16/4/15

La dignidad del hombre no viene de la cantidad de dinero que posee, sino de sus virtudes

LA UTILIDAD DE LO INÚTIL

'La utilidad de lo inútil', un elocuente manifiesto italiano contra la corrupción masiva

El profesor Nuccio Ordine defiende un regreso intelectual a saberes como la literatura, la filosofía, el arte o la música.

"La dictadura del provecho ha alcanzado un poder ilimitado". La obra denuncia la gestión que los gobiernos hacen de la crisis socializando la deuda.

Durante veinte años el profesor italiano Nuccio Ordine fue anotando en sus cuadernos fragmentos de los textos que leía y le gustaban. Con este material, mezclado con sus opiniones del actual momento de "cambios, incertidumbres y mutaciones", ha elaborado el manifiesto La utilidad de lo inútil. El autor explica que en este breve ensayo, lanza un grito de alarma sobre la necesidad de volver a fijar el foco en una serie de saberes como la literatura, la filosofía, el arte o la música, "que no dan ningún beneficio, no producen ganancias, pero sirven para alimentar la mente, el espíritu y evitar la deshumanización".

A su juicio, hoy "la dictadura del provecho ha alcanzado un poder que está fuera de cualquier límite, no hay aspecto de la vida de todos nosotros que no esté dominado por el utilitarismo".

Todo está invadido por ello, "no sólo los intercambios comerciales, también los intercambios humanos y, desgraciadamente, la Escuela y la Universidad, cada vez más empresas que, en vez de estudiantes, tienen clientes".

Y, en cambio, según defiende Ordine, la única manera de resolver muchos de los problemas acuciantes del actual momento pasa por reforzar "las escuelas y las universidades y todas las actividades culturales que ayudan a que podamos ser mejores".

Con el libro, que ha sido un éxito de ventas en Italia y Francia, ha querido lanzar que si no se cambia de dirección "vamos a destruir el único instrumento que tenemos para formar a las nuevas generaciones".

Todos los autores clásicos que cita en la obra, desde los griegos de la antigüedad como Aristóteles a Shakespeare o escritores contemporáneos como Ionesco o Italo Calvino, "dan a entender que la dignidad del hombre no viene de la cantidad de dinero que posee, sino de sus virtudes". 

La respuesta de los gobiernos a la crisis no puede ser hacer pagar a los más pobres y a la clase media Ordine pide durante su disertación que se imagine un mundo sin flores.

"Las flores -argumenta- no son necesarias para nuestra vida, pero un mundo sin flores sería mucho más triste, sería como un desierto. Como lo sería una educación sin los saberes inútiles, que transformaría nuestro espíritu en un desierto".

Ahondando en el momento de crisis actual, asevera que lo primero en lo que piensan los gobiernos a la hora de actuar es en recortar en educación, en bibliotecas o en acabar con las excavaciones arqueológicas". Para Ordine, por el contrario, "lo que los gobiernos de todo el mundo deberían hacer es luchar y resolver el problema de la corrupción".

"La respuesta a la crisis es acabar con eso y no hacer pagar la crisis a la clase media y a las clases más pobres", indica.

El profesor de la Universidad de Calabria insiste en que "hoy lo que piden los gobiernos es la carne viva de los seres humanos, lo que es muy injusto en un contexto en el que no sólo hay corrupción en los Estados, sino también en las grandes empresas, que colocan el dinero que obtienen en paraísos fiscales y luego se declaran en bancarrota".

Afirma que muchas de estas corporaciones "piden sacrificios a los obreros aplicando una lógica en la que se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas".

A pesar de estas consideraciones, el escritor advierte que
La utilidad de lo inútil no va en contra de "la ganancia en general, aunque sí contra la idea de que la ganancia se convierta en un fin en sí mismo".

Durante la entrevista Nuccio Ordine tampoco rehuye las preguntas sobre el nuevo Papa Francisco, por quien dice sentir "una gran admiración porque, por fin, la Iglesia no cuenta en su cúpula con un burócrata de la religión, sino con un hombre que ha vivido con la gente".

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La crónica de sucesos acaecidos en París el 26 de diciembre de 2013 revela que un hombre de letras desesperado, enojado contra unas instituciones indiferentes a su amor apasionado por la cultura, embistió con su coche las puertas enrejadas del palacio del Elíseo.

El conductor, Attilio Maggiulli, no pudo soportar lo que consideraba un desprecio oficial hacia el proyecto de su vida, el Théâtre de la Comédie Italiénne —que perdió casi un 50% de subvenciones públicas en tres años—, y no halló forma mejor de presentar su memorial de agravios que estampando su indignación contra la sede oficial de la presidencia de la República Francesa.

