EL MOVIMIENTO GETTING REAL
Un acuerdo de
decrecimiento permitiría mejorar la vida de la gente
Hablamos con Mark Burton desde su labor como coordinador del movimiento Getting Real y del decrecentismo en el Reino Unido.
¿Puedes explicar el movimiento Getting Real? ¿Cuándo y
por qué fue creado?
El movimiento Getting
Real es una iniciativa de la red DegrowthUK,
una red informal de personas que están interesadas en trabajar y promover el
decrecimiento.
En la primavera de 2023, sabíamos que estaban a punto de convocarse elecciones generales, por lo que pensamos que era necesario hacer una declaración coherente y completa sobre la alternativa decrecentista al crecimiento dominante de los principales partidos políticos y, de hecho, de toda la sociedad británica.
Hubo mucho interés inicial y se creó un grupo de trabajo que
empezó a reunirse de forma remota. El plan era llegar a fijar después un día
para escribir el manifiesto en persona. Desafortunadamente, por motivos imprevistos,
perdimos a algunos de nuestros miembros más importantes, lo que se tradujo en
que, quienes hicimos realmente el trabajo, fuimos un grupo mucho más pequeño, y
finalmente no pudimos organizar un evento cara a cara.
Otro problema fue que las elecciones generales se convocaron
de manera anticipada, lo que impidió que lanzásemos el informe a tiempo. Aún
así, ya habíamos decidido no restringir el foco del trabajo a las elecciones
generales, sino lanzarlo como un recurso a medio plazo.
Lo bueno fue que sí que obtuvimos el asesoramiento de varios
expertos en política en diversas áreas de las que se cubren en el informe, y
también que lo llegamos a difundir entre redes potencialmente amigas, incluidos
aproximadamente 50 parlamentarios, cuyas posturas han sido consistentes con al
menos algunos elementos de nuestro enfoque. También entre una serie de personas
muy importantes e influyentes en la política a nivel nacional.
La respuesta desde el movimiento decrecentista ha sido, en
general, decepcionante con algunas excepciones. Nuestro trabajo se ha usado
poco y ha tenido poco interés, a pesar de ser el manifiesto disponible más
completo sobre cómo podría ser el decrecimiento en el Reino Unido a nivel
nacional. Hay que decir que este manifiesto se centra en el Reino Unido, pero
podría extrapolarse a casi cualquier otro país.
¿Dirías que estamos ante una crisis ecológica, política y
social a nivel mundial?
Sin duda. Las señales nos rodean por todas partes. Desde los
indicadores de que el planeta se calienta y de que los ecosistemas están
colapsando, hasta las crisis y desastres sociales, políticos y económicos que
copan las noticias. Nos encaminamos de forma inquietante hacia el colapso de
múltiples sistemas que ya fue previsto por el informe Los límites del
crecimiento hace más de 50 años.
Por lo general, en los países más ricos todavía existe la
arrogancia de suponer que no nos afectará mucho o que es algo de lo que deben
preocuparse nuestros nietos, pero en realidad ya está ocurriendo ahora: un país
como el Reino Unido depende tanto de las cadenas de suministro transnacionales,
está tan expuesto a los choques económicos y tan conectado a la maquinaria de
guerra dominada por Washington, que es un tema de gran preocupación para
nosotros.
Mis amigos del Sur global están experimentando un estrés
ambiental muy grave, en ciudades como Manaos y Ciudad del Cabo. Y, por
supuesto, vemos niveles de barbarie casi sin precedentes en Gaza, Sudán,
Myanmar, etc.
Decís que en el Reino Unido ningún partido político tiene
una intención real de abordar esta crisis múltiple. ¿Es hora de que la sociedad
se levante y haga algo para darle la vuelta a esta realidad? ¿Puedes contarnos
cuál es la propuesta de Stop the Damage?
No creemos que sea factible para los actores de la sociedad
civil hacer esto solos, o incluso en masa, porque en última instancia requerirá
la acción del gobierno/Estado. La pregunta entonces es: ¿cómo se puede ejercer
influencia sobre el aparato estatal?
Hay varias formas de hacerlo que se analizan en la bibliografía sobre estrategia
y decrecimiento. En este sentido, debemos entender el Estado, ya sea
nacional, local o transnacional, como un terreno de disputa que, si bien está
dominado por poderosos intereses sectoriales, no está completamente cerrado:
existen múltiples oportunidades —que varían con el tiempo en su actitud
receptiva— para
ejercer influencia.
Dos cosas que añadiría a esto son: el énfasis en la
construcción de bloques contrahegemónicos, a lo Gramsci; y la educación o
concienciación política, a lo Paulo Freire.
