10/7/15

No hay manera de que salgamos de esta crisis creciendo; ni para Grecia, ni para el resto del mundo

LA BÚSQUEDA INCESANTE DEL CRECIMIENTO

Es lo que está llevando a Grecia a la autodestrucción

La contradicción del capitalismo consiste en que el crecimiento simplemente nutre a aquellos que ya son ricos. En su lugar, Grecia debería recuperar el dracma y mantener bajo control el ánimo de lucro.

El voto a favor del NO en Grecia ha dejado a todo el mundo preguntándose acerca de su auténticas implicaciones. Aunque el resumen del asunto nos dice que el NO ganó con el 61,3% de los votos, quizás no sea la apoteósica victoria que algunos han jaleado.


Para empezar, existe confusión acerca de lo que trataba realmente el referéndum. ¿Votaba la gente de Grecia para decidir si permanecían en el euro? ¿Era para decir no a más austeridad? O ¿para defender el orgullo patrio y la cultura del sur de Europa? Si ayer hablabas con griegas o griegos, podías llegar a pensar que se habían celebrado simultáneamente varios referendos distintos (lo cual ilustra perfectamente lo enlodadas que están las aguas de la crisis de la deuda).

Para muchas personas que han venido siguiendo la crisis durante los últimos cinco meses, ha quedado claro que no se trata sólo de la deuda griega. Por debajo de las tensiones culturales y de los desagradables estereotipos, se está desarrollando una guerra ideológica. Esta batalla está teniendo lugar porque el actual sistema económico sólo tiene dos posibles respuestas ante las crisis de deuda, las recesiones y la ralentización del crecimiento económico: el estímulo y la austeridad.

El estímulo consiste en que el gobierno inyecta dinero a la economía para animar el gasto de los consumidores, lo cual en teoría debe llevar al crecimiento económico. En los últimos tiempos, los esfuerzos para el estímulo han tomado la forma de gasto público en infraestructuras y otros proyectos socialmente beneficiosos (pensemos en el New Deal) y la flexibilización cuantitativa (quantitative easing).

La austeridad consiste en una serie de medidas que buscan recortar el gasto público y reducir el tamaño del sector público para hacer la economía menos dependiente de él, lo cual, en teoría, debería estimular y haría florecer el libre mercado (o sea, el neoliberalismo).

Los contrarios al estímulo liderado por el gobierno se preguntan cómo puede crecer la economía si el Estado tiene que mantener en continua expansión su deuda y/o la masa monetaria para comenzar nuevos proyectos y estimular la economía. ¿No resultará al final que la estimulación que proporciona no compensa el incremento del nivel de la deuda?
Las personas opuestas a la austeridad, por contra, se preguntan cómo puede crecer la economía si la gente consigue menos dinero y los impuestos son más altos: la gente se pondrá a ahorrar, no a gastar, y el crecimiento económico se basa en el consumo.
Se considera con frecuencia que el tema austeridad vs. estímulo es el que define el marco completo del debate: si no apoyas una cosa, debes apoyar la otra, porque no hay más alternativas. Es el mismo debate binario que ha existido durante más de cien años acerca de Estado vs. Mercado. Sin embargo, estas dicotomías evitan que la gente pueda pensar en lo que es realmente importante: el objetivo de estas políticas, es decir, hacer crecer la economía.

No he leído hasta ahora ningún análisis que haya puesto en cuestión el papel dañino que desempeña la incesante búsqueda del crecimiento económico. Ni la austeridad ni el estímulo estatal serán capaces nunca de afrontar las crisis de la deuda y las recesiones del siglo XXI porque de lo que tratamos aquí es de una contradicción inherente del capitalismo.
Está contradicción surge del hecho de que el excedente económico (la ganancia) del sistema se está sacando de la economía real (la economía de los bienes y servicios físicos) y se está metiendo en el sector financiero para generar más riqueza para la gente que ya es rica. Esto exige que la economía crezca continuamente para compensar la extracción del beneficio, lo cual viene a ser la extracción del excedente económico.
No obstante, esta extracción de beneficio es el mismo mecanismo que está en la raíz de los disparados niveles de desigualdad. Un reciente informe de Oxfam estima que, en 2016, el 1% más rico del mundo poseerá más que el otro 99%. Si el/la ciudadano/a medio/a gana cada año menos, en términos relativos, o las pasa canutas para simplemente mantener el mismo estado de sus finanzas, entonces no podrá permitirse comprar cada vez más y más productos y servicios, así que la economía no podrá crecer como lo hacía cuando había más igualdad financiera. Así pues, el capitalismo siempre ha llevado consigo la semilla de su propia muerte.

Estamos presenciando esta autodestrucción en Grecia. El actual gobierno de Syriza quiere volver a la mesa de negociación y crear un nuevo acuerdo de rescate que reduzca la deuda a un nivel más manejable y reforme el sector público de manera que no afecte a la gente más vulnerable. Esto seguiría siendo austeridad, aunque en una versión más suave de la que ha habido durante los cinco últimos años. 