Hasta ahí la historia resumida de Maggiulli. Esta crónica aborda, sin embargo, la historia de otro hombre de letras indignado, el profesor italiano Nuccio Ordine. Con los mismos o parecidos personajes —una cultura apuñalada, una educación asfixiada y un pueblo adormecido—, Ordine ha preferido usar la palabra para embestir contra la ignorancia promovida desde las instituciones y advertir de sus efectos a la ciudadanía. Si dejamos que nos roben el legado de nuestros antepasados y que se mutile el conocimiento, avisa, no es que dejemos de ser personas cultivadas: es que las generaciones futuras dejarán de ser personas en sentido estricto.

El vehículo empleado por Ordine para su clamor profético es el manifiesto titulado 
La utilidad de lo inútil, cuya publicación en España debemos a Jaume Vallcorba, padre de las editoriales mellizas Acantilado y Quaderns Crema, y al traductor y profesor de Filosofía Jordi Bayod Brau.

La barbarie de lo útil ha corrompido nuestras relaciones y afectos íntimos

Ordine, profesor de prestigiosas universidades, experto en el Renacimiento y director de varias colecciones de clásicos en la editorial Les Belles Lettres de París, se dice “emocionado” por la recepción de su libro en Barcelona, donde fue presentado recientemente, y en Madrid (donde fue apadrinado por Fernando Savater). “La gente me abrazaba y me daba las gracias. Un estudiante me dijo: ‘Decidí estudiar Filosofía y Paleografía contra la voluntad de mi padre, que me preguntaba para qué servía eso. Su libro me ha reafirmado en mi decisión”, recuerda.

La tesis central del libro puede ser resumida en la idea de que la literatura, la filosofía y otros saberes humanísticos y científicos no son inútiles, como cabría deducir de su progresivo destierro en los planes educativos y presupuestos ministeriales, sino imprescindibles. “El hecho de ser inmunes a toda aspiración al beneficio” constituye, según el autor, “una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil, que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos”.

Como en un coro griego, Nuccio Ordine arma una defensa coral del conocimiento apoyándose en aquellos autores que le precedieron en su empeño. Dante, Petrarca, Moro, Campanella, Bruno, Bataille, Keynes, Steiner, García Márquez, Cervantes, Shakespeare, Platón, Sócrates, Séneca, Heidegger, Cioran, García Lorca, Tocqueville, Hugo, Montaigne… son reclutados y contextualizados para mostrar “la carga ilusoria de la posesión y sus efectos devastadores sobre la dignidad humana, el amor y la verdad”.

¿Por qué este libro? “Llevo 24 años como profesor intentando convencer a mis alumnos de que no se viene a la universidad a obtener un diploma, sino a intentar ser mejores, esto es, a aprender a razonar de forma autónoma”.

Para Ordine, la transmisión del amor por el conocimiento es un deporte de combate. Y eso implica desmontar algunas ideas materialistas imbuidas por el sistema capitalista. “La gente piensa que la felicidad es un producto del dinero. ¡Se engañan!”.

Dicha pretensión se ha extendido ya a todos los ámbitos. “El utilitarismo ha invadido espacios en los que no debería haber penetrado nunca, como las instituciones educativas”. Y advierte: “Cuando se recorta el presupuesto para las universidades, las escuelas, los teatros, las investigaciones arqueológicas, las bibliotecas… se está cercenando la excelencia de un país y eliminando cualquier posibilidad de formar a toda una generación”.

Un CV brillante

Nuccio Ordine es filósofo y profesor de literatura italiana de la Universidad de Calabria.
Ha enseñado en la Universidad de Yale, la de Nueva York, la Sorbona de París o el instituto Warburg de Londres. Desde 2012 es caballero de la Legión de Honor francesa.
La utilidad de lo inútil es su último ensayo.

El autor se apoya también en un discurso ¡de 1848! de Víctor Hugo ante la Asamblea constituyente de Francia, donde el escritor pronunció estas palabras: “Las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista”. Dice Ordine que cuando leyó ese discurso pegó un salto hasta el techo, y hace suyas las tesis de Hugo al exclamar que “¡es en las épocas de crisis cuando hay que doblar el presupuesto para la cultura!”.

El manifiesto incluye también un escrito premonitorio de Abraham Flexner, publicado en 1939, que evangeliza sobre la importancia de la ciencia. “Quería que quedara claro que la defensa de lo inútil, lo no ligado al afán de lucro, no atañe solo a escritores y humanistas, sino que es una lucha que concierne también a los científicos”, explica Ordine. “El estado no puede renunciar a la ciencia básica en aras del beneficio; por eso he escrito un capítulo dedicado a las universidades entendidas como empresas”.

