20/1/17

El escenario para una supervivencia de alguna civilización humana

LA TRANSICIÓN RENOVABLE DURANTE EL COLAPSO


Existen varios escenarios imaginados en el camino hacia un 100% de energías renovables.

  1. Capitalismo verde
  2. Tecno-optimismo estacionario
  3. Permacultura con decrecimiento
  4. Colapso ecologista


Por supuesto lo normal será que cada persona se encuentre entre varios de estos escenarios-tópico.


1. Capitalismo verde


El capitalismo verde  o capitalismo natural  tiene defensores prominentes desde hace décadas : Amory Lovins y su RMI puede ser el más claro ejemplo que implícitamente es seguido por aquellos escenarios 100% renovables que desarrollan asociaciones ecologistas como Greenpeace o WWF (aunque ellos no se identifiquen seguramente en este grupo, en sus informes no dicen claramente que haya que abandonar el sistema socio-económico actual capitalista).


A estas alturas algunos ya sabemos que este escenario es imposible: bajo el paraguas del capitalismo no se puede hacer una transición 100% renovable a la vez que sigue por su camino habitual, pues el capitalismo requiere crecimiento económico y éste requiere crecimiento material y energético en un sistema planetario del que ya hemos sobrepasado los límites.


2. Tecno-optimismo estacionario


El tecno-optimismo estacionario significa una transición a un modelo económico estacionario (quizás con un pequeño crecimiento inicial y luego un ligero decrecimiento hasta el estado estable). Requeriría un Plan Mundial de Emergencia en el que buena parte de los recursos de capital, trabajo y energía/materia fueran dirigidos a esa transición renovable. Este modelo se propone en un horizonte temporal relativamente pequeño (2050) para los cambios revolucionarios que deberían darse en el sistema político-económico. Se hace con prisas para evitar los peores efectos del Caos Climático, quizás dirigido por una especie de ecosocialismo desde arriba.



El tecno-optimismo estacionario, en mi opinión, sobrepasa límites tecnológicos factibles y sostenibles de las energías renovables, a la vez que me parece imposible, desde el punto de vista social, poder llevar a cabo tal cambio en tan poco tiempo, pues los sistemas político-económicos no se desmontan y reconstruyen en dos o tres décadas, sino que requieren siglos. Quizás en tan poco tiempo solo podría intentarlo una especie de dictadura mundial ecologista, algo que ningún investigador serio está proponiendo.


3. Permacultura con decrecimiento


La permacultura con decrecimiento es un escenario minoritario pero quizás es el imaginado por muchos de los que leen estas líneas (o una mezcla entre el anterior y este). Es el modelo que encaja con la permacultura, con Ted Trainer y su Simpler Way, el de muchos ecologistas (Ecologistas en Acción, por ejemplo) que hablan de volver a lo local en lo productivo y en la organización social, el de libertarios y otros anticapitalistas concienciados de los límites al crecimiento y de la necesidad del decrecimiento.



Imaginan un mundo 100% renovable, frugal y austero, adaptado a los ecosistemas, humanista, un mundo que no tiene que renunciar a un cierto post-industrialismo, quizás con lavadoras y frigoríficos A++++, pequeños ordenadores, móviles e internet ligeros, etc., es decir, el vector energético electricidad con renovables seguiría presente para mover bicis eléctricas —que no vehículos pesados—, trenes de corta distancia con mercancías y pasajeros, trolebuses, etc. Un mundo sin casi aviones ni grandes barcos, con pequeños barcos a vela más motor eléctrico, con generación renovable local autosuficiente a escala doméstica y de pequeña industria manufacturera semiartesanal.



Tecno-optimismo estacionario vs.Permacultura+Decrecimiento




La diferencia entre el tecno-optimismo estacionario y la permacultura con decrecimiento en cuanto al uso de renovables es que el tecno-optimismo imagina grandes plantas solares en los desiertos y molinos de viento de 5 MW o más en las plataformas marinas en un sistema eléctrico en Red Mundial (como imaginaba ya Buckminster Fuller hace 80 años) o al menos de escala macro-regional (todo América, Europa + África, Asia + Oceanía), todo esto para proporcionarnos un nivel material de vida similar al europeo de hace 30 o 40 años aunque con la complejidad de Internet.