Yanis Varoufakis ha dimitido de su cargo como ministro griego de finanzas para facilitar las negociaciones entre Grecia y sus socios europeos en la esperanza de que se alcance tal acuerdo. Si no se alcanza ese acuerdo, Grecia bien podría volver al dracma. Aun así, el gobierno no tiene un plan claro para esto y una salida no planificada del euro sería dolorosa, con la gente más pobre recibiendo el golpe más duro.

En todos estos escenarios, el objetivo del gobierno seguiría siendo volver a activar el crecimiento económico, incluso a costa de crear más desigualdad. Ninguna de estas opciones va a la base de la contradicción intrínseca del capitalismo. No hay manera de que salgamos de esta crisis creciendo; ni para Grecia, ni para el resto del mundo. Lo que estamos presenciando es el comienzo del colapso del capitalismo.
Así pues, ¿cuál sería un camino sostenible para que Grecia pueda avanzar? Si el gobierno griego pudiera ver que no va a ser capaz de reactivar el crecimiento, y que el crecimiento del PIB es un medio para un fin, y no un fin en sí mismo, existen pasos que podría dar para comenzar a construir un nuevo camino a la prosperidad para su pueblo.
Aparte de lo básico (reestructurar la deuda griega, profundas reformas en el sector público para hacerlo más transparente y responsable, así como el reforzamiento de la economía solidaria), propongo lo siguiente:

1.    Grecia debería volver a una moneda nacional para disponer de una capacidad de decisión más autónoma en lo que respecta a su propia economía, algo necesario si pretende construir una vía más sostenible. Esto no es un movimiento sencillo, así que el gobierno tendrá que planear dicha transición, con redes de seguridad para proteger a las personas más vulnerables.

2.    El gobierno debería nacionalizar los bancos y animar a la gente a poner en marcha cooperativas de crédito. Esto volvería a alinear el sector bancario con las necesidades de la ciudadanía y haría a los bancos más resilientes. Las cooperativas de crédito empoderarían a la gente para tomar los asuntos financieros en sus propias manos.

3.    Grecia debería evitar que las empresas con ánimo de lucro acaparasen, comprándola, la riqueza común. Esto podría hacerse mediante fideicomisos de tierra (land trusts), iniciativas sin ánimo de lucro y modificando la Constitución para impedir que el gobierno liquidase los bienes comunes.

4.    El gobierno griego debería poner en marcha un índice del bienestar o de la felicidad para medir el éxito, como hace Bután. En esta era de la desigualdad, la gente de la clase trabajadora y la desempleada pueden rápidamente caer por las grietas producidas en el crecimiento del PIB.

5.    Las empresas y el gobierno deberían acortar la semana laboral e impulsar el reparto del trabajo, de modo que más gente pueda tener empleos a tiempo parcial. Esto contrarrestaría el actual problema de que algunas personas no tengan empleo mientras otras trabajan 50 horas a la semana.

6.    Finalmente, el gobierno debería crear leyes e impulsos para las iniciativas no lucrativas en todos los sectores para prevenir la extracción de los beneficios producidos desde la economía real y animar a los emprendedores e innovadores sociales a poner en marcha sus propias iniciativas sin ánimo de lucro. Estas iniciativas ayudarían a aliviar la crisis humanitaria en Grecia, a crear una economía más estable y a mantener el excedente financiero dentro de la economía real. Mediante la creación de una economía en torno a los objetivos sociales, Grecia podría actuar como guía hacia la era poscapitalista, en lugar de caer víctima del inevitable colapso del capitalismo que estamos presenciando.

Jennifer Hinton 
Artículo publicado en The Guardian el día 07/07/2015 y traducido, con permiso de la autora, por Manuel Casal Lodeiro, con la revisión de Xoán Ramón Doldán García.

Notas del traductor

Se ha respetado la denominación de austeridad de la autora, aunque considero que esa palabra no es adecuada y que es un eufemismo interesado introducido por el neoliberalismo cuando en realidad se trata de recortes en unos tipos de gasto muy determinados mientras que para otras cuestiones se mantienen o incluso aumentan gastos públicos en beneficio, habitualmente, de las élites. Quien es austero o austera, lo es en todos sus gastos. Cuando se trata de quitar dinero de un lado (social) para meterlo en otro (lucro privado capitalista) deberíamos rechazar el uso de esa palabra.

También se ha mantenido la palabra rescate que emplea la autora, aunque no se trate de tal en el caso griego, sino más bien de nuevos préstamos. Un rescate da a entender que el dinero se concede a fondo perdido, con pocas o ninguna condición, como fue el caso de las entidades financieras en los momentos iniciales de esta Crisis Terminal.
Se afirma en el artículo que el gobierno griego no tiene un plan para salir del euro. Bien, creo que debería matizarse diciendo que se sepa.


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