En épocas de crisis hay que doblar el presupuesto para la cultura

La utilidad de lo inútil no es sólo un argumentario contra la deriva del utilitarismo o el “satánico comercio” (Baudelaire): es también un manual para superar lo que el autor del libro llama “el invierno de la conciencia” y para recordar, con Montaigne, que “es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”

La utilidad de lo inútil recoge citas y pensamientos coleccionados por Ordine durante muchos años de enseñanza e investigación, centrados en la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. El libro está dividido en tres partes: una dedicada a la útil inutilidad de la literatura, y a aquellos personajes de la cultura que a lo largo de la historia han tratado este tema; otra que se consagra a los efectos que la lógica del beneficio ha tenido en el campo de la enseñanza, la investigación y las actividades culturales en general; y una tercera, da ejemplos de clásicos que han tenido efectos devastadores sobre la dignidad humana. 

P.- Te vales de filósofos y literatos para reflexionar sobre la utilidad de lo inútil y sobre la inutilidad de lo útil. ¿Es precisamente en momentos de crisis como estos cuando se hace más necesario que nunca sentarse y pensar?
Estoy convencido de que, como la misma etimología de la palabra crisis implica, es una ocasión o una oportunidad para reflexionar sobre ciertas cosas que quizás antes vivíamos pero sin tener una conciencia fuerte de ellas. Creo que ahora la dictadura del beneficio, del utilitarismo, es una dictadura que ha invadido todos los aspectos de la vida humana. Era necesaria una reflexión sobre el tema, sobre la importancia de aquellos conocimientos que no producen beneficios, sobre todo porque en nuestra sociedad solo se considera útil aquello que produce beneficio. En cambio, este libro es una invitación a pensar en torno al hecho de que hoy, precisamente en momentos de crisis,  tenemos más necesidad que nunca de aquellos conocimientos inútiles que nutren el espíritu, que invitan al amor por el bien común, al respeto del otro, a la solidaridad, a la paz, y sobre todo, a luchar contra la corrupción del dinero y el poder.

P.- Todo tiene un precio menos el conocimiento… ¿Quizá la motivación por saber es lo único que permite romper esa política del beneficio?
Efectivamente, el saber puede ser la única forma de oposición y resistencia a la dictadura del beneficio, por dos motivos:
1.- Todo se puede comprar. En un país como Italia que últimamente se conoce sobre todo porque se compran jueces, parlamentarios, televisiones, éxitos, cualquier cosa… todo tiene un precio. Lo único a lo que no se puede poner precio es al conocimiento: es el resultado de un esfuerzo individual que nadie puede hacer en tu lugar. Si yo pago a alguien para que haga el esfuerzo de saber, es esa persona la que aprende, no yo.
2.- En la lógica mercantil siempre hay una adquisición y una pérdida: si compro un reloj, entrego y pierdo un dinero. En cambio, en la transmisión del conocimiento yo puedo enseñar un teorema a los estudiantes, que concretamente yo no pierdo, y ellos sí adquieren. En el círculo virtuoso de la enseñanza y el saber el que da se enriquece, a la vez que se enriquece el que recibe. Es el único espacio a donde la influencia negativa del dinero no puede llegar.

P.- ¿La búsqueda de la belleza (arte, literatura, música) está en contra de los principios económicos que rigen hoy la sociedad? ¿Para qué sirve entonces un libro, o un cuadro?
Hay una cosa importante que debemos tener en cuenta: en una sociedad totalmente contaminada por la lógica utilitarista es mucho más fácil hacer entender la importancia de una cuchara o unas botas, que la importancia de un cuadro o un poema, porque una cuchara tiene una aplicación práctica, pero ¿para qué sirve un verso? La respuesta a esta cuestión es más difícil de hacerla ver, aunque esté ligada directamente al espíritu. Este es el esfuerzo que yo intento hacer como profesor.
Intenta imaginar un mundo sin flores… desde el punto de vista material podríamos vivir sin flores, pero aunque parezcan inútiles, tienen un papel muy importante en nuestra vida porque son portadoras de la belleza. Kakuzo Okakura, en una bella metáfora, mantiene que la humanidad pasa del estado animal al humano cuando el primer hombre recoge una flor para dársela a su compañera. Este gesto inútil nos hace entender lo que es el arte.
Kant explica que la adhesión hacia lo bello es algo gratuito y desinteresado. El deseo interior de disfrutar de la belleza es lo que me convierte en otra persona. Y a veces, tenemos más necesidad de esas cosas llamadas inútiles que de las útiles.

