LA INFOMANÍA
El Phono sapiens y
otras consecuencias de la era de las no-cosas
Dicen de él que es el filósofo vivo más leído del mundo.
Solo por eso Byung-Chul Han se
merecería un premio, posiblemente. Pero es que, además, el pensador alemán de
origen surcoreano ha sido capaz de acuñar términos que conceptualizan como un
guante los males y los retos a los que se enfrenta la hiperconectada sociedad
actual. El Premio
Princesa de Asturias que se le concedió reconoce, precisamente, su
capacidad a la hora de identificarlos.
Libros como La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia o el Aroma del tiempo se han colado en las listas de los más vendidos. Un dato que podría considerarse positivo en cuanto a las inquietudes humanistas de los lectores, pero que también levanta suspicacias entre la comunidad académica, que achacan a Han cierta superficialidad en su línea de pensamiento.
Sin entrar a debatir en la profundidad de sus reflexiones,
Byung-Chul Han ha llegado a tocar los cimientos de ciertos paradigmas. Lo hizo
con el lanzamiento de No-Cosas:
Quiebras del mundo de hoy, en 2011, apoyándose, a su vez, en
razonamientos de otros filósofos y poniendo en el horizonte las consecuencias
del frenesí de estímulos e información en el que nos encontramos inmersos. Pero
también, volviendo a ensalzar el
valor de tocar, oler y, en definitiva, de todo lo material y tangible.
¿Que son las no-cosas?
Han lo explica así en su libro:
«El orden terreno
está siendo hoy sustituido por el orden digital. Este desnaturaliza las cosas
del mundo informatizándolas. Hace décadas, el teórico de los medios de
comunicación Vilém Flusser ya observó que «las no-cosas penetran
actualmente por todos los lados en nuestro entorno, y desplazan a las cosas. A
estas se las llama informaciones». Hoy nos encontramos en la transición de la
era de las cosas a la era de las no-cosas. Es la información, no las cosas, la
que determina el mundo en que vivimos. Ya no habitamos la tierra y el cielo,
sino Google Earth y la nube. El mundo se torna cada vez más intangible, nublado
y espectral. Nada es sólido y tangible».
Para Han, las cosas estabilizan la vida humana, mientras que
la información «recubre» la actualidad y la perturba:
«Los impulsos de
información son todo menos polos de reposo de la vida. No es posible detenerse
en la información. Tiene un intervalo de actualidad muy reducido. Vive del
estímulo que es la sorpresa. Ya por su fugacidad, desestabiliza la vida».
La era de la infomanía
En la actualidad, según Han, nos encontramos en un periodo
de «hiperinflación» de las cosas ya que producimos y consumimos más información
que productos. La consecuencia de esto es otro de sus conceptos más
recurrentes: la infomanía.
«Nos volvemos
fetichistas de la información y los datos. Hasta se habla ya de «datasexuales».
En este panorama, las cosas se convierten en infómatas, esto
es, «actores» que procesan la información. Lo cual nos hace la vida más fácil
porque pueden realizar por nosotros muchas cosas, pero a cambio de exponer
mucho de lo que nos hace humanos.
«Hoy las prácticas que requieren un tiempo considerable
están en trance de desaparecer», alerta. Y entre ellas está la observación
atenta y detenida:
«La información
nos hace miopes y precipitados. Es imposible detenerse en la información. La
contemplación detenida de las cosas, la atención sin intención, que sería una
fórmula de la felicidad, retrocede ante la caza de información. Hoy corremos
detrás de la información sin alcanzar un saber. Tomamos nota de todo sin
obtener un conocimiento. Viajamos a todas partes sin adquirir una experiencia…»
El Phono Sapiens
Han recurre al filósofo Vilém Flusser para resumir el nuevo mundo dominado por la
información:
«Ya no podemos
retener las cosas, y no sabemos cómo retener la información. Nos hemos vuelto
inestables». Tras cierto escepticismo inicial, Flusser imagina el futuro con
imágenes utópicas. La inestabilidad inicialmente temida da paso a la ligereza
del juego. El ser humano del futuro, sin interés por las cosas, no será un
trabajador (Homo faber), sino un jugador (Homo ludens)»
Ese homo ludens no se servirá de las manos,
será manualmente inactivo, según Flusser, por lo que ya no podremos hablar de
actividades. Por eso Han pasa a llamarlo Phono sapiens, un ser que «solo experimenta, disfruta y
quiere jugar y se despide de esa libertad a que se refería Hannah Arendt, que
está ligada a la actividad» entendida esta como la capacidad de interactuar con
lo que existe, romper con ello y crear algo nuevo. La consecuencia inmediata es
la inactividad y, por ende, la falta de porvenir:
«El humano
jugador, manualmente inactivo, del futuro representa el final de la
historia».
Por qué a Han no le gustan los selfis
«Como las selfis
son ante todo comunicaciones, tienden a ser chismosas. De ahí que en ellas
prevalezcan también las poses extremas. No existe una selfi silenciosa. Los
retratos analógicos, en cambio, suelen ser silenciosos. No reclaman atención».
Apología de la rematerialización
En el capítulo final del libro, Han pone en tela de juicio
esa tendencia a demonizar lo material basándose en la sostenibilidad.
«Explotamos la
Tierra de forma tan brutal porque declaramos muerta a la materia y degradamos
la tierra a recursos (…) La ecología debe ir precedida de una nueva ontología
de la materia que la experimente como algo vivo».
Por eso el filósofo dedica el capítulo a explicar por qué
adora su vieja gramola, pero también por qué nunca se podrá comparar la
experiencia de leer un libro en papel con la de hacerlo en uno digital:
«Las cosas hacen
que el tiempo sea tangible, mientras que los rituales lo hacen transitable. El
papel amarillento y su olor caldean mi corazón. La digitalización destruye los
recuerdos y los contactos».
Por eso aboga por una nueva relación con las cosas y la
rematerialización del mundo:
«En el curso de
la digitalización hemos perdido toda conciencia de los materiales. Una nueva
«romantización» del mundo tendría que presuponer su rematerialización».
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