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19.5.25

Esto no va de partidismo. Va de dignidad. De simple instinto de supervivencia

ESPAÑA EN EL FUTURO                       

Cómo la democracia se desvanecerá sin ruido

En un futuro no muy lejano, en España se seguirá votando. Habrá campañas, debates, pactos y cobertura electoral. Pero cada vez serán menos los que crean que toda esa liturgia tiene alguna utilidad. El Parlamento seguirá en pie, los jueces dictarán sentencias, los medios informarán. 

Si un extraterrestre aterrizara en esa España del futuro, le parecerá que todo está en orden. Pero si arañara la superficie, descubriría que la mayoría de la gente se ha mudado a un país paralelo muy alejado de esta idílica postal.

Nadie recuerda un punto de inflexión determinado. No hubo tanques en las calles ni declaración solemne de algún general o político con chándal erigido en salvador de la patria. Sólo un proceso continuo de erosión.

27.12.24

El amor es la fuerza más intensa que existe, es indestructible y ellos lo saben

¿PELIGROSO O DESPECTIVO?                

Lo que me anima a escribir este artículo es la justificación de gulag para censurar mi carta a los valencianos, siendo la misma en otros muchos casos. Cualquier referencia, cualquier señalamiento a sus pecados, cualquier argumento que les destroce el cerebro es razón más que suficiente para recordarnos que nos hemos portado mal y que, por ahí no. El problema está en que son tantas las chorradas que sueltan, tantas sus mentiras, tantos de sus pensamientos infantiles y delirantes, que sólo un enfermo mental puede seguirlos, siendo imposible para cualquier persona que tenga un mínimo de inteligencia.

Cualquier signo de humanidad les quema, cualquier referencia al amor, a la unión, a la felicidad del ser humano, a su derecho al bienestar es tema tabú, como si una horda de satanistas se hubiesen metido en el ministerio de la verdad de Pedro Sánchez para hacer callar a aquél que niegue la validez de la nueva religión oficial, el satanismo, cuyo amo y maestro es Lucifer y sus súbditos sus alumnos, con el eterno problema de que cuánto más perversos son más torpes se nos muestran.