P.- La obsesión por ganar, por tener, por sacar beneficio… ¿Crees realmente que el culto a la utilidad terminará minando la dignidad del hombre, su espíritu, su ser social?
No es que lo crea, lo veo todos los días. Lo estamos viendo en este momento en cualquier parte del mundo donde expliquen que la crisis justifica la expropiación de la dignidad humana… cuando se empiecen a eliminar aquellos derechos que permiten al hombre considerarse como tal. Si yo elimino la asistencia sanitaria, si anulo las ayudas a los discapacitados que les permitan llevar una vida normal, si despido a las personas en condiciones que impidan el normal mantenimiento de la familia… entonces, ¿qué tipo de hombre podemos imaginar? ¿Podemos plantearnos a unos hombres que se ven obligados a renunciar a aquellos derechos por los que tantos años han luchado? Hoy, en nombre de la crisis, están matando el derecho a tener derechos. Pero eso no es cierto, si lucháramos contra la corrupción, podríamos tranquilamente mantener los fondos para mantener esos derechos. Piensa que todo el dinero que se quite a la educación, sanidad, empleo… repercutirá en la creación de una sociedad inhumana, sin futuro, abocada al fin de la democracia.

P.- ¿Estamos diciendo que la dictadura del dinero podría llevar a una deshumanización de la sociedad?
El proceso de deshumanización se fundamenta sobre el hecho de que hoy la lógica del beneficio ha invadido aspectos de la vida a donde no tendría que haber llegado. Ha acabado por corromper incluso los afectos, llevando a que muchas relaciones humanas se basen a menudo en el propio interés o en la competitividad. En la ambición personal de poder, el compañero de trabajo ya no sería entonces un colega sino un enemigo. En nombre del interés personal estoy dispuesto a pisar a quien esté a mi alrededor… ¿deshumanización? Si la política del beneficio invadiese instituciones como las escuelas y universidades, entonces el estudiante se convertiría en cliente y el colegio en empresa. Y lo mismo pasaría con la sanidad: los médicos serían burócratas empresarios y los pacientes meros clientes.

P.- ¿Hasta qué límite es el hombre capaz de aguantar la sutil y continua eliminación de aquellos valores que le definen: generosidad, altruismo, solidaridad, fraternidad…?
Es difícil contestar esta pregunta porque la historia no es precisamente una maestra de vida, en el sentido de que la historia puede enseñar muchas cosas, pero los hombres pueden no tenerlo en cuenta… No se justificarían entonces tantas masacres o guerras.
Todos deberíamos ir de la mano para hacerles entender a los políticos que destruir la educación y la cultura en general significa destruir el líquido amniótico en el cual es posible hacer vivir la humanidad, la democracia y la solidaridad humanas.

P.- Viendo la situación actual de muchos gobiernos, ¿podría pensarse que poder y corrupción van siempre de la mano?
Históricamente, ahí donde hay poder siempre existe el peligro de la corrupción. También ha habido personas que han sabido reaccionar a ella. El problema es que hoy la corrupción está muy difundida porque no existe una correcta moral, y la política del beneficio ha transformado las conciencias incluso en las células más pequeñas de la sociedad como es la familia. La preocupación de un padre por el futuro de un hijo es algo lógico, del mismo modo que nosotros deberíamos preocuparnos por las nuevas generaciones en cuyas manos está el futuro. Sobre ellas deberíamos incidir para concienciarlas de ese tema, pero me parece que los gobiernos no están mucho por esta labor. El destino de un banco les parece más interesante que el futuro de una universidad…

P.- La música, el pensamiento humanístico, la poesía… ¿no podrían ser vistas como armas vitales en un alegato por la libertad individual, por el futuro?
Podría contestarte directamente con un texto escrito en 1848 por Victor Hugo y que está recogido en el libro: «Habría que multiplicar las escuelas, las cátedras, las bibliotecas, los museos, los teatros, las librerías. Habría que multiplicar las casas de estudio para los niños, las salas de lectura para los hombres, todos los establecimientos, todos los refugios donde se medita, donde se instruye, donde uno se recoge, donde uno aprende alguna cosa, donde uno se hace mejor; en una palabra, habría que hacer que penetre por todos lados la luz en el espíritu del pueblo, pues son las tinieblas lo que lo pierden.»

P.- ¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie para rebelarse contra esta dictadura del poder, de la utilidad, de la apariencia?
Creo que el primer paso es el de mantener la educación como valor y derecho indispensables. El deber de nuestra generación es el de formar jóvenes de tal manera que ellos mismos puedan en el futuro defenderse de esa dictadura de la utilidad. No veo otra solución.


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