Y uno que solo lo quiere aparentar
Agricultura
ecológica, biodinámica, permacultura y producción integrada. Son
cuatro conceptos vinculados a la agricultura pero con diferencias
importantes. ¿Por cuáles merece la pena apostar? ¿Cómo se
identifican en las tiendas los productos que provienen de cada
modelo?
Trabajar
la tierra preservando la perdurabilidad de los ecosistemas
productivos. Este es el objetivo común entre la agricultura
ecológica, la biodinámica, la permacultura y la producción
integrada. Ahora bien, como veremos, en el caso de la producción
integrada la solución se queda corta. Los cuatro modelos han surgido
como respuesta
a la agricultura intensiva convencional y a sus graves impactos
ambientales.
Mencionamos solo uno de estos impactos, al que no se ha prestado atención hasta muy recientemente: la caída drástica de insectos en los cultivos y en todo tipo de hábitats. Los insectos están en la base de la cadena trófica; es decir, sin ellos no se pueden producir alimentos. La disminución tiene múltiples causas, pero se considera que la principal con diferencia es la agricultura convencional intensiva: un 24% de la “culpabilidad”, el doble que el siguiente factor en importancia. Las diversas técnicas de agricultura sostenible aparecen como la alternativa imprescindible.
Mencionamos solo uno de estos impactos, al que no se ha prestado atención hasta muy recientemente: la caída drástica de insectos en los cultivos y en todo tipo de hábitats. Los insectos están en la base de la cadena trófica; es decir, sin ellos no se pueden producir alimentos. La disminución tiene múltiples causas, pero se considera que la principal con diferencia es la agricultura convencional intensiva: un 24% de la “culpabilidad”, el doble que el siguiente factor en importancia. Las diversas técnicas de agricultura sostenible aparecen como la alternativa imprescindible.
Agricultura
ecológica: la agricultura sostenible con regulación europea
La
agricultura ecológica es el modelo de producción sostenible más
conocido y extendido en nuestro país y, de hecho, es la base de los
demás modelos. Sus rasgos principales son los siguientes:
-
Solo se pueden usar prácticas de cultivo que preserven la biodiversidad del suelo y prevengan su compactación o erosión;
-
No se pueden usar (salvo casos muy excepcionales) fertilizantes ni fitosanitarios de síntesis química;
-
Para mantener la fertilidad hay que hacer rotación de cultivos y aportar materia orgánica;
-
Las enfermedades y malas hierbas se previenen recurriendo a enemigos naturales de las plagas y usando técnicas de cultivo idóneas para estos fines.
Es
el único modelo de producción definido
legislativamente en
Europa, mediante los reglamentos que se mencionan a continuación. La
ley no establece solo normas para la agricultura sino también para
la ganadería, las explotaciones acuícolas (y la recolección de
algas salvajes) y la elaboración de alimentos ecológicos en
general.
En
2018 se aprobó una nueva versión de las normas de producción, que
entrará en vigor en 2021. Según la Sociedad Española de
Agricultura Ecológica todavía contiene aspectos que se deben
mejorar o concretar, pero introduce novedades positivas. Entre otras,
el fomento de la producción local y de los circuitos cortos de
comercialización, la posibilidad de otorgar el certificado a grupos
de productores (lo cual facilita y abarata la obtención del sello
por parte de explotaciones pequeñas) o la ampliación de los
productos reglamentados (se introducen por ejemplo sal, corcho, cera,
lana o pieles).
Reglamentos
europeos que regulan la producción ecológica
Los
alimentos producidos de acuerdo con estas leyes deben identificarse
obligatoriamente a ojos del consumidor mediante el sello
europeo.
También, opcionalmente, pueden llevar el sello del organismo público
del país o región donde se ha producido el alimento. Son dichos
organismos regionales los encargados de gestionar todo lo que tiene
que ver con el uso de los distintivos, como por ejemplo las
auditorías a los productores que optan por ponerlos a sus productos.
En España existe uno de estos organismos en cada comunidad autónoma.
Sello europeo
de producción ecológica.
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Agricultura
biodinámica: la agricultura sostenible antroposófica
La
agricultura biodinámica, como la ecológica, aprovecha y respeta el
funcionamiento natural de los ecosistemas productivos en cuanto a la
interacción entre vegetales, suelo, nutrientes, microorganismos y
animales. La biodinámica, además, también tiene en consideración
las relaciones
energéticas entre
todos estos elementos y con el cosmos. No en balde la etimología
de biodinámica nos
lleva a la idea de fuerza
de la vida.
Es un modelo de agricultura que se enmarca dentro de la antroposofía,
una filosofía (o una ciencia espiritual, en su terminología) que
desarrolló Rudolf Steiner a caballo entre los siglos XIX y XX.
A
la práctica, el rasgo más distintivo de la agricultura biodinámica
es que favorece la fertilidad del suelo usando unos compuestos
propios.
Se preparan a base de ingredientes animales y vegetales, a lo largo
de meses y teniendo en cuenta las influencias cósmicas cambiantes.
Estas influencias, las de todos los planetas, también determinan los
momentos de siembra, laboreo, tratamientos y recolecta; en el resto
de modelos agrícolas, incluyendo el convencional, se suele tener en
cuenta solo la influencia de la Luna para llevar a cabo estas tareas.