En cambio, la permacultura proyectaría un mundo que en las necesidades materiales y energéticas se parecería más al mundo rural de nuestras abuelas (de hace 80 o 100 años) aunque sin renunciar a ciertas tecnologías liberadoras (agua corriente, lavadora, frigorífico) con un plus añadido de respeto/amor hacia la tierra y los seres vivos y ecosistemas —cosa que no era así hace 80 años. Al ser un mundo más localista puede que la diversidad tecnológica fuera más alta y en regiones ricas en renovables —pensemos en Paraguay o Bután con enormes cantidades de agua— quizás se mantenga una cierta industria compleja frente a otras zonas mucho más pobres como zonas desérticas —con sol pero sin agua—.



Ambos escenarios tienen alguna ventaja sobre el otro y también inconvenientes.

La ventaja del modelo tecno-optimista más clara es que es mucho más eficiente desde el punto de vista puramente tecnológico: un molino de 5 MW da mucha más energía neta que 5.000 molinos de 1KW, o una planta fotovoltaica de 100 MW da mucha más energía neta que esa potencia instalada en miles de tejados en una ciudad y éstos dan mucha más energía neta que si los tejados están aislados de la red (con apoyo de baterías). El problema de la Tasa de Retorno Energético (TRE) es clave aquí. El sector fotovoltaico en Alemania (mayoritariamente en tejados domésticos) probablemente sea un sumidero y no una fuente energética. Si los molinos en plataformas marinas continentales tienen una baja TRE, dando poca energía neta al sistema, los molinos pequeños eléctricos en la mayoría de las ocasiones rayan una TRE de 1, convirtiéndose en sumideros de energía. La concentración solar para producir electricidad no da casi nada de energía neta. Y lo peor es que cuando el sistema se vaya aproximando al 100% renovable la TRE tenderá a bajar y no subir.



En el sistema tecno-optimista, como la complejidad del sistema se mantiene casi en su totalidad, seguiremos quizás haciendo paneles fotovoltaicos y molinos eólicos cada vez más eficientes, pero lo contrario ocurriría en un modelo permacultural menos complejo, seguramente incapaz de hacer paneles fotovoltaicos de alta eficiencia. En un sistema menos complejo, las máquinas alemanas que hacen los paneles o molinos en China con elementos raros extraídos de minas africanas dejarán de fabricarse. El riesgo del sistema permacultural-decrecentista es que el sistema tecnológico disminuya tanto que muchas de las tecnologías que dicho escenario imagina, no sean factibles o no merezcan la pena.



Incluso en el sistema tecno-optimista la TRE también disminuiría según fuera teniendo éxito en su penetración. Esto no es fácil de intuir pero la explicación está en la propia naturaleza de las fuentes renovables. Al depender de fuentes variables (sol, viento) no queda más remedio que generar infraestructuras de almacenamiento —que requieren energía y materiales—, redes eléctricas mayores y más complejas —que requieren energía y materiales—, sobrecapacidades que instalar para dar la misma energía final —que requieren energía y materiales—, etc. Todos estos factores hacen bajar la TRE hasta el punto de que en algunas de ellas, en especial la fotovoltaica, la off-shore eólica y, sobre todo, la concentración solar, tendemos a TREs del orden de 1, desplomando el hipotético sistema. Es verdad que a escala macro-regional, cuando no sopla el viento en el norte de Europa puede que el sol sahariano cubra parte de la demanda (si es de día). Así que la gestión de la demanda —que es mucho más fácil en la permacultura que en el tecno-optimismo— sería un imperativo. Las noches sin viento los permacultores contarán cuentos a la luz de la chimenea eficiente, mientras que los tecno-optimistas tendrán que apagar sus fábricas de paneles solares.



