¿CÓMO DAMOS SENTIDO A NUESTRAS VIDAS?
Se estima que
ya desde el Homo neanderthalensis (40000 años atrás) los seres
humanos nos hemos preguntado para qué estamos en este mundo, si hay algo más de
allá de nosotros mismos. De hecho, esta consciencia existencial es
probablemente la característica que más nos distingue del resto de los
animales.
Muchas personas piensan que el sentido en la vida es una
cuestión puramente metafísica o completamente subjetiva, y que por lo tanto no
puede ser estudiada objetivamente. Otras afirman que es una cuestión que no
tiene respuesta.
Sin embargo, en psicología se habla del sentido en la vida y no del sentido de la vida como tal porque varía en cada persona se ha abordado científicamente desde hace varias décadas, principalmente desde la pionera aportación del psiquiatra austriaco Viktor Frankl.
Un constructo importante en psicología
Lejos de ser una cuestión metafísica inabordable, el sentido
en la vida ha sido descrito como constructo psicológico y hay todo un campo
de investigación sobre su importancia en el comportamiento humano, la
salud mental y la
salud física. Por ejemplo, sabemos que el sentido en la vida es uno de los
pilares de la felicidad y
el bienestar
psicológico. Al contrario, la falta de sentido en la vida se ha relacionado
con una gran variedad de problemas psicológicos como la depresión
y la ansiedad.
¿Hay aspectos objetivos en el sentido en la vida? La
respuesta científica es sí. El sentido en la vida se ha definido como “la
percepción de orden, coherencia y propósito en la existencia de uno, la
búsqueda y logro de metas valiosas, y un acompañante sentido de realización” (Reker
y Wong, 1988). En los últimos años se ha generado consenso basado
en la evidencia de que el sentido en la vida está compuesto por tres tres elementos
básicos: coherencia, propósito e importancia/significancia.
Cognición, motivación y emoción
La coherencia, como faceta más cognitiva, hace
referencia al grado en que una persona percibe orden y comprensión sobre sí
mismo, el mundo y su lugar en la vida. El propósito es el
elemento de carácter motivacional y se refiere a tener metas, valores o
aspiraciones que dan una dirección a la vida de una persona. La importancia
o significancia es la faceta de tipo más emocional y hace alusión a la
percepción y sentimiento de que la vida de uno tiene valor e importa en el
mundo.
Como dato interesante, cuando se
han comparado estos tres componentes, la importancia/significancia es
claramente la faceta que más predice la valoración del sentido en la vida.
Dicho de otra forma, este sentimiento de importancia dentro de nuestro contexto
parece ser el componente más central en nuestro sentido en la vida.
En beneficio de otros
En línea con las ideas originales de Viktor Frankl, la
importancia/significancia se ha vinculado con la autotranscendencia,
entendida como la persecución y contribución a una causa mayor que va más allá
de uno mismo (hacia otras personas o seres, la sociedad, la naturaleza, o Dios
en caso de ser religioso).
En resumidas cuentas, es más probable que experimentemos un
mayor sentido en nuestra vida si la dirigimos, voluntariamente, hacia el
beneficio de otros, y no solamente en beneficio propio. Por
supuesto, hay infinitas formas de hacerlo y cada persona decide el cómo y hacia
quiénes o qué dirige su esfuerzo. Al igual que puede decidir no hacerlo y
probablemente perderse una gran parte del sentido que pueda tener su vida.
Lejos de ser incompatibles, la prosocialidad y el crecimiento personal van unidos
de la mano.
Experiencias y ‘carpe diem’
Además, en una reciente investigación que hemos llevado a
cabo junto con otros colaboradores internacionales, publicada en la
revista Nature
Human Behaviour, aportamos una amplia evidencia empírica sobre un
cuarto elemento que constituye el sentido en la vida: la apreciación
experiencial, es decir, la contemplación de lo que acontece a uno en el
momento presente.
Como observamos a lo largo de siete estudios, esta capacidad
para apreciar las experiencias que estamos teniendo en nuestra vida, el estar
conectado con el aquí y el ahora, puede llegar a predecir un mayor
juicio de sentido en la vida que los otros elementos propuestos hasta la fecha.
Otro dato a tener en cuenta si queremos potenciar nuestro sentido en la vida:
no descuidar el carpe diem.
Menos pensar, más actuar
Por último, en congruencia con las ideas de Viktor
Frankl, Paul Wong y la psicología
contextual, en nuestra
investigación hemos visto la importancia de otro elemento básico del
sentido en la vida: las acciones responsables o acciones
valiosas (aquellas conductas que dirigimos hacia lo que valoramos en
la vida y creemos moralmente correcto).
El sentido en la vida no solo tiene que ver con lo que
pensamos, sentimos o nos motiva, sino también en gran medida con lo que
hacemos. No es tarea fácil asumir la responsabilidad de nuestra propia
existencia. Esto supone enfrentarse a las consecuencias, no siempre agradables,
de ser lo que uno quiere ser. Sin embargo, es todavía más difícil creer que
alguien pueda sostener y percibir por mucho tiempo que su vida tiene un sentido
significativo si no emprende acciones hacia lo que considera valioso. Así que
no nos quedemos hasta el infinito pensando y repensando. Avancemos, tomemos
decisiones y ¡actuemos!
Las fuentes de sentido
Más allá de estas cinco facetas que definen el sentido en la
vida, otro objeto de estudio en psicología ha sido el de identificar qué da
sentido a la vida de las personas, es decir, cuáles son las fuentes de
sentido más comunes. Las encuestas
realizadas en diferentes culturas sobre qué da sentido a la vida han
concluido con resultados
muy similares.
Las relaciones personales, la intimidad o el amor, la
autotrascendencia, la contribución a la sociedad, los logros personales, la
espiritualidad y la armonía están a la cabeza de las fuentes de sentido
identificadas a nivel global.
Como defendía Ortega
y Gasset, parecen existir ciertas condiciones fundamentales que dan valor a
nuestras vidas, no simplemente porque nosotros las consideremos subjetivamente
valiosas, sino que estas áreas deben contener cualidades en sí mismas que nos
hacen valorarlas. La teoría evolutiva aporta diferentes explicaciones en este
aspecto. Por ejemplo, la motivación humana hacia los vínculos personales es adaptativa
y crucial
para la especie .
Libres para elegir
La ciencia sistemáticamente nos muestra que los seres
humanos no podemos deshacernos de nuestra filogenia y el contexto social en que
vivimos. Pero, esto no significa que no seamos libres de elegir nuestro sentido
en la vida. Nuestra libertad y nuestra naturaleza son perfectamente
compatibles.
Ya desde Viktor Frankl, se ha considerado que el sentido en
la vida es en gran parte personal e individual. El rango y diversidad de las
fuentes de sentido varían entre las personas, así como varían los niveles de
cada faceta utilizada para concebir su propio sentido en la vida. De la misma
forma, hay personas que dan más sentido a sus vidas que otras.
https://theconversation.com/como-damos-sentido-a-nuestras-vidas-197118
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