Podemos conocer más detalles en la web de la Asociación
para la Agricultura Biodinámica en España.
Los
alimentos obtenidos de la producción biodinámica se identifican por
el sello
Demeter,
que certifica que en la producción se han cumplido el reglamento
europeo de la agricultura ecológica y las normas específicas de la
biodinámica, tanto en los cultivos como en la producción
alimentaria. El sello es gestionado por una asociación privada de
organizaciones de 35 países de todo el mundo, que representan a unos
3.000 productores.
Permacultura:
la agricultura sostenible, eficiente y eficaz
El
término permacultura es una contracción
de permanente y agricultura.
Por lo tanto, semánticamente es un sinónimo de agricultura
sostenible. La permacultura fue inspirada, en Australia, por la
observación de las abundantes y fértiles interconexiones en el
ecosistema de una selva. La idea es amoldarse al máximo a la
naturaleza, tal como lo han hecho las culturas indígenas de aquel
continente con éxito durante siglos; se sostiene que así se
obtendrán los sistemas más eficientes,
eficaces y sostenibles.
Los
principios básicos son:
-
Observar la zona donde hay un cultivo para identificar los elementos y seres vivos que conviven en él en cada estación;
-
En el cultivo, diseñar la disposición de estos elementos para facilitar las interconexiones entre sí;
-
Usar elementos para más de una función, sacando el máximo provecho de las interconexiones;
-
Cumplir cada función mediante más de un elemento, para incrementar la seguridad en caso de fallo;
-
Hacer el mínimo esfuerzo para obtener el máximo rendimiento;
-
Aprovechar la energía o recursos que brinden gratuitamente los flujos naturales, como por ejemplo variaciones en pendiente o en temperatura.
Todo
esto en combinación con las técnicas agrícolas de la producción
ecológica.
También
hay unos principios que hacen referencia a la actitud con que se
trabaja, como por ejemplo mirarse los problemas como semillas de su
solución, vivir los errores como fuentes de aprendizaje o dar rienda
suelta a la creatividad.
La
permacultura se usa más en huertos domésticos o fincas pequeñas o
medianas que en grandes extensiones de cultivo. No
existe ningún sello para
identificar alimentos procedentes de una explotación regida por los
principios de la permacultura.
La
producción integrada surgió en los años noventa, cuando ya se
habían acumulado muchas evidencias del riesgo que supone la
agricultura convencional para la sostenibilidad productiva del campo.
En concreto se vieron los efectos perniciosos a largo plazo de
los pesticidas,
herbicidas y fertilizantes sintéticos,
que se han usado de forma indiscriminada y sin límites cuantitativos
durante décadas.
El
Departamento de Agricultura de la Generalitat de Cataluña
(DARP) describe así
la agricultura integrada: “Para la protección de los cultivos la
producción integrada combina la utilización de métodos de lucha
biológica para el control de plagas y enfermedades, junto con el uso
de técnicas tradicionales, basadas en la utilización de productos
agroquímicos.” Hay que aclarar que aquí tradicionales se
refiere a “usadas desde el segundo tercio del siglo XX”.
Los
métodos de lucha biológica son los que se usan en la agricultura
ecológica. Los productos agroquímicos son los que se usan en la
producción convencional, si bien en la integrada sí que hay límites
cuantitativos y discriminación por cultivos.
En concreto hay unas normas
técnicas de producción integrada que
estipulan en qué casos, cantidades y momentos se pueden aplicar
fitosanitarios químicos a cada cultivo.
Según
el DARP, una de las finalidades de la producción integrada es
“minimizar el uso de productos agroquímicos”, y uno de sus
objetivos es “adaptarse a la forma de producción intensiva de las
empresas agrícolas actuales, asegurando
su viabilidad económica.”
En otras palabras: aquel minimizar en
realidad quiere decir “minimizar pero sin que se reduzca la
productividad ni la seguridad de cosecha de la agricultura
convencional”.
A
la práctica esto se traduce en seguir aplicando fitosanitarios
sintéticos a los cultivos, a pesar de que la agricultura ecológica
puede dar rendimientos comparables al menos en algunos casos (hay que
decir, por otro lado, que estos altos rendimientos son innecesarios,
dado el elevado nivel de derroche alimentario en nuestro mundo). Y es
que en la adopción de la estrategia integrada tiene un papel
protagonista la poderosa industria proveedora de los agroquímicos.
Ciertamente disminuir su uso es positivo, pero no elimina sus efectos
perniciosos sino que los retrasa en el tiempo. Es decir, no tiene
como resultado sistemas agrícolas sostenibles.
La
agroecología: hacer sostenible la agricultura sostenible
Usar
técnicas agrícolas que preserven, y de verdad, la fertilidad de las
tierras es imprescindible para una sostenibilidad alimentaria
completa, pero no es suficiente. Es necesario, además, que el modelo
agrario se encuentre enmarcado en todo un sistema integral en el
que las
vertientes social, laboral y comercial estén concebidas de forma
coherente y sinérgica con la sostenibilidad agrícola,
y ello en
términos no solo ambientales sino también humanos y económicos.
Esta es la idea que hay detrás de la agroecología.
Es un concepto menos conocido pero que, si pensamos en el futuro, es
más determinante que la agricultura sostenible en sí misma.
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