16/3/12

Salvar la esencia humana concreta, que se pierde al parecer sin remedio, es la gran cuestión de nuestro tiempo.

REBELAOS – LIBERAOS

Ya está en la calle la publicación que promueve la autogestión. Podéis descargar el PDF en CATALÀ AQUÍ o en CASTELLANO AQUÍ. Como aperitivo reproducimos un extracto del artículo de la página 2. Hemos abierto una pestaña  donde iremos publicando los temas que desarrolla.
La situación política, económica y social
Quedarse en el mero análisis económico y político sería falsear la realidad y dañar psíquicamente aún más al sujeto medio. Por eso, conviene rechazar el economicismo y el politicismo. Si se mira en torno se observa que todo se está desintegrando, todo, no sólo la economía: las formas naturales de convivencia, las relaciones entre las personas, el aprecio por la verdad, la honradez básica, la vida cultural, la estabilidad psíquica del individuo, la calidad y habilidades del sujeto, el sistema de valores, el uso del lenguaje, la cultura como autoconstrucción del yo e incluso el ser humano en tanto que entidad física, acosado por una mala salud crónica y un número creciente de patologías.

Se nos dijo que Occidente, que Europa, gracias a su poder económico, potencial tecnológico, educación de masas, parlamentarismo (ellos lo denominan “democracia”) y Estado de bienestar estaba más allá de toda regresión fundamental. Nos engañaron: ahora resulta que no hay recursos, la persona media está más embrutecida y entontecida que nunca, la economía no es competitiva, lo europeo es causa de mofa por todo el planeta y, además, los atributos propios de lo humano se pierden. Las sociedades otrora opulentas toman el aspecto de una inmensa granja donde seres con apariencia humana compiten entre sí con furor vengativo por la diaria ración de bazofia.

Nada funciona bien, ninguno es como debiera. Nadie está dispuesto a batirse por ideales. En nadie se puede confiar y nadie asume responsabilidades. La abulia, cobardía e irreflexión campean por doquier. Vivimos como seres sin espíritu, mera suma de apetitos fisiológicos y flojedad anímica. El dinero y el ansia de goces son las únicas motivaciones.

La libertad no cuenta y el Estado, junto con la gran empresa capitalista, lo domina todo. Estamos ante una gran crisis de la civilización y una inmensa declinación de lo humano, además de un colosal desplome de la libertad. Esta situación no es nueva, ni mucho menos. Hace mucho que Occidente ha perdido su cultura, que carece de valores, que es meramente una inmensa masa descompuesta que sólo desea pan y circo a costa del medio natural y del Tercer Mundo.

Vivimos desde hace mucho sin ideas, sin convicciones, sin alma, como seres puramente fisiológicos. Y de eso tenemos que sentirnos culpables y responsables, pues a estas alturas ya no valen victimismos. Salvar la esencia humana concreta, que se pierde al parecer sin remedio, es la gran cuestión de nuestro tiempo. Eso exige una revolución integral.

Hace ya mucho, mucho, que Europa no conoce proyectos de transformación total suficiente del orden constituido concebido como un todo, como base económica, sistema político, relaciones interpersonales, cosmovisión, ímpetu ético y esfuerzo por la verdad. Hemos tenido infinitos planes y planecillos para vivir mejor bajo el sistema, bajo el capitalismo, salidos de ese vientre hiper-fértil que es la socialdemocracia.

Esto ya no puede mantenerse. Ahora necesitamos pensar la totalidad, ser holísticos, porque la realidad hoy es eso, total. Lo que podía ser disculpable hace sólo cinco años hoy no lo es puesto que la situación ha dado un giro radical y hemos entrado en un tiempo nuevo, más tenso, más complejo, más duro, más exigente, más lleno de angustias pero sobre todo más rico en oportunidades de cambio integral.

Necesitamos una comprensión exacta de la realidad actual, una estrategia y unos planes de acción para la etapa en que nos estamos adentrando, que combinen la construcción en la base de nuevas estructuras, nuevo tejido social y nuevas relaciones con la necesaria, de un modo u otro, participación consciente en los grandes problemas de nuestro tiempo, de los que ya nadie, aunque lo desee, puede quedarse al margen. Si en un par de años hacemos lo suficiente en esa dirección podremos intervenir con energía y poder transformador en las decisivas cuestiones puestas sobre la mesa en el siglo XXI por la marcha de la historia.

No hay comentarios: