/no-es-una-crisis-es-el-sistema
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