«RANDI RANDI», EL EQUILIBRIO ES DAR Y RECIBIR
Proyectos de
producción y consumo que huyen de la espiral del capitalismo, otra
forma de asumir el mundo, más sostenible, más humana… pero
seamos ambiciosos: ¿cómo mejorar?, ¿cómo identificar los errores
y aciertos? La herramienta Eraldabide de Emaús recoge pautas y
consejos.
Desde las
iniciativas más pequeñas y locales es posible lograr grandes
resultados que pueden mejorar e, incluso, cambiar nuestro entorno.
Conceptos como comercio justo, soberanía alimentaria o economía
social y solidaria impresionan; se intuye que albergan grandes
ambiciones y sus aspiraciones retan en cierta medida al modelo
imperante, al capitalismo, a la forma en que vivimos y consumimos.
Estos retos, sin
embargo, lejos de constituir un peligro, suponen una gran
oportunidad que cada vez más agentes sociales y también
instituciones desean aprovechar. Y ya lo hacen, de hecho. Una
jornada en el parque de Gladis Enea, con olor a otoño y lluvia,
sirvió para reflexionar sobre estos modelos transformadores de la
mano de Cristina Enea Fundazioa y Emaús.
Reflexionen varios
minutos sobre alguna iniciativa cercana de esta naturaleza.
Seguramente identifiquen más de una: agricultura, ecología,
energía, educación… cualquier sector es susceptible de cambios e
innovación.
Algo tan sencillo
como el intercambio de semillas, por ejemplo, ha resultado una grata
sorpresa en el seno de la fundación. Su iniciativa “Hazierak”
buscaba, entre otros objetivos, contactar a personas que produjeran
a nivel local variedades que se estaban perdiendo.
No obstante, ha
resultado ser un espacio donde se llevan y traen semillas (nunca hay
un euro de por medio) y se aporta información sobre ellas: «si son
picantes o no, cuándo florecen, en qué recetas quedan más
sabrosas…», enumera Txema Hernández. Según afirma, esto supone,
a su vez, fortalecer el vínculo con la cultura y el entorno. «No
había grandes ambiciones –comenta–, pero hemos activado una
red». La iniciativa aglutina a unas 300 personas.
También pone el
acento en el apartado didáctico. A través del programa “Nekazal
kultura eskoletara”, acercan hasta el espacio agrícola a niñas y
niños, rompiendo la barrera que existe entre ambos mundos, el rural
y el urbano, y conectando generaciones anteriores con nuevas.
La jornada también
recogió las voces de Maira Rocha, de Brasil, y Ángeles Carrión,
de Ecuador. Desde el movimiento social y solidario Mese al que
pertenece, la ecuatoriana hizo hincapié en que estas iniciativas
sean visibilizadas y en el «randi randi» o, lo que es lo mismo,
«dando-dando». Para ella, «la vida es dar y recibir», y ahí
reside el equilibrio, lo sostenible.
Y una última idea
en la que coincide con Asier Arcos, de Emaús: en el centro han de
estar las personas y su bienestar. «Cualquier modelo tiene que
tener en cuenta la inclusión de las personas, hablemos de
producción o hablemos de consumo». Para Carrión, «por más que
la infraestructura se apoye en una maquinaria», si las relaciones
no están bien acopladas, «termina por fracasar».
Desde el
autoanálisis
Tanto de los
fracasos como de los éxitos se extraen lecciones, pero igual de
importante es el camino. ¿Cómo puede saber un proyecto si es
acertada su estrategia, en qué puede mejorar o cómo potenciar sus
puntos fuertes?
Emaús ha
elaborado una completa herramienta de autoevaluación, llamada
Eraldabide, de forma que las propias iniciativas transformadoras,
tanto de instituciones públicas como de organizaciones civiles,
hallen las respuestas a esas preguntas.
Según explica
Arcos, el método de análisis no deja de lado el comercio justo,
pero propone otras variables sociales importantes, como las
medioambientales, de inclusión social, de género y de vinculación
con el territorio, un extremo al que le otorga mucha importancia.
La herramienta
resulta novedosa porque no existen muchas de este tipo y porque
aporta parámetros para medir aspectos difíciles de cuantificar. A
partir de mañana estará disponible en la web de la fundación
Emaús.
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