30/3/16

Es el momento de plantear sin complejos una salida organizada a la sociedad del crecimiento.

SALIR DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO

Aún no hemos salido de la recesión de 2008 y ya comienza la gran recesión de 2016 ".Una regresión social y civilizacional es precisamente lo que nos acecha si no cambiamos de trayectoria... Hemos pasado de una sociedad de crecimiento con crecimiento a una sociedad de crecimiento sin crecimiento..."

Os recomiendo un sencillo librito de Serge Latouche que acabo de terminar "Salir de la sociedad de consumo. Voces y vías del decrecimiento" (Octaedro) Una introducción a un tema en el que la izquierda clásica se muestra esquiva a entrar, pero que cada vez se hace más ineludible abordar.

Que el crecimiento ilimitado es un quimera es evidente para cualquiera que haya superado con aprovechamiento un curso de introducción a la termodinámica de segundo de bachillerato. La cuestión es ¿Estamos ya rozando ese límite? Y, si es así ¿Qué hacer?

Todo apunta a que, efectivamente, nos encontramos ya en el límite del crecimiento: el agotamiento de la superficie cultivable, la crisis de la biodiversidad, la contaminación de tierras, acuíferos, océanos y las diversas capas de la atmósfera, el cambio climático, el agotamiento de materias primas, ya sean metálicas, tierras raras o hidrocarburos nos están señalando las fronteras del sistema. Hasta la saturación con basura espacial del espacio exterior cercano empieza a ser un problema.


Lo más aterradoramente esperanzador es que el capitalismo tal y como lo conocemos es incapaz de funcionar fuera de una perspectiva de crecimiento sostenido. Ese es ya el momento que estamos viviendo. De ahí la búsqueda desesperada de nuevos mercados a la que se ha lanzado el capital transnacional (TTIP, privatización de servicios públicos, financiarización de la economía, lucha por los mercados de los países emergentes, etc.)

"El crecimiento es lo que ha hecho que el capitalismo sea soportable. Ha permitido a los países occidentales ahorrarse la revolución, sin enfrentarse al problema de fondo de la repartición y de la justicia... la fiesta se ha terminado. La tarta no puede crecer más"

Es por tanto el momento de plantear sin complejos una salida organizada a la sociedad de crecimiento. Es imperativo, pues la alternativa al crecimiento no es, necesariamente, el decrecimiento. Puede ser un crecimiento negativo, anárquico, destructivo. Un desplome del actual sistema, basado en el crecimiento, que no cuestione las bases del sistema. Un escenario de desigualdad creciente, empobrecimiento de masas, crisis social, ambiental y, en última instancia, civilizatoria... Un barranco resbaladizo hacia una distopía totalitaria y de una inequidad hoy día inimaginable.

El discurso del decrecimiento (relocalizar, reducir, revalorar, reciclar...) viene a engarzar con la tradición de la izquierda clásica, siempre y cuando ésta asuma romper con la lógica del capital. Es la lógica de las 35 horas (que bien podrían ser 30 o 25); de la defensa del transporte público y las zonas comunales; de la reivindicación de la ciudad compacta mediterránea, de los canales cortos de comercialización y el pequeño comercio, de la crítica a las deslocalizaciones y a la concentración de la actividad productiva en pocas manos.

Es necesario, no obstante, dar un paso más. La crisis del crecimiento nos brinda la oportunidad de diseñar una etapa nueva de la humanidad: la de la sociedad del decrecimiento. Consumir menos para vivir mejor; tener menos para ser más; trabajar menos para disfrutar la vida; producir menos para crear más... todo ello obliga a un "pacto" social nuevo. Un pacto en el que democráticamente decidamos qué producir, cuánto producir, cómo producirlo y cómo distribuirlo dentro de un triple equilibrio: en primer lugar un equilibrio social, pues la desigualdad es fuente de competición por la obtención de una mayor porción de bienes; en segundo lugar un equilibrio en el ecosistema. Sencillamente no podemos destruir más bienes de los que se regeneran por unidad de tiempo. Finalmente, sostenible en el tiempo, pues las generaciones futuras también tienen derecho a una vida digna.

Es evidente que una sociedad así, en el que un gran pacto político regule por completo la vida económica, es una sociedad que necesita haber superado el capitalismo. Estamos hablando de control democrático de la economía. Estamos hablando de Socialismo (con mayúscula).

El discurso del decrecimiento es el punto de unión de ecología política y del socialismo tradicional. Toda una oportunidad política para la izquierda de toda la vida, que puede decir con todo rigor, que tiene la alternativa a la crisis global recurrente en que vivimos.


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