O DESPERTAMOS O MORIMOS
El budismo zen está lleno de historias sobre practicantes
que miran fijamente a la muerte en la cara con el fin de cortar sus hábitos
mentales y forzar una confrontación directa con la materia fundamental. Monjes
haciendo zazen al borde de un acantilado para mantenerse alerta, estudiantes haciendo votos de muerte si no
consiguen despertar en un periodo de tiempo determinado, etc.
En Zen in America, por ejemplo, se nos habla de "un monje que se sentó con una varilla de incienso en una mano y un cuchillo en la otra y juró suicidarse si no se iluminaba antes de que el incienso se consumiera". Como siempre -al menos en las historias que se han transmitido-, lo consiguió justo a tiempo, llevado al límite por el dolor de la varilla ardiendo".
En un sentido muy
real, creo que esto es lo que la humanidad se está haciendo colectivamente a sí
misma en estos momentos.
No recomiendo hacer ningún voto de muerte melodramático para
alcanzar la iluminación, ni ninguna medida dañina o que ponga en peligro la
vida; estas cosas suelen complacer a las mismas estructuras egoístas que
intentamos superar cuando las haces deliberadamente, y por tanto frustran todo
el propósito.
Aun así, es difícil no darse cuenta de que muchas de las
historias de despertar que escuchamos de maestros iluminados que comparten su
experiencia implican momentos de crisis existencial extrema de un tipo u otro.
Ramana Maharshi estalló cuando se apoderó de él un miedo repentino a la muerte,
Eckhart Tolle mientras contemplaba el suicidio, Katie Byron cuando una
cucaracha se arrastró sobre su pie durante una depresión debilitante en una
mísera casa de acogida. En un caso tras
otro, vemos a personas empujadas a lo más profundo de sí mismas por crisis
existenciales que les obligan a un verdadero ajuste de cuentas con la realidad.
Y ahora vemos a la
humanidad como colectivo en su propia crisis existencial a medida que el
ecosistema en el que evolucionamos avanza hacia el colapso, las naciones con
armas nucleares se acercan cada vez más a la confrontación directa y los
gobiernos se vuelven cada vez más autoritarios mientras la democracia y la
transparencia siguen erosionándose.
Nos precipitamos
hacia la distopía y el armagedón, y las poderosas élites en el asiento del
conductor han dejado muy claro que no tienen intención de desviarse de esta
trayectoria. No podemos utilizar la democracia para alejar este barco del
iceberg, porque la "democracia" que nos han dado es un volante
infantil falso que se le da a un niño pequeño para que juegue con él y pueda
fingir que conduce. Incluso la acción revolucionaria directa está completamente
prohibida para nosotros, porque
estamos siendo exitosamente propagandizados para consentir el status quo por
las manipulaciones de las corporaciones de los medios de comunicación
dominantes y sociales.
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cuál es la única salida que
nos hemos permitido?
Hasta donde yo sé,
la única puerta que nos queda abierta como especie es un despertar a gran
escala. Un cambio colectivo de nuestra relación malsana con la narrativa mental
a una relación sana. Una relación con la narrativa mental en la que los
pensamientos ya no se crean ni se identifiquen con ellos, sino que se utilicen
como herramientas para sobrevivir y prosperar. Donde las narrativas
propagandísticas ya no estén imbuidas reflexivamente con el poder de la
creencia, porque las estructuras egoicas para las que están diseñadas ya no
están ahí.
No puede haber cambio
sin un movimiento popular a gran escala. No se puede tener un movimiento
popular a gran escala sin neutralizar el motor propagandístico diseñado para
impedirlo. No se puede neutralizar el motor de la propaganda sin un despertar a
gran escala de la malsana relación de la humanidad con el pensamiento.
Es fascinante, de
verdad. De alguna manera, hemos conseguido engañarnos a nosotros mismos hasta
una situación en la que la única manera de evitar la extinción es realizar a
escala masiva el potencial que los sabios han estado señalando durante
milenios. Nos las hemos arreglado perfectamente para trolearnos a nosotros
mismos en el tiempo de evolucionar o morir.
Como guiada por una
extraña y profunda sabiduría, la humanidad se ha metido en una situación en la
que tiene el cuchillo en una mano y el incienso en la otra, jurando suicidarse
si no puede alcanzar la iluminación colectiva para cuando el incienso se
consuma.
No lo hicimos a
propósito. No lo hicimos porque a nuestros egos les pareciera una crisis
gratificante en la que meternos. Acabamos de llegar aquí, por algún extraño
milagro, completamente de la nada. Algo en lo más profundo de nuestro ser nos
ha colocado en una posición en la que necesariamente debemos desarrollar todo
nuestro potencial como especie o seguir el camino de los dinosaurios.
Estamos empezando a
sentir el ardor del incienso. Cada vez hará más calor.
¿Explotaremos?
¿Despertaremos? No lo sé; lo haremos o no. Pero, por el momento, no puedo
evitar mirar con asombro la loca sabiduría de la humanidad por haberse metido
en este lío.
CAITLIN JOHNSTONE - 25/10/2020
https://www.climaterra.org/post/o-despertamos-o-morimos
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