GAME OVER (Fin del juego)
El nuevo orden mundial es el sueño húmedo de toda
organización masónica que se precie. Sabemos que todos los regímenes políticos,
así como sus inclinaciones ideológicas o partidos que mueven ficha no son más
que el reflejo de su satanizante objetivo. La historia se encarga de
demostrarlo, a pesar de que la gente no se percata de lo que no son pequeños
detalles, sino demasiado grandes y graves como para ser ignorados.
Es importante señalar que la expresión “sueño húmedo” no es gratuita. Es una idea utópica, un deseo que se cree que se puede hacer realidad, sobre todo cuando se controla toda la riqueza del planeta y todas las mentes, gracias a la programación, incluso por ondas dirigidas a nuestras neuronas. En principio es un camino fácil, se cree que el ser humano es fácilmente manipulable y que tanto sus pensamientos como sentimientos, los cuales se activan y desactivan con simplemente tocar un botón, permitirán lograr ese objetivo mágico.
Llevan así más de 300 años con intentos vanos, primero
torpes y ahora empleando nuestros cerebros incluso contra sí mismos, a través
de mecanismos inconscientes que se aprovechan de manera sucia para la batalla. Siguiendo
esa máxima cualquier ideología, por disparatada que sea, es susceptible de ser
impuesta, siendo el mejor ejemplo todo lo relativo a la izquierda marxista,
inventado en el siglo XIX en una sala experimental entre malvados y sesudos
genios de lo perverso.
El fin es la destrucción del alma humana. Las hordas
satánicas necesitan la aniquilación espiritual y para ello han empleado la
cultura woke en toda su gama (LGTBI, cambio climático, feminismo, y todo lo que
ya sabemos y no vamos a describir), como arma de destrucción de nuestros
cerebros para acelerar ese gobierno mundial. A pesar de que la estrategia ha
sido lenta, ahora se ha acelerado pues el tiempo apremia y parece ser que el
número de mentes que rechazan dicha ideología se dispara por segundos.
Eso supondría echar a la basura 200 años de trabajo, que no
son pocos y es necesario ponerse a trabajar duro. Es por ello que el gobierno
de España y otros se han empecinado en ello, aún a costa de destruir las
estructuras mal llamadas democráticas con el fin de imponernos su modelo
hermético, en una estrategia llena de errores, pues exige el empobrecimiento
como forma de control de la población para crear la secta del estado, como
único salvador posible. Es decir, el hambre, la súplica y si no te rindes te
mueres.
Parece ser que este modelo woke, lleno de sueños idílicos,
derechos infinitos, libertad divina sin límites y con placer intemporal, no ha
funcionado; parece ser que hay una pieza en esa ingeniería de masas que el
instituto Tavistock ha estudiado desde su creación en 1920 que no ha sido
tenida adecuadamente en cuenta y ahora están viendo cuál es, porque ha de ser
muy importante para que el diseño experimental no haya sido exitoso, siendo el
resultado el contrario: cuanto más se implementa, aunque sea con engaño, más la
masa ve los errores y la desprecia y, como es imposible tapar mentira con
mentira hasta el infinito, al final, el modelo ideológico del progresismo ya no
cuela en las mentes. ¿Y entonces qué?
El sueño húmedo del nuevo orden mundial no ha desaparecido
por si acaso. Sigue ahí, como una obsesión; es más, llegados a esta crítica
situación, conocer los detalles psíquicos y emocionales que pudiera hacer
entender a los ciudadanos de a pie la conveniencia de ese orden supremo se
complica de tal modo que exige un nuevo análisis de la mente humana, no sólo
por no ser tan fácilmente manipulable como se creía (piensan los demonios que
el resto es retrasado mental y que sus estrategias son insoportablemente
exitosas, aunque luego se desmoronen cual torre de naipes), sino porque se hace
necesario echar abajo todo el tablero.
