Eficiencia energética y propiedad privada tenderán a convertirse en conceptos incompatibles.
En un sistema cerrado, como es nuestro planeta, con incrementos sostenidos de población, la propiedad privada se vuelve cada vez más ineficiente. Dificultades para el acceso a la vivienda, energía cada vez más cara, residuos y contaminación que no dejan de acumularse, materias primas de cada vez más difícil acceso, salarios cada vez más ajustados.Todas estas circunstancias dibujan un cuadro en el que la propiedad privada se irá convirtiendo en un sistema cada vez más ineficaz de cara a la sostenibilidad de la economía. Al igual que sucede en Internet, donde no tiene sentido que cada usuario tenga un servidor exclusivo para publicar sus contenidos, la propiedad individual deberá ir mutando hacia los usos compartidos, inclusivos y comunitarios, mucho más lógicos y racionales para funcionar en entornos finitos y con recursos limitados, como es nuestro caso.
En futuras épocas de austeridad, como las que se avecinan de manera irreversible, no será eficiente energéticamente que tengamos coches particulares, en lugar de usar transportes grupales. Los servicios de alquiler público de bicicletas, vivienda, aparatos costosos o prendas de vestir para ocasiones especiales, (por poner algunos ejemplos) irán ganando adeptos de manera progresiva. De esta manera se reducirá el consumo de energía y la generación de residuos.
Tampoco tiene mucho sentido mantener posesiones inmobiliarias que apenas se usan unos pocos días al año, en lugar de utilizar fórmulas colectivas de propiedad. Los países nórdicos saben mucho de todo esto desde hace décadas y por ello tienen potentes servicios públicos que optimizan los consumos y los costes medioambientales. En los países del Sur cada vez son más los jóvenes que recurren a fórmulas de pisos y coches compartidos o la economía de trueque para ganar en eficiencia, sostenibilidad y aprovechamiento de las opciones disponibles.
En un reciente artículo aparecido en prensa podemos leer: Las páginas de trueque como www.truequi.com se han multiplicado. Intercambiar servicios además de productos está en auge. La red CouchSurfing aglutina a personas de todo el mundo que ofrecen nuevas fórmulas para disfrutar de ciertos bienes. Otros optan por los bancos de tiempo, en los que la unidad de transacción no es el dinero sino los minutos. Entre los servicios que más se ofertan están los formativos: tú me das una hora de clase de alemán y yo a ti una de fotografía.
Gente que antes gastaba 120 euros en gasolina al mes en ir al trabajo han reclutado a otras tres personas para compartir coche y minimizar costes (y emisiones contaminantes), una práctica muy extendida, en torno a la que han surgido páginas como www.blablacar.es o www.comparteviaje.es. Porque la Red acumula miles de espacios con información para ayudar a rentabilizar la riqueza de manera inteligente.
Desde que la crisis estalló en 2008 se nota que la gente es cada vez más ingeniosa y busca alternativas, como puede comprobarse en la web Sindinero.org.
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