CUÁNTO CUESTA TENER PRINCIPIOS
Es más fácil ser
negacionista —o relativista— que actuar con responsabilidad medioambiental.
Ahora, la moda es apoyar medidas ecologistas, pero de forma superficial, sobre
el papel, con acciones tipo greenwashing: coche eléctrico,
reciclaje, una supuesta economía circular o con bonitos
lemas verdes. Por ejemplo, hoy todos apoyan las renovables (no se
entendería no hacerlo), pero algunos siguen defendiendo la nuclear con
argumentos falaces (como que evitaría el omnipresente riesgo de apagones).
Dejémoslo claro con un caso histórico. No generó turbación ni malestar general que el presidente de un gobierno defendiera el consumo de carne diciendo que un chuletón al punto es «imbatible». Lo que sí levantó la controversia fue visibilizar el enorme problema que tenemos por conseguir carne en el modo y la cantidad que lo hacemos (a nivel global, pero también a nivel europeo o español).
Y no importa que sea de ganadería extensiva. Si te atreves a decir que la carne y el pescado deberían ser más caros, te machacarán si eres importante y te ningunearán si no lo eres.¿Tiene algo que decir la ciencia en este tipo de debates?
Por supuesto que sí. Ya lo ha hecho y su conclusión es muy clara en multitud de
estudios, como el de Ripple, el de Kozicka, el de Pieper, el
de Berkhout, el de Wynes o el manifiesto firmado por más de 15.000 científicos.
Pero, ¿de qué sirve realizar estos
estudios —casi siempre financiados con dinero público— si no se atienden sus
conclusiones?
La sociedad prefiere seguir danzando al ritmo de la música
en la cubierta del Titanic. ¿Ignorancia? ¿Comodidad? ¿Egoísmo? ¿Confianza en el
más allá, en dioses, en políticos, en el tecnooptimismo?
¿Tal vez un poco de todo?
Si cumplir con tus principios no te cuesta dinero,
críticas y tu comodidad —las tres cosas—, es que son principios muy flojos.
Ser coherente con tus valores necesita, para empezar, un poco de sosiego y reflexión crítica para establecer tales principios con cierta consistencia y no porque lo dice «mi cuñao» o el «líder político de mi partido» (aunque ambos sepamos que son volubles y chaqueteros).
Por otra parte, podemos asegurar
que todo el mundo tiene principios
éticos, más o menos fundamentados, procedentes de sus vivencias y de su
formación (religiosa, cultural, mediática, política, etc.). Y a pesar de todo,
sostener esos principios ha de ser costoso.
Principios para mitigar el colapso
El colapso es inevitable porque la alta dependencia de la
tecnología requiere de muchos materiales y energía (y las alternativas no
pueden sostener la complejidad actual). Las ciudades son aún más vulnerables
por su dependencia de todo tipo de recursos externos. «No hay tiempo para una transición ordenada
que pueda esquivar el colapso». La transición
energética requiere décadas y, encima, no se dan las condiciones políticas ni
culturales. Algunas razones para esto son: el consumismo, el individualismo,
el antropocentrismo,
la irracionalidad humana o
la comodidad en sí
misma.
Este colapso,
aunque sea inevitable, puede desacelerarse. Los científicos alegan que lo
peor puede evitarse con medidas tan
bien conocidas y aplicables como poco empleadas.
Defender los derechos sociales (vivienda, respirar aire
limpio, derecho a migrar, etc.), señalar los desmanes de los mega
ricos y sus paraísos fiscales, o denunciar la desigualdad
imperante no es suficiente.
En la era de las redes sociales, creíamos que la libertad de expresión sería
mayor. En cambio, de nuevo, los intereses económicos han vuelto a ganar la
partida, maximizando su libertad de expresión (léase de manipulación).
Polarizan a la sociedad para que tengamos miedos que maximicen sus ganancias
(en dinero o en votos). Demasiadas veces ha pasado ya en la historia.
Para algunos, la empatía hacia el pobre, hacia el
necesitado, está bien para una foto, pero no para una película de larga
duración y menos, subvencionada con dinero público recortando gastos en
defensa.
https://blogsostenible.wordpress.com/2025/07/28/cuanto-cuesta-tener-principios/
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