¿PLANTAR ÁRBOLES O RENATURALIZAR?
En 2019, Turquía ganó el récord Guiness de plantación de árboles en una hora. Se plantaron 300.000 árboles en la provincia central de Çorum. Estudios posteriores indicaron que al menos el 90% de los árboles murieron en menos de dos meses. Algo peor ocurrió en 2012 con otro récord Guiness, esta vez en la isla filipina de Lunzon. Allí, no sobrevivió ni el 2% de los árboles.
Por todo el mundo, las campañas para reforestación suelen ser fracasos de los que nadie habla y nadie pregunta. Los que plantan árboles no quieren saber cómo evolucionan sus plantones, y los que lo organizan, a veces, tampoco. Los motivos de este despropósito son variados, pero fáciles de entender.
Es frecuente que se escojan para reforestar zonas erróneas o especies inapropiadas, a veces incluso una única especie (contrario a la biodiversidad). También es habitual plantar sin la más mínima formación y no regar los arbolitos ni con un poco de agua en sus primeros veranos de vida.Estos fracasos son consecuencia de la motivación que hay
detrás de muchas reforestaciones. Los árboles no se plantan por una
natural y comprensible preocupación ambiental, sino por quedar bien (lavado
verde o greenwashing).
Los organizadores suelen buscar más el titular con la foto, que realmente
reverdecer un monte. Por eso, no se preocupan de escoger especies adecuadas ni
un área digna de ser reforestada. Mucho menos se preocupan por regar y hacer un
seguimiento posterior. La población también colabora en eso, porque es más
fácil conseguir voluntarios para plantar árboles un día, que para regarlos
varias veces durante dos o tres veranos.
En muchos casos, estos bosques fantasma se
certifican y pueden venderse como carbono capturado. Si nadie mira si los
árboles sobreviven, imaginad quién va a contabilizar el carbono que hayan
capturado. Estos créditos de carbono pueden venderse a industrias contaminantes
para que sus informes queden más verdes. Da igual si los árboles se secan o si
ocurre algo aún más grave.
En julio de 2022, una máquina provocó un incendio forestal en Ateca (Zaragoza). El operario estaba trabajando a las cuatro de la tarde con un calor espantoso. Una chispa provocó el desastre: 14.000 hectáreas calcinadas. Este drama ecológico y humano tuvo dos culpables: la insensatez del gobierno de Aragón, que no prohibió ese tipo de riesgos, y una empresa que lo asumió a pesar de ser la segunda vez en poco tiempo que ocasionaba un incendio.
La empresa era Land Life y
estaba —atención— preparando el terreno para plantar árboles. Land
Life es una empresa que planta árboles como negocio para que las
multinacionales puedan compensar sus emisiones. El incendio no solo anuló
las emisiones compensadas, sino que las incrementó con creces. A pesar de eso,
sospechamos que las empresas han seguido compensando su contaminación. En
cuanto pagas, recibes tu certificado y lo que pase después a (casi) nadie le
importa.
A veces las tasas de éxito de las reforestaciones son
superiores, especialmente si se hacen siguiendo unas sencillas
pautas. No obstante, cada vez son más los expertos que recomiendan que los árboles se planten por quien mejor
sabe hacerlo: la naturaleza.
Lo más barato y ecológico es proteger un territorio de la
acción humana y dejar que sea la naturaleza la que se encargue de su gestión.
Es lo que se llama renaturalización
o rewilding. Esta forma de proceder tiene también
sus conflictos
éticos propios, así como distintas formas de ser aplicada. Aunque la idea
es que el humano intervenga lo menos posible, sí se aconseja que se eliminen
las barreras para la fauna: alambradas, muros, presas, etc. Y también que se
hagan pasos
para fauna (puentes o túneles) en las carreteras cercanas, para
facilitar la movilidad de los animales no voladores.
Si entendemos que el ser humano es, para la naturaleza, más
un estorbo que una ayuda, entenderemos la necesidad urgente de retirarnos y
de proteger tierra
y mar de nosotros mismos.
https://blogsostenible.wordpress.com/2023/01/20/plantar-arboles-o-renaturalizar/
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