LA INFELICIDAD CONSUMISTA
Frente a los
distintos factores relacionados con la felicidad, sobre los que
existe cierto consenso, ¿qué nos ofrece esta sociedad de consumo en
la que vivimos?
Money,
money, Money
En la sociedad
consumista todo es susceptible de compra y venta. Mientras se
mercantilizan todas las esferas de nuestra vida, se menosprecia el
papel de la comunidad y los valores de la cooperación, lo colectivo
y la solidaridad, que son el secreto del éxito del Homo
sapiens como
especie.
Necesidades
continuas, falsas necesidades
El modelo de
consumo se caracteriza por crear falsas necesidades que a medio y
largo plazo no nos aportan bienestar. El efímero momento de
satisfacción que genera la compra mantiene esa constante espiral de
insatisfacción.
Diógenes
de lo nuevo: lo importante es acumular
El consumismo se
caracteriza por la acumulación compulsiva de objetos y experiencias:
satisfacción inmediata e insatisfacción crónica que hace que nada
parezca suficiente. Por ejemplo, para disfrutar de nuestro ocio
acumulamos experiencias y actividades mercantilizadas en vez de
priorizar la socialización, la participación, la creación o la
amistad.
Esta filosofía
nos obliga a contar con ciertos ingresos, es decir, a trabajar más
para ganar más para gastar más (y otra vez a empezar).
Más
deprisa, más lejos, más joven, más guapo… son los “mantras”
del consumisme
El vértigo del
consumismo, la obsolescencia de los productos, la inmediatez de las
nuevas tecnologías, nos alejan de los ritmos de la naturaleza y de
los procesos lentos que articulan comunidad. Un culto a la velocidad
que nos produce frustración e insatisfacción y que afianza la senda
del consumo, la vía fácil e inmediata.
La juventud y la
belleza como un tesoro. Un único estereotipo de persona que no está
al alcance de todos y todas y que alimenta la inseguridad y la
insatisfacción. El mercado aumenta nuestros complejos para así
vendernos supuestos productos milagrosos.
Individualismo
y competitividad, un virus de infelicidad
La sociedad de
consumo apela constantemente a nuestro hedonismo. Nos ofrece
productos para hacernos sentir personas triunfadoras, especiales o
con mayor estatus social. En las redes sociales esto es una
competición por ser “el más popular”. De hecho, el teléfono
móvil y las relaciones digitales están provocando el efecto
contrario: aparente comunicación tras la que hay mucha soledad. Y la
soledad es una fuente importante de infelicidad.
Sociedad de Consumo: Prodigioso envase lleno de nada. Invención de alto
valor científico, que permite suprimir las necesidades reales,
mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales
EDUARDO GALEANO
Poco a
poco, el espíritu de consumo ha conseguido infiltrarse hasta las
relaciones con la familia y la religión, con la política y el
sindicalismo, con la cultura y el tiempo disponible. Es como si,
desde este momento, el consumo funcionara como un imperio sin tiempos
muertos y de contornos infinitos
GUY DEBORD
Nace un
homo consumericus de tercer tipo, una especie de turboconsumidor
desatado, móvil y flexible, que se declara feliz, a pesar de lo cual
la tristeza y la tensión, las depresiones y la ansiedad, forman un
río que crece de manera inquietante.
GILLES
LIPOVETSKY
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