El sistema tecno-optimista tiene algunas desventajas más:

  • Requiere una cantidad enorme de esfuerzo coordinado mundial (complejo) a tres escalas: energía/materia, economía y trabajo humano. Es el nivel energético-material el que hoy es posible con un sistema capitalista y de fuentes fósiles y que requiere de él mientras lo transforma. Es el sistema económico capitalista el que hay que forzar para eliminarlo —le pedimos que se suicide mientras en realidad está pervirtiendo el sistema energético renovable— y lo que es una ventaja a bajo nivel —la creación de puestos de trabajo— resulta que a altos niveles de penetración y dada la baja TRE asociada, los trabajos directos e indirectos que absorbe en el sector primario —energético, minero y alimentario— es mucho mayor que el sistema actual fósil capitalista excluyente, haciendo que más del 20% de los trabajadores regresaran a este sector (en países industriales este porcentaje es del 2-3%) imitando la pirámide de trabajadores típica de un país empobrecido. Las renovables pueden generar una vuelta a un sistema de clases sociales pre-industrial en un mundo industrial, donde casi todo el mundo se dedicaría al sector primario, dejando menos espacio para los servicios y sectores propios del lujo post-industrial, como ingenieros y físicos dedicados al desarrollo de sistemas renovables en las universidades o centros de investigación.


  • De hecho el tecno-optimismo no enfoca con claridad el resto de problemas civilizatorios y de transición acuciantes: biodiversidad, agua, suelos y desigualdad humana. Requeriría agua en zonas desérticas, perturbar ecosistemas en aguas poco profundas, generaría alta ocupación del territorio, compitiendo —ya lo hace— con otros usos (agricultura, pastos, bosques). ¿Es que el Sáhara va a alimentar Europa y no Nigeria?


  • Al ser un sistema dirigido desde arriba se corre más riesgo de que élites económico/políticas lo controlen, ¿un ecosocialismo estilo China? Por tanto quizás no presten cuidado al problema de la desigualdad.


  • Tampoco enfrenta el problema de la población —que ante una economía estacionaria supone  menos para todos o más desigualdad—, ni los flujos migratorios —hay que instalar infraestructuras en los desiertos, crear allí pueblos y ciudades para los trabajadores—, ni el control de los minerales y regiones de alta densidad de fuentes renovables. ¿Quién cuidará las líneas de alta tensión y los parques fotovoltaicos del Sáhara, necesariamente dispersos y frágiles ante el robo o el terrorismo? Hoy ya no es fácil defender zonas de pozos de petróleo o gas natural, refinerías o centrales nucleares; aunque su alta densidad energética por metro cuadrado que ocupan lo hace muchísimo más fácil que cuidar las líneas de alta tensión que atravesarían África o Asia partiendo de desiertos.


  • Si se evitara la desigualdad y se estanca la población en 10,000 millones de habitantes, en zonas hoy como el noreste de EEUU, centro Europa o Japón verían reducido su consumo energético en más de un 80% —a pesar del incremento de la eficiencia de la electricidad respecto a las fósiles—. ¿Puede mantener Europa un sistema post-industrial sin romperse socialmente con 1/5 de su energía per cápita?


El escenario permacultural parece pensar más en la equidad y el ecologismo necesarios que ninguno de los otros, lo que es una clara ventaja. Además requiere menos energía —obtiene menos—, pero seguramente un cambio social mayor pues en este escenario los europeos verían reducida en más de un 90% su actual consumo energético. El retroceso percibido en el ínterin se socializaría con más problemas que si ya vives en esa  pobreza  energética. Por tanto, exigirá muchísima solidaridad a pueblos hoy poco acostumbrados a ejercerla.



La eficiencia tecnológica del sistema renovable en este escenario es inferior al tecno-optimista hasta el punto de que probablemente no es viable la electricidad como forma energética importante —salvo usos puntuales y escasos— porque las TREs son cercanas a uno o inferiores en esas condiciones, salvo que todo el mundo use su trabajo físico como fuente del sistema (seremos todos agricultores/ganaderos, mineros y energéticos, sin espacio para los miles de diferentes puestos de trabajo y especialidades de nuestro sistema y por tanto sin la complejidad civilizatoria que generan).


Apostar por esta vía —menos de 4 TW renovables frente a los 12 finales actuales— implica también lidiar con el problema de la población y la desigualdad/migraciones masivas.

La re-ruralización puede abusar, aún más, de la biomasa —de nuevo con sistemas menos eficientes que a escala más grande—, agravando el problema de la biodiversidad y, en consecuencia, generando nuevos problemas o alargando viejos, como el Cambio Climático.


