LA LÍNEA ENTRE EL BIEN Y EL MAL
Por qué es importante
la línea entre el bien y el mal de Solzhenitsyn
Queremos pensar que la línea entre el bien y el mal está
clara y que los individuos se dividen en uno u otro bando. En El
archipiélago Gulag, Aleksandr Solzhenitsyn escribió: “¡Ojalá todo fuera tan
sencillo! Ojalá hubiera gente malvada en algún lugar cometiendo actos malvados
de manera insidiosa y sólo fuera necesario separarlos del resto de nosotros y
destruirlos”.
Como la línea entre el bien y el mal no es tan sencilla como
deseamos, un principio esencial para organizar la sociedad es, en palabras
de Hayek, asegurar que “un hombre malo pueda hacer el menor daño posible”.
Muchos conocen estas famosas palabras de Solzhenitsyn: “La línea que separa el bien del mal no pasa por los estados, ni entre las clases, ni tampoco entre los partidos políticos, sino por cada corazón humano, y por todos los corazones humanos”.
Quienes niegan esta verdad de la naturaleza humana a menudo
creen que dar a las personas “buenas” –aquellas que poseen la ideología
correcta– suficiente poder para controlar a los demás resuelve el problema de
organizar la sociedad.
La famosa frase de Solzhenitsyn la mayoría de la gente
desconoce el contexto. Comienza así: “Poco a poco me fui dando cuenta de que la
línea que separa el bien…”
¿Quién le reveló esta verdad a Solzhenitsyn? Fue su propia
experiencia en el Gulag.
En la misma sección de su libro, escribió: “Mirando hacia
atrás, vi que durante toda mi vida consciente no me había entendido ni a mí
mismo ni a mis esfuerzos”. Luego, extrae lo que vio en sí mismo:
Me fue concedido llevar de mis años de prisión sobre mi
espalda encorvada, que casi se quebró bajo su peso, esta experiencia esencial:
cómo un ser humano se vuelve malo y cómo bueno. En la embriaguez de
los éxitos juveniles me había sentido infalible y, por lo tanto, cruel. En la
saciedad del poder, era un asesino y un opresor.
Solzhenitsyn percibió perspicazmente la falacia de usar las
buenas intenciones como guía para la acción: “En mis peores momentos estaba
convencido de que estaba haciendo el bien y estaba bien provisto de argumentos
sistemáticos”.
Los peores villanos pueden engañarse a sí mismos creyendo
que están haciendo el bien. No deberíamos dejarnos engañar creyendo que la libertad
puede preservarse confiando en las buenas intenciones de las personas buenas.
Analice honestamente su flujo de pensamientos y observe cuán
egoísta es. Sí, observe también sus pensamientos de bondad y generosidad hacia
los demás. Pero no hay razón para que la sociedad confíe en sus buenas
intenciones, o las mías, con el poder de controlar a los demás.
Para encontrar la bondad, Solzhenitsyn tuvo que ver primero
su oscuridad. Y luego, una vez que lo hizo, se abrió un camino hacia la bondad:
“Y sólo cuando yacía allí sobre la paja podrida de la prisión, sentí dentro de
mí los primeros indicios del bien”.
Después de su famosa frase sobre “la línea que separa el
bien del mal”, Solzhenitsyn escribió: “Esta línea cambia. Dentro de nosotros,
oscila con los años. E incluso en corazones abrumados por el mal, se conserva
una pequeña cabeza de puente del bien. E incluso en el mejor de los corazones,
sigue habiendo… un pequeño rincón de maldad que no ha sido desarraigado”.
Que la línea entre el bien y el mal oscila es una verdad que
Solzhenitsyn expresó en repetidas ocasiones. Escribió:
Durante la vida de cualquier corazón, esta línea [entre
el bien y el mal] va cambiando de lugar; a veces se estrecha en un sentido por
la exuberante maldad y a veces se desplaza para dejar espacio suficiente para
que florezca el bien. Un mismo ser humano es, en distintas edades y en
distintas circunstancias, un ser humano totalmente diferente. A veces está
cerca de ser un demonio, a veces de la santidad.
Es evidente que Solzhenitsyn quería que entendiéramos que
nuestro trabajo nunca termina. Cultivar nuestra bondad es el trabajo de toda
una vida.