El primero implica construir la visión de una alternativa
con la que múltiples actores y sectores puedan identificarse. Esto se logra a
través del tipo de trabajo que hacemos para articular la alternativa de una
manera bien investigada y rigurosa, así como a través de luchas en los múltiples
puntos de conflicto que genera el modelo de acumulación crecentista hegemónico.
También, a través de proyectos prácticos sobre el terreno que demuestran otro
camino.
Esa es una tarea enorme, por lo que debemos ser claros
acerca de nuestro propio papel en ella, actuando de manera un tanto oportunista
como un recurso para el movimiento de movimientos y enmarcando/reenmarcando
ideas, preocupaciones, problemas y demandas dentro de la ideología
contrahegemónica del decrecimiento administrado y equitativo.
Cuando lo llevamos nosotros mismos a la práctica en
Manchester, esto es exactamente lo que hacemos: apoyamos campañas clave en
temas tan diversos como el transporte público, la desinversión de fondos
públicos de combustibles fósiles y la protección de los espacios verdes y la
naturaleza, al tiempo que exploramos, criticamos y producimos propuestas
políticas. Como pequeños grupos activistas tenemos que trabajar juntos,
colaborando en las cosas en las que estamos de acuerdo.
La segunda es un área que a menudo se descuida: para que
haya cambios, la gente necesita tener su propia comprensión de la realidad
social y política, no la que recibe de una combinación de propaganda oficial y
de la encarnación ideológica de las relaciones capitalistas en la vida
cotidiana.
Esto quiere decir «desideologizar la realidad». Es decir,
«leer el mundo» y no las apariencias que se nos presentan. El año pasado
realizamos un taller llamado Pulling Things Apart, en el que usamos
algunos de los objetos llevados al Repair Café (o café de reparación
en castellano) como base para explorar la naturaleza de los bienes
manufacturados que solemos dar por sentado.
¿De qué están hechas estas cosas? ¿De dónde vinieron estos
materiales y cómo se procesaron? ¿Quién se encargó de extraerlos y procesarlos?
¿Quién hizo los artículos y dónde? ¿Cómo llegaron hasta nosotros y nosotras?
¿Cómo son de duraderos? ¿Dónde y cómo se estropean? ¿Se pueden arreglar? ¿Qué
ocurre con ellos al final de su vida útil?
En la sesión se exploraron algunas de estas preguntas
mediante una discusión abierta y organizada. Aunque no las pudimos contestar
todas, el trazar un mapa del alcance de nuestro conocimiento y de nuestra
ignorancia fue en sí mismo revelador. Este es un ejemplo de una forma
alternativa de llevar a cabo esa educación política tan necesaria y tan
insuficiente.
Además de esta pancrisis, ahora hay un genocidio en Gaza,
se habla de una posible nueva guerra mundial y en todo el mundo los partidos de
extrema derecha están ganando elecciones. ¿Se relaciona esto con todo lo
anterior? ¿Podemos parar esta otra situación?
Creo que mi respuesta a la pregunta anterior responde en
parte a esto, pero la relevancia de las manifestaciones masivas, la acción
directa y el trabajo a través del sistema legal para desafiar las violaciones
de los derechos humanos y el derecho internacional también juegan un papel
importante en todo esto.
Al mismo tiempo, hay gente que se mete en problemas por
intentar denunciar lo que está pasando. ¿Qué opinas del hecho de que muchos
activistas por el clima, e incluso científicos, sean tratados como terroristas
por arrojar pintura a cuadros famosos y, al mismo tiempo, los directores
ejecutivos de grandes empresas (o los gobiernos) no sufran ninguna consecuencia
por sus acciones?
En cierto modo, esto muestra las tensiones que está
experimentando el sistema dominante. Cuanto más frágil sea éste y la posición
de quienes ocupan puestos de poder, más represivo será cuando se le cuestione.
Vemos esta manifestación del imperio contraatacando de
muchas maneras, desde los ejemplos que mencionas, hasta la neutralización de lo
que era un desafío potencial y una alternativa al sistema político del Reino
Unido desde la izquierda, en la forma del Partido Laborista del Reino Unido
bajo el liderazgo radical de Jeremy Corbyn (y el movimiento de base que lo
apoyaba). El sistema se movilizó con éxito para utilizar la propaganda, la
desinformación y la manipulación para destruir las posibilidades de ese momento
político.
Otro punto del manifiesto es cuando habláis de la necesidad
de que el Reino Unido reconozca y repare las injusticias que cometió
históricamente en términos de financiación climática, compensando a aquellos
países de los que extrajo sus recursos naturales y/o mano de obra para impulsar
su desarrollo industrial.
No se trata sólo de la expropiación de recursos y valores de
esos países, sino también de la responsabilidad desproporcionada del Reino
Unido en la crisis climática.
