MICROMENTIRAS
Decir pequeñas mentiras piadosas ¿es bueno o malo?
Venga, confiesa. Seguro que alguna vez has dicho algo como
«Me encanta tu nuevo corte de pelo», cuando, en realidad, pensabas que tu amiga
parecía recién salida de una pelea con una podadora. O quizás has soltado un
«¡Claro que me acuerdo de tu cumpleaños!» mientras buscabas frenéticamente en
tu calendario para ver qué día era hoy. Bienvenido al maravilloso mundo de las
micromentiras, esas pequeñas falsedades que soltamos casi sin pensar y que,
según algunos, son el lubricante social que mantiene en marcha las relaciones
humanas.
El arte de mentir (un poquito)
Pero vamos a ser sinceros (ironía): ¿son realmente inofensivas estas mentirijillas? ¿O estamos creando una sociedad basada en la falsedad y el engaño? La respuesta no es tan sencilla como un sí o un no.
La Dra.Bella
DePaulo, psicóloga de la Universidad de California, lleva años
estudiando las mentiras en la vida cotidiana. Según ella,
mentimos en promedio una o dos veces al día: «La mayoría de estas mentiras son
inofensivas y están diseñadas para hacer que las interacciones sociales sean
más fluidas». Vamos, que somos una panda de mentirosos, pero con buena
intención. ¿O no?
El lado oscuro de las mentiras blancas
Pero no todo es color de rosa en el mundo de las
micromentiras. Algunos expertos advierten que incluso las mentiras pequeñas
pueden tener consecuencias inesperadas. Estas mentirijillas pueden erosionar la
confianza y crear una cultura de deshonestidad.
Imagina que le dices a tu pareja que te encanta el jersey
horroroso que te ha regalado. Genial, has evitado herir sus sentimientos. Pero
ahora te vas a pasar los próximos cinco años recibiendo jerséis igual de
horribles en cada cumpleaños. ¿Quién es el tonto ahora?
La ciencia de la mentira piadosa
Pero espera, que esto se pone aún más interesante. Estudios
recientes sugieren que las áreas
del cerebro responsables de las emociones negativas se vuelven menos activas
cada vez que mentimos. Es decir, cuanto más mentimos, más fácil se
vuelve. ¿Estamos ante un peligroso efecto bola de nieve? ¿Empezamos con «Me
encanta tu nuevo peinado» y terminamos con «No, cariño, esa modelo de Instagram
no significa nada para mí»?
El dilema del mentiroso compulsivo
Ahora bien, antes de que decidas convertirte en un Pinocho
moderno, tienes que conocer el caso de una persona que decidió hacer un
experimento: no decir ni una sola mentira durante un mes entero. Ni siquiera
esas pequeñitas que usamos para suavizar las cosas. El resultado fue un
desastre. Perdí amigos, ofendí a mi familia y casi me despiden del trabajo.
Parece que la honestidad brutal no es siempre la mejor
política. ¿Quién lo hubiera dicho? (Nota: no decirle a mi jefe que su aliento
matutino podría noquear a un oso).
La mentira como herramienta de supervivencia
Pero, ¿y si te dijera que mentir un poco podría ser…
beneficioso? Un estudio realizado hace unos cuantos años descubrió
que los niños que aprenden a mentir a una edad temprana tienden a tener mejores
habilidades cognitivas. La
capacidad de mentir requiere un cerebro sofisticado. Así que la próxima
vez que pilles a tu hijo mintiendo, en lugar de castigarlo, tal vez deberías
felicitarlo por su desarrollo cerebral. (No me hago responsable de las
consecuencias de aplicar este consejo).
El arte de la mentira diplomática
Y no olvidemos el mundo de la diplomacia internacional. Hay
quien dice que la palabra le ha sido dada al hombre para ocultar su
pensamiento. Imagina por un momento un mundo donde los líderes mundiales
dijeran exactamente lo que piensan, probablemente estaríamos todos viviendo en
búnkeres subterráneos.
La paradoja de la autenticidad
Pero aquí viene la gran pregunta: en un mundo donde
valoramos tanto la autenticidad, ¿cómo encajan estas micromentiras? Algunos
expertos abogan por la vulnerabilidad y la autenticidad. Pero incluso ellos
reconocen que hay momentos en los que una pequeña mentira puede ser la opción
más compasiva.
La autenticidad sin empatía puede ser solo crueldad.
Así que la próxima vez que tu pareja te pregunte si ese pantalón le hace
parecer gordo, piénsatelo dos veces antes de soltar tu verdad más auténtica.
El futuro de la mentira
Entonces, ¿debemos
abrazar nuestro lado Pinocho o convertirnos en máquinas de la
verdad sin filtro? Como siempre en la vida, la respuesta está en el término
medio.
Tal vez la clave esté en lo que algunos llaman mentiras benevolentes. Esas pequeñas
falsedades que decimos no para engañar, sino para proteger, consolar o animar a
otros. Porque al final del día, lo que realmente importa es la intención detrás
de nuestras palabras.
Así que la próxima vez que te encuentres a punto de soltar
una micromentira, párate un segundo y piensa: ¿Es realmente necesaria? ¿Estoy
protegiéndome a mí mismo o a la otra persona? ¿O solo estoy siendo perezoso y
evitando una conversación difícil?
Y recuerda, hay quien dice que, si dices la verdad, no
tendrás que acordarte de nada. Aunque, seamos sinceros, probablemente todos
hemos soltado alguna que otra mentirijilla en nuestra vida. Después de todo, ¿qué
es la ficción sino una gran mentira bien contada?
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