Muchas de las personas, más de las que creemos, operan en
torno al sentido común, algo abstracto que no se puede medir pero que nos guía
en la vida con una sabiduría que no se puede valorar de ninguna forma y todo lo
que vaya en contra del mismo choca con una resistencia atroz: en otras
palabras, no sobrevive. Por lo tanto, cualquier elemento de la cultura woke ha
de ser destrozado desde ya porque eso pone en serio peligro las intenciones de
las sectas masónicas secretas, siendo que, incluso, millones de personas ya
saben en qué consisten éstas y cuál es su ideario, específicamente satánico.
Una vez descubiertos lo que toca es volver a la gruta y comenzar de cero.
La cuarta revolución industrial, por otra parte, es un
hecho. La robotización, la inteligencia artificial en todas las áreas de
nuestra vida (ya está siendo introducida sin que ni nos demos cuenta de ello),
supone un peligro enorme por cuanto no sólo van a desaparecer millones de
puestos de trabajo, sino porque el ser humano quedará completamente sometido a
ella. Lo más peligroso de todo ello es que, si seguimos la secuencia, nos
encontramos con que sobrarían miles de personas en la humanidad que si no son
inservibles lo serán, tiempo al tiempo.
¿Y qué hacer con ellos? Porque no se pueden matar, así como
así, sin dejar las pruebas del delito en una masa cada vez más despierta; el
demonio tendrá que utilizar su refinadísima astucia para asesinarnos sin que
nos demos cuenta y con cierto ritmo. ¿Qué ocurriría si tardasen demasiado? Se
verían descubiertos y tendrían que esconderse porque pondríamos precio a sus
cabezas.
Es éste el momento en el que nos encontramos aquí y ahora.
Ellos tienen el poder económico y estratégico, nosotros tenemos el poder
espiritual que ejercitamos en nuestra vida privada, la cual no controlan (aún,
de momento). Es una batalla cruenta entre lo visible y lo invisible, entre lo
real y lo imaginario, entre el bien y el mal.
Toda vez que lo saben, han de cambiar de estrategia. Todo el
falso progresismo visto hasta ahora comenzará a desmoronarse delante de
nuestras narices, muchos se irán corrigiendo en sus posturas por pura
conveniencia estratégica, otros caerán al haber sido utilizados como títeres quemados
e inservibles y será así como nos darán de nuevo la libertad, como una especie
de ausencia de castigo y de empoderamiento sólo en lo material para que
nuestros incipientes y poderosos espíritus bajen la guardia, algo que esperan
con ansiedad.
Mientras tanto tienen sus planes secretos, ahora más
secretos que nunca, pues saben de nuestra astucia humana, esa que tanto temen y
ya han decidido que han de rebajar la tensión y el control, de lo contrario se
irán a pique. ¿Es ése el encargo de Donald Trump? Ya ha eliminado de un plumazo
el LGTBI, el cambio climático, el problema migratorio del nefasto plan
Kalergui, las campañas de dominio por muerte de la OMS y otros tantos sucios
planes. Pero, quedan muchas preguntas. ¿Renunciará a la inteligencia artificial?
¿Hasta qué punto es libre para tomar decisiones sin que lo intenten asesinar
por tercera vez? ¿Qué riesgo existe de que en su gestión se den conflictos de
intereses, no sólo por él, sino por Elon Musk y otras figuras asesoras y
circundantes, conscientes de lo antes explicado? ¿Puede ser EEUU la primera
potencia mundial con un dólar sin valor alguno, con una deuda externa
espeluznante? ¿Cuánto tardará China en hacerle frente de manera real y el
dragón echará fuego por su boca? ¿Existen oscuras manos detrás de las buenas
intenciones de Trump? ¿Y, sobre todo, dónde está la masonería de todo ello si
tenemos en cuenta que compañías como Blackrock parecen haberse alejado de toda
la moda progre y el wokismo, sin que desee invertir en ello? ¿Lo hará ahora en
Donald Trump?
A pesar de que todo está a punto para un cambio de rumbo,
los despiertos tenemos que estar muy alerta en un mundo que, además, es
claramente multipolar. No podemos relajarnos, tampoco brindar con champán por
cada decisión que se tome y que, supuestamente nos beneficie. La batalla ha
tomado otro rumbo. Eso sí, disfrutaremos viendo como el rojerío se pone muy
nervioso, pero no nos entretengamos demasiado con la parodia.
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