Como primer país industrializado, el Reino Unido lleva 200
años emitiendo altos niveles de gases de efecto invernadero. Aunque ya no
tenemos mucha industria, todavía utilizamos esos recursos y valor extraído para
mantener un alto consumo de materiales y energía, lo que causa la emergencia
climática y ecológica.
Por supuesto, no somos el único país con responsabilidades
en esto, pero la responsabilidad moral es tanto compensar lo que ha sido —y
sigue siendo— efectivamente un robo, como compensar el daño causado, tanto en
la era industrial como en la postindustrial, por la contaminación de carbono.
En Getting Real, planteamos los problemas y analizamos propuestas para realizar
enmiendas, permitiendo así que los países más pobres adopten medidas climáticas
y al mismo tiempo mejoren y protejan sus niveles de vida.
Lo que parece claro es que tenemos que dejar de robar los
recursos a otros países y frenar el crecimiento constante, ¿no?
Es lo que Ulrich Brand ha llamado “La
forma imperial de vivir”.
Cuando la gente piensa en el decrecimiento, solo se
centra en las partes más difíciles, tal vez porque eso es lo que le interesa al
capitalismo: decir que cambiar nuestra forma de vida va a ser terrible. Sin
embargo, en el manifiesto hay bastantes aspectos positivos y se habla de
cambios que pueden mejorar la vida de la mayoría de las personas. ¿Cómo
explicarías esto a la gente que no es consciente de esta cara del
decrecimiento?
Hay que empezar por la experiencia de las personas y por su
comprensión actual de todo esto. De lo contrario, lo único que se consigue es
meterles por la garganta conceptos ajenos. Así, por ejemplo, cuando la gente se
queja de los impuestos, podemos entablar una conversación con ellos sobre un
sistema tributario más equitativo, como se describe en el informe.
Creo que la gente tiende a estar abierta a ideas nuevas si
se les aborda de una manera no beligerante. Las personas quieren mejorar sus
vidas y podemos explicarles cómo un acuerdo de decrecimiento lo permitiría. Por
supuesto, como ya hablamos antes, quedan muchos obstáculos por superar. Pero,
en el fondo, hay que tener en mente que la mayoría de la gente no disfruta con
el estilo de vida actual, caro, competitivo y basado en la velocidad y el
consumo.
Solo tenemos que mostrarles por qué no son felices así y qué
sería mejor para ellos. Por supuesto, eso requiere crear oportunidades para el
diálogo, algo que no siempre es fácil. Especialmente cuando la gente ha
adoptado posiciones altamente confrontativas y reaccionarias.
Últimamente, cada vez hay más personas que sufren
depresión y ansiedad. ¿Crees que el decrecimiento también puede ayudar a
nuestra salud mental?
Sí. Como comenté antes, el estilo de vida imperial,
consumista, competitivo y de alto octanaje es malo para todos y todas. Nos hace
sentir inseguros y fracasados y es una muestra de los estragos que el
capitalismo tardío causa en las vidas de sus sujetos.
El mes pasado hubo más de 200 muertos en Valencia a causa
de la DANA. ¿Crees que esto va a hacer que la gente se dé cuenta de que la
crisis climática no es algo del futuro, sino que el cambio climático ya está
aquí y nos afecta a todos?
Ya existe una comprensión general de que el cambio climático
es un problema y estos acontecimientos lo hacen más inmediato. Aún así, tenemos
que evidenciar las conexiones, los contextos y, lo más importante, mostrar a la
gente que no tiene por qué ser así, que hay formas en las que pueden actuar,
individual y colectivamente.
¿Qué les dirías a las personas y empresas que siguen
destruyendo el medio ambiente, pero lo cubren con un lavado de imagen
verde?
Creo que lo que tenemos que hacer es exponerlos educadamente
si parecen tener buenas intenciones (no todos entienden que las compensaciones en
realidad no contrarrestan el daño) y, más severamente, si lo hacen como
propaganda cínica.
Como sufro de ecoansiedad, a veces siento que necesito
centrarme en algo positivo para seguir adelante con la lucha. ¿Qué dirías para
terminar con un poco de optimismo?
El modelo dominante de continuo crecimiento es cada vez
menos creíble. Al mismo tiempo, cada vez aparecen más alternativas, sobre todo
a nivel local. El cambio puede ocurrir de manera repentina e impredecible, o
puede darse de una forma más gradual. Parafraseando a Gramsci, hay que seguir
intentándolo, incluso aunque sigamos siendo pesimistas.
Mark Burton se describe como un activista académico independiente que explora las relaciones entre la economía, el medio ambiente y la justicia social en el contexto de la región de Manchester; y cómo esta y otras regiones pueden dar sus primeros pasos hacia una sociedad y una economía post-crecentista. Es miembro de Steady State Manchester y autor de In Place of Growth, The Viable Economy, The Viable Economy and Society y Policies for the City Region. Además, editó la colección de obras A Viable Future
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