MEDIOS DE COMUNICACIÓN
EL CARRUSEL DE LAS EMOCIONES
Podemos repetirnos
las cosas una y otra vez para convencernos de que sabemos por dónde nos lleva
el mundo. Pero por mucho que repitamos no acertaremos más. A
veces hay que descabalgar ideas llenas de roña y buscar más allá del cliché.
Acostumbramos a ver poderes en la sombra con un grado de maldad, coordinación y éxito que resulta difícil de creer. Estamos repitiendo una y otra vez que los poderes ocultos, inefables e inexpugnables, son todopoderosos y nada podemos hacer contra ellos. Ellos dirigen el barco y nosotros capeamos malamente el temporal. ¿Qué puedo hacer contra los Rothchild, los Illuminati o los Schwab?
Pero esto solo disimula nuestra pobreza de espíritu y la necesidad de no asumir responsabilidades. "Ellos tienen la culpa". "Yo no puedo hacer nada". "El capitalismo y las élites neocon lo controlan todo".
No es cierto. Somos responsables. No son
todopoderosos.
Los medios de comunicación no son todopoderosos porque por
mucho que reciban financiación pública, no cumplirían su objetivo si no
tuviesen audiencia. Así que hay una parte que no podemos controlar, que son los
medios económicos y los contenidos. Pero hay una parte que sí podemos controlar
que es la audiencia.
Ellos viven por y para la audiencia, porque sin audiencia
nunca conseguirían sus objetivos: lavarnos el cerebro, hacernos previsibles y
manipulables.
La población se ha vuelto alérgica a la información y
adicta a las emociones. Durante años, los medios de comunicación han ido
modificando su negocio a otros objetivos. Hemos pasado de una prensa que vivía
de la publicidad para la que se intentaba captar audiencia, a un nuevo modelo
de negocio, donde el trabajo es captar y secuestrar la opinión pública a cambio
de favores económicos públicos y privados y para ello se ha transformado la
información en propaganda.
Pero la propaganda no es compatible con la información
objetiva sino con las emociones:
- Titulares
repetitivos (mismo titular en distintos medios)
- Titulares
simples (buscan que no entiendas el titular y pulses para leer más)
- Titulares
contaminados por calificativos y emociones (desastroso, irremediable,
genocidio... toda la información bajo patrones de irracionalidad y
neuroticismo)
- Información
sesgada (solo una cara de la moneda. Solo una parte del pastel)
- Información
contaminada por emociones (mezcla constante de información y opinión)
- Noticias
declarativas (la noticia es lo que dice alguien)
- Uso
de deprecativos de neolengua (facha, zurdo, machista, capitalista,
negacionista, antivacunas...)
Y frente a esta realidad, imitamos el modelo, seguimos la misma "estrategia" sin valorar
su inutilidad y el daño que se genera. Reaccionamos ante la
contaminación de emociones, con más emociones y al "neo-insulto" con
otros "neo-insultos"
Y es ese componente reactivo el que buscan. Y es ese el
resultado que les damos.
Ellos venden
emociones porque la mayor parte de la gente está dispuesta a consumir esas
emociones y se quedan enganchados a esas emociones porque a nadie le
interesa ya la información limpia. No es un plan macabro, es un plan simple y
funciona porque la gente se ha vuelto adicta a las emociones y a las
reacciones. Cada día buscan su dosis de emociones y su papelina de reacciones,
y una vez adictos, cada día necesitan una dosis mayor. Es en esto en lo que
fallamos y ese es el problema.
Estamos enganchados
a las emociones negativas, al discurso pobre, a la manipulación burda y a la
reacción rápida e irreflexiva. Si hiciésemos el favor de centrarnos en
emociones positivas, en discursos elaborados, ajenos a convencer o manipular, y
a mantener una cierta templanza, el gobierno no tendría tanto poder; el mal no
podría avanzar, el efecto lucifer tendría su vacuna. ¿Por qué reaccionamos
siempre como presos ofendidos?
Si nos desenganchamos de la propaganda, de la emoción, del
chisme, la "estrategia" y la reacción automática e irreflexiva,
nosotros ganamos y ellos pierden. No es tan difícil. No se necesita gran
esfuerzo.
Después de todo, ellos solo saben controlar a enfermos.
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