¿PELIGROSO O DESPECTIVO?
Lo que me anima a escribir este artículo es la justificación
de gulag para censurar mi carta
a los valencianos, siendo la misma en otros muchos casos. Cualquier
referencia, cualquier señalamiento a sus pecados, cualquier argumento que les
destroce el cerebro es razón más que suficiente para recordarnos que nos hemos
portado mal y que, por ahí no. El problema está en que son tantas las chorradas
que sueltan, tantas sus mentiras, tantos de sus pensamientos infantiles y
delirantes, que sólo un enfermo mental puede seguirlos, siendo imposible para
cualquier persona que tenga un mínimo de inteligencia.
Cualquier signo de humanidad les quema, cualquier referencia
al amor, a la unión, a la felicidad del ser humano, a su derecho al bienestar
es tema tabú, como si una horda de satanistas se hubiesen metido en el
ministerio de la verdad de Pedro Sánchez para hacer callar a aquél que niegue
la validez de la nueva religión oficial, el satanismo, cuyo amo y maestro es
Lucifer y sus súbditos sus alumnos, con el eterno problema de que cuánto más
perversos son más torpes se nos muestran.
Somos su alimento, su aliento emocional, nuestro miedo es el
que corre por sus venas y es el que los hace fuertes y soberbios como
aprendices de semidioses, siendo necesario causarnos sufrimiento, a cámara
lenta, y, después, ver como entramos en frustración, en ausencias, en duelos,
en dolor, en pobreza y en desconcierto, mientras como ovejas les seguimos el
juego y vamos todos juntos por el mismo sendero porque creemos que aún existe
una esperanza, una forma de salir adelante.
Mas la horda ya creó el escenario y llevan siglos haciéndolo
a nuestras espaldas. Nos hicieron creer que éramos libres, que éramos iguales y
todas esas chorradas o cuentos de masones que nos tapan con las mantas antes de
dormir, con el fin de ilusionarnos en la magia que les fabricó el mismo
Satanás, el cual les ha dicho palabra por palabra, qué han de hacer, eso sí,
con mucha paciencia.
Son ellos los que nos ponen las necesidades, nos la crean, nos alimentan o nos matan de hambre a capricho, nos envenenan, nos enferman poco a poco, nos inyectan el veneno de la condena final por el mero hecho de comportarnos como seres humanos, que es lo que más desprecian, como las brujas detestan a los niños o los huelen desde lejos como si fuesen pedazos de excremento. Por ello animan a las madres a que los aborten, como una sacrificio antiguo, extendido, disimulado y con sus restos hacen mejunjes y cremas para la piel, llevándose de paso miles de millones de dólares con cada vez que las mujeres se niegan a la maravilla de sentirse madres y experimentar la inocencia de sus hijos.
Del mismo modo, en las escuelas se presentan los profesores y
otros miembros ministeriales con el encantamiento sexual para que los niños se
duerman en los gozos de sus cuerpos y se pierdan en la confusión donde al final
sólo triunfa el odio, la soledad, el aislamiento y la falta de amor. Por eso la
familia es un nido de perdición para todas estas oscuras hordas de aprendices
luciferinos.
Además, como saben que han de tener mucho cuidado con
nosotros, conocen el modo en el que gradúan la temperatura del agua en el que
ensucian nuestras conciencias de lo inútil para luego, cuando descubramos la
verdad de lo aprendido, pues nos han convertido en completos zombis que no son
capaces ni de cuidar de sí mismos, sólo nos quede suicidarnos o que les pidamos
que nos maten, el momento preferido para ellos y que tanto esperan. Nos dan el
mejor gel, el mejor jabón, hecho con la sangre de quienes han asesinado y ni
tan siquiera lo sabemos, como marcan sus rituales demoniacos, donde emplean la
cera de mujeres vírgenes y bebés sacrificados.
Es así como el mal entra por nuestra casa, en nuestras
mentes intoxicadas, haciéndonos creer verdades falsas, convirtiendo lo cierto
es ridículo, lo real en irreal y sólo objeto de creencias para personas que
están locas y fuera de toda realidad racional, la inteligencia en estupidez y
los sueños que hemos comprando a altísimos precios, porque nos han dicho que su
calidad es comparable al sacrificio, la única esperanza, aunque de momento sólo
encontremos hambre, abandono y vacío, tal vez es porque es la prueba de fuego,
mientras ellos se ríen de nosotros mientras nos miran desde arriba de nuestras
casas.
Sé lo atroces que pueden sonar estas palabras, sé que son
tanto peligrosas como despectivas para personas que no merecen llamarse humanas
porque vendieron sus almas al demonio hace mucho tiempo y no son más que
ángeles hambrientos de nuestras almas.
Pero no les daremos ese gusto, tampoco consideramos sus
opiniones ni nos importarán cuán incómodas les parezcan nuestras actitudes de
seres libres, conscientes, valientes y dispuestos a defender la dignidad humana
(la nuestra y la de los demás), aunque paguemos un alto precio por ello, porque
ya lo hacemos al vivir como esclavos.
Feliz Navidad y que les den. El amor es la fuerza más
intensa que existe, es indestructible y ellos lo saben, saben que sus mentiras
son como máscaras que se caen solas y que la verdad les quema tan adentro que
prefieren vivir en sus grutas oscuras, llenas de víctimas de la que se
alimentan como las alimañas.
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