Solzhenitsyn repite la advertencia de Sócrates: “Conócete a
ti mismo” y añade: “No hay nada que ayude tanto al despertar de la
omnisciencia dentro de nosotros como los pensamientos insistentes sobre las
propias transgresiones, errores y equivocaciones”.
No se trata sólo del otro personaje sobre el que
Solzhenitsyn escribía. El mal puede venir a través de cualquiera de nosotros si
no nos esforzamos por reconocerlo y elegir en contra de él. Solzhenitsyn diría
que nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que el mal sólo existe allí
afuera. Esta es una verdad que sigue vindicándose.
Recientemente, Jonathan Mayo recopiló nuevos detalles del ataque
terrorista de noviembre de 2008, cuando diez jóvenes terroristas del grupo
paquistaní Lashkar-e-Tayyiba asesinaron a 164 personas en Mumbai, India.
Sus objetivos eran residentes comunes de Mumbai, personas en un centro judío y
visitantes de un famoso hotel que atendía a turistas.
Lo más llamativo del ataque es que, en tiempo real, los diez
terroristas estaban en comunicación con los controladores, enviándoles mensajes
desde Pakistán.
Mayo informa que mientras los terroristas estaban en el
hotel Taj Mahal Palace, recibieron mensajes de que los controladores en
Pakistán “están furiosos porque no hay señales de incendio en el Taj”. Los
controladores telefonearon a los jóvenes terroristas: “No va a pasar nada hasta
que enciendan el fuego. Cuando la gente vea las llamas empezará a tener miedo.
Y lanza algunas granadas, hermano mío. No hay nada malo en lanzar algunas
granadas”.
Los terroristas que se encontraban en el hotel parecían
“abrumados por la opulencia del hotel y [dijeron] a sus controladores: ‘¡Aquí
hay computadoras con pantallas de alta tecnología! ¡Es increíble!’ El
controlador [insistió] en que ‘inicien un incendio de verdad’ inmediatamente”.
Tras el ataque, un terrorista que se encontraba en la
estación de tren se dirigió a un puesto de control policial y dijo: “Señor, por
favor, ya hice lo que vine a hacer. Por favor, máteme”. El joven dijo a la
policía que “su padre, un vendedor ambulante, lo vendió [al grupo terrorista] y
le dijo a su hijo: ‘Tendremos dinero, ya no seremos pobres’”.
La línea entre el bien y el mal, incluso entre los jóvenes
terroristas, se movía en tiempo real.
El testimonio de Solzhenitsyn nos ayuda a ver que el mal no
puede eliminarse, pero, en sus palabras, “es posible constreñirlo dentro de
cada persona”.
Si Solzhenitsyn tiene razón acerca del potencial para el mal
que existe en cada uno de nosotros, entonces Thomas Sowell, tiene una
advertencia importante:
Cada nueva generación que nace es, en efecto, una
invasión de la civilización por parte de pequeños bárbaros, a los que hay que
civilizar antes de que sea demasiado tarde. Sus perspectivas de crecer como
personas decentes y productivas dependen de todo un complejo conjunto de
prácticas, en gran medida no articuladas, que engendran valores morales,
autodisciplina y consideración hacia los demás.
Steven Pinker se hizo eco de Solzhenitsyn
cuando escribió: “Los humanos no son innatamente buenos (así como tampoco
son innatamente malos), pero vienen equipados con motivos que pueden alejarlos
de la violencia y orientarlos hacia la cooperación y el altruismo”.
Sería una apuesta insensata esperar que cada persona crezca
civilizada y ejerza su capacidad moral para orientarse hacia el bien. La
cooperación y el florecimiento humanos son posibles gracias a las tradiciones
morales y al imperio de la ley que restringe el mal.
Cuando la ideología sin restricciones triunfa sobre los
derechos y la moral, descubrimos con qué rapidez el mal triunfa sobre el bien.
En cambio, el orden social ampliado creado por el libre
mercado amplía nuestras oportunidades de cooperar con los demás y, lo que es
crucial, acepta la naturaleza humana tal como es. Cuanto más cooperamos, más
nos damos cuenta de que nuestro bienestar depende de los demás. Cuanto más
densa es la interdependencia, mayores son los incentivos para cultivar el lado
bueno de nuestra naturaleza humana.
https://disidentia.com/por-que-es-importante-la-linea-entre-el-bien-y-el-mal-de-solzhenitsyn/
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