TRAD TRAP
La idealización del
pasado en la era de la incertidumbre
En una época dominada
por la volatilidad, el caos informativo y la hiperconectividad, una
parte significativa de la juventud ha comenzado a mirar hacia atrás. Pero
no con nostalgia inocente, sino como quien busca refugio. Frente a un
presente percibido como inestable y un futuro cada vez más sombrío, emerge
una tendencia inesperada: la recuperación e idealización de los valores
tradicionales como forma de rebeldía cultural. Una tendencia analizada
en Consumer Trends 2025 (*).
Añorar lo que no se vivió
El 54% de la población joven en España admite admirar los contenidos del pasado por considerar que «todo parecía más sencillo», según el informe Culture Next de Spotify. Y en efecto, esta añoranza de lo no vivido ha encontrado en los medios digitales una potente herramienta de visibilidad.
Desde cuentas de TikTok que glorifican las tareas del hogar con estética vintage hasta canales de YouTube que explican cómo vivir como en los años 50, el revival del pasado no es un fenómeno aislado ni anecdótico.Lo más interesante es que esta tendencia no se limita al
plano estético o superficial. El fenómeno Trad Trap arrastra
consigo una narrativa política y existencial que, aunque en muchos casos
no es consciente, sí resulta profundamente ideológica: si el presente no
ofrece respuestas, entonces las buscamos en el pasado. Pero ¿qué tipo de
pasado?
La trampa de la idealización
La fascinación por tiempos pasados suele construirse desde
una memoria selectiva. El retorno simbólico al “orden” también implica,
muchas veces, una vuelta a roles de género rígidos, a estructuras
familiares que dejaban fuera muchas realidades y a modelos de autoridad
que limitaban la diversidad.
Según la Encuesta de Población Activa, el número de amas de
casa en España ha descendido un 43% en las últimas dos décadas. Sin
embargo, en internet, la figura de la Trad Wife —la
esposa que decide dejar su carrera profesional para centrarse en el
hogar y delegar decisiones en su marido— está en auge y acumula más de 84
millones de visualizaciones en TikTok.
Este tipo de discursos, aunque a veces se presentan como
decisiones personales libres y empoderadas, pueden reforzar estructuras
que históricamente han perpetuado la desigualdad. La línea entre la
elección individual y la narrativa conservadora que romantiza la opresión
puede ser más fina de lo que parece.
La paradoja de la rebeldía conservadora
Hay algo profundamente paradójico en todo esto: la
tradición, que siempre se ha percibido como un refugio del statu
quo, se convierte aquí en un gesto de ruptura. En lugar de
reivindicar nuevas formas de vida, esta idealización reinterpreta lo viejo
como si fuera lo más radicalmente nuevo. La tendencia Trad Trap se
presenta como una disidencia estética y vital frente a un mundo
postmoderno, incierto y agotado.
Rocío López Bueno, conocida como Roro Bueno, es
un ejemplo paradigmático. Su contenido en TikTok, centrado en recetas y
labores del hogar, ha sido señalado como un reflejo de esta tendencia.
Aunque ella se define como feminista y afirma cocinar por placer, su
personaje digital ha generado debate por perpetuar ciertos estereotipos de
género. Su caso ilustra bien el conflicto entre expresión individual y
recepción colectiva: ¿estamos ante un acto creativo o ante un nuevo caso
de packaging del viejo patriarcado?
Del meme al merch: la politización del pasado
El fenómeno no se limita a las redes sociales. También afecta
a la esfera política. Tras el atentado fallido contra Donald
Trump el pasado año durante un mitin en Pensilvania, la
imagen del expresidente herido con el puño en alto fue transformada
rápidamente en merchandising por
parte de sus seguidores. En apenas tres horas, se vendieron miles de camisetas
con su imagen. La épica tradicional se convierte así en símbolo de resistencia.
El fenómeno Trad Trap ya no es solo una estética: es una
narrativa que se puede llevar puesta. Esta reacción conservadora se
vincula también con prácticas como el prepping —prepararse
para un futuro catastrófico—, la educación en casa (homeschooling), o la
desconfianza hacia las instituciones. Todas ellas parten de una misma
raíz: la sensación de que el sistema ha fracasado, y que la única forma
de protegerse es volver a lo individual, a lo conocido, a lo “seguro”.
Consecuencias invisibles (pero no inofensivas)
Más allá de lo anecdótico o superficial, esta tendencia
tiene implicaciones profundas. La recuperación de roles tradicionales
puede suponer una regresión real en los derechos y oportunidades para las
mujeres y otras minorías. El retorno a valores rígidos en un contexto de
creciente diversidad y complejidad puede acentuar aún más las divisiones
sociales ya existentes.
Además, la mentalidad de «ponerse en lo peor» alimenta un
imaginario apocalíptico que puede afectar a la salud mental de quienes lo
adoptan, promoviendo la desconfianza permanente y dificultando la
construcción de soluciones colectivas ante retos como la crisis climática o
la desigualdad global.
El reto para las marcas y la cultura
¿Qué papel pueden jugar las marcas, los medios o las
instituciones culturales ante este
fenómeno? El primero, sin duda, es el de la responsabilidad narrativa.
No se trata de ridiculizar ni de censurar, sino de generar espacios que
inviten a la reflexión crítica. De cuestionar sin polarizar. De construir
nuevas formas de pertenencia que no necesiten anclarse a viejos relatos de
exclusión.
Frente al magnetismo de lo “retro” como forma de evasión, la
cultura tiene el reto de ofrecer una memoria compleja y fundamentada, no
idealizada. Una que reconozca las luchas del pasado, pero también sus
sombras y, sobre todo, que inspire nuevas formas de comunidad que no se
basen en el miedo al otro, sino en la esperanza compartida.
* Consumer Trends es un estudio de tendencias
de mercado y consumo realizado por Zorraquino para entender las
necesidades y demandas de la población que determinarán el devenir del año
y las respuestas y estrategias que pondrán en marcha compañías y
entidades para responder a este sentir.
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