17/12/18

Son necesarios sistemas monetarios con lógicas distintas de la de la acumulación.

LIBERÉMONOS DE LA BANCA

Desde la irrupción de la crisis financiera han ido surgiendo proyectos y formas de organización colectiva, que siendo cada vez más firmes, permiten avanzar en el objetivo de liberarnos de la banca.

Hace algunos años, en una acción de Ecologistas en Acción usamos el lema #LiberémosnosdelaBanca. Ya ha llovido desde entonces, pero ha sido una lluvia fertilizante que ha permitido que hayan ido surgiendo proyectos cada vez más firmes que permiten que ese lema sea progresivamente más factible. En todo caso, hay una premisa de partida, y es pensar que liberarse de algo tan gordo como la banca, del sector financiero capitalista en general, hay que afrontarlo en términos de proceso y de transición, no de todo o nada.

El poder fundamental de la banca proviene de su capacidad de crear dinero a través de otorgar créditos. Esto lo hace en colaboración con los bancos centrales. No voy a explicar ahora cómo funciona este proceso (aquí hay una explicación sencilla y aquí una bastante más completa), pero el que se pueda generar más o menos dinero por este procedimiento depende de: 
1) El dinero que deban guardar los bancos y no puedan usar para dar créditos, es decir, del coeficiente de caja. Cuanto mayor sea este, menos dinero se creará.
2) La confianza que tengan las personas en el sistema bancario. Cuantas menos personas depositen su dinero en los bancos, menos creación monetaria pueden realizar. 
3) La solicitud de préstamos.

La determinación del coeficiente de caja es una prerrogativa de los estados. Esta determinación es bastante más complicada de lo que parece, pues hay distintos tipos de dinero que se pueden (o no) considerar como reservas, pero, simplificando, en los acuerdos de Basilea I (1988) y Basilea II (2004) se recomendó a los estados que los bancos estuviesen obligados a retener solo el 8 % de los depósitos; mientras que con el resto podían conceder créditos, es decir, crear dinero (multiplicando por 12,5 su capital). En realidad, el capital que debían retener era incluso menor. En contraste, durante la mayor parte del capitalismo, la reserva obligada de los bancos ha sido notablemente mayor. Por ejemplo, en 1968 en Reino Unido el coeficiente de caja era del 20,5 %; en Alemania, del 19 %; en EEUU, del 12,3 %, y en Turquía del 58,3 %. A raíz de la crisis que se desencadenó en 2007/2008, se acordó un Basilea III (2010), donde se incrementó el porcentaje de reserva de los bancos ante eventualidades al 10,5 % (eso sí, en cómodos plazos y con truquitos, como explica el anterior enlace y, de forma menos detallada, éste). Sea como fuere, queda claro que el coeficiente de caja no solo se puede cambiar, sino que de hecho ha variado enormemente a lo largo de la historia del capitalismo. Una primera forma de liberarnos parcialmente de la banca es participando en campañas que exijan este aumento del coeficiente de caja.

La segunda manera mediante la cual podemos avanzar en nuestra liberación de la banca, al menos de la más destructora, es optar por otros modelos bancarios. Esta opción está mucho más al alcance de nuestra mano que la anterior. Yendo de menos a más, ya hay funcionando bancos y/o cooperativas de crédito que se centran en inversiones sociales y ambientales, explotando ese nicho de mercado (Triodos), que además son cooperativos (Fiare), que le suman que son sin ánimo de lucro (Coop57) e incluso que prestan sin interés (JAK).

Reducir los depósitos de dinero de la banca también se puede hacer limitando su papel de intermediación. Por ejemplo, en casa casi toda nuestra compra la hacemos en un grupo de consumo en el que pagamos a los y las principales productoras en mano. Este es un modelo muy extendido.

En esta intermediación desempeña un papel fundamental el sistema monetario-financiero. Así que son necesarios sistemas monetarios con lógicas distintas de la de la acumulación. Un ejemplo es el Mercado Social de Madrid, que creó su propia moneda, en la que durante un tiempo estuve cobrando parte de mi sueldo. Pero el caso madrileño está lejos de ser la moneda social más desarrollada, pues son mucho más potentes otras experiencias como la de Bristol o la más ambiciosa moneda social de la Cooperativa Integral Catalana.

Finalmente, la tercera estrategia para limitar el poder de la banca es dejar de pedirle créditos. Por ejemplo, la casa en la que vivo la compramos pidiendo prestado a la familia. No solo sorteamos así muchos intereses, sino que no le dimos más fuerza a la banca. Es cierto que esto no está al alcance de todo el mundo, pero también es verdad que no es el único modelo de vivienda.

En la casa que voy a vivir (Entrepatios) no hemos podido sortear el crédito bancario (aunque sí lo hemos reducido mediante préstamos internos), pero sí lo limitamos al futuro. Al ser una vivienda en derecho de uso, es decir, propiedad de la cooperativa, y nunca de quienes habitemos en ella, no entrará en el mercado especulativo inmobiliario. Quedará para el común y será una opción habitacional barata y accesible una vez hayamos concluido de pagar el crédito. En La Borda, además lo han conseguido usando suelo público y haciendo así más accesible el modelo.

Además, durante muchos años estuve viviendo de alquiler, lo que también implica una alternativa de vivienda que esquiva el crédito bancario. Finalmente, la okupación es una opción no solo legítima, sino necesaria. Gracias a la Obra Social de la PAH ahora es más factible.

En nuestro día a día, el crédito no solo aparece en el campo de la vivienda, sino en otros como en el de las alternativas laborales. La cooperativa en la que trabajo (Garúa) nunca ha pedido un préstamo en sus más de 10 años de existencia gracias a un sistema de autopréstamos de quienes somos parte de ella. Lo llamamos, con sorna, “el corralito” y nos ha permitido una alta autonomía, además de contribuir a la liberación colectiva de la banca. Lo mejor es que estas opciones no son una excepción dentro del mundo de la economía social y solidaria.

Otra opción para conseguir liquidez para abrir, expandir o consolidar proyectos económicos-sociales es el micromecenazgo colectivo, que se está usando con profusión. En el espacio autogestionado de crianza El Arenero, que organizamos unas cuantas familias, es la opción que hemos tomado para la extensión del modelo.

Soy una persona con unas capacidades normalitas (pero con una posición social privilegiada al ser hombre, blanco, con estudios superiores, occidental, proveniente de una familia con un nivel adquisitivo por encima de la media, etc.). Como no tengo capacidades especiales, he usado bastantes ejemplos de mi vida cotidiana para mostrar que las personas normales organizándonos con otras personas podemos irnos liberando, al menos parcialmente, de la banca. ¿Y tú, cómo te liberas de la banca?


ECOLOGISTAS EN ACCIÓN



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