Por tanto, deberíamos huir de los escenarios tecno-optimistas y, si apostamos por los escenarios de permacultura, debemos ser conscientes que nos llevarán no a la época de nuestras abuelas sino probablemente a una época cuasi-preindustrial con conflictos y daños humanos enormes durante la Transición. Este en realidad es el último escenario:



4. Colapso ecologista


El colapso ecologista parte de las ideas de adaptación y fuerte decrecimiento basadas en una Revolución ética y social sin precedentes —que duraría siglos. Es el único escenario realista que permitiría una supervivencia de alguna clase de civilización humana en los siglos venideros y que vengo defendiendo desde hace casi una década (tras pasar mentalmente por los dos últimos escenarios comentados en sendas décadas anteriores). El problema energético ha de unirse al problema de la desigualdad humana y al papel que jugaremos en Gaia.



La electricidad será tan anecdótica como en la época de Faraday y, como entonces, no se echará mucho en falta: los molinos de viento serán construidos con materiales reciclados/reciclables para bombear agua o moler el grano; los paneles y cocinas solares serán sencillos y usados para calentar agua o la casa; las bicis serán a pedales y pediremos permiso para aliarnos con animales de carga; seguiremos cultos a la Madre Naturaleza y a la Equidad Humana, con una ética agobiante de un único hijo mientras lloramos las pérdidas por guerras, hambrunas y catástrofes ambientales durante la transición; buscaremos cultivos ecológicos de alta biodiversidad y permanencia de suelos pero de baja productividad por metro cuadrado en relación a los cultivos actuales.



No sé, quizás seremos algo así como 500-1.000 millones de personas en culturas  pre-minoicas con transcriptores de libros en iglesias gaianas. Es el mejor escenario de renovables que puedo imaginar para dentro de uno o dos siglos, el resto me parecen biofísicamente imposibles y por tanto un dispendio de recursos humanos, ecológicos y materiales, en especial los tecno-optimistas.



Este escenario tiene la ventaja de que se sitúa en un tecno-pesimismo de raíz que, al no dar falsas esperanzas al mito del progreso, no provoca depresión, salvo a las personas que no creen en la capacidad humana de adaptación y de vida amorosa/pacífica (algo muy extendido en nuestra cultura neodarwinista).



Este escenario también tiene desventajas varias:



  • Es opuesto a la cultura occidental —la que ya triunfa en el 95% de la humanidad— (más allá del capitalismo hay exceso de antropocentrismo, de mito de progreso y de separación de la Naturaleza vista desde el neodarwinismo), con lo que durante décadas estará en minoría y puede que genere enemigos violentos. En todo caso será muy difícil de comunicar y muy fácil de malinterpretar.
  • Prioriza a Gaia sobre la Humanidad, lo que puede dar lugar a movimientos anti-humanistas autodestructivos. ¿Quién se arroga el derecho de hablar en nombre de Gaia? Requiere pues un alto consenso —para evitar el problema de las élites.
  • Exige una apuesta solidaria de muy largo plazo —siglos— lo que no es seguro que sea una capacidad humana —posiblemente sí, dado que existen culturas que actúan pensando hasta la séptima generación— y desde luego no lo es en nuestra cultura. Todo ello, si nos dejamos arrastrar por la desesperación, puede degenerar en extinción humana, como los otros escenarios. Sin embargo, al generar una alta diversidad local de culturas —como la permacultura— la probabilidad de adaptación y supervivencia sería mayor que en los escenarios de capitalismo verdetecno-optimista, que corren un riesgo mayor. La apuesta es asimétrica: la prioridad es la supervivencia, ¿no?



Otra posible ventaja es que la complejidad se construiría de nuevo lentamente en términos históricos dado que los materiales dispersados por nuestra civilización (fósiles, uranio, minerales no energéticos) impedirán un crecimiento explosivo. La complejidad aumentará al ritmo de la capacidad de reciclado —exactamente como funciona Gaia. Así que la perspectiva es muy prometedora, dada la enorme belleza y complejidad de Gaia.

Todo se realimenta.



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