DIÁLOGO INTERIOR
No tengo dónde acudir. Se me agotan las opciones. Allí
donde intento ocultarme, me estás mirando, observando, descubriéndome. No me
dejas hacer nada sin sentir tu presencia, tu mirada inquisidora. Me incomodas,
me turbas, no tengo intimidad.
– Debes comprender que no tienes vida propia, más que la que
Yo te confiero.
¿La que tú me confieres? Yo siempre he hecho lo que he querido. Claro que tengo vida propia, la he saboreado, la he disfrutado y también la he sufrido. Me he equivocado a veces, pero también he aprendido a ser mejor, más efectivo y hacer lo que quería.
– Ese es el problema, que lo que tú querías no es lo que Yo quiero.
Y qué me importa lo que tú quieres. Yo soy mi propio amo y
hago según mi voluntad.
– Nunca has sido tu propio amo. Has tenido muchos amos, pero
no te dabas cuenta. Cada vez que creías hacer lo que querías, en realidad ibas
detrás de algún falso dios que demandaba tu adoración.
Resulta irónico que me digas eso, cuando presiento que Tú
aspiras a ser mi único Dios. Lo que deseas es que abandone a todos mis dioses
para adorarte solo a ti.
– Tergiversas muy bien las cosas, ya conozco tu astucia y
artimañas. No espero adoración, ni deseo tu ciega obediencia, solo que
reconozcas quién eres y a quién debes tu existencia, que tomes consciencia de
quién eres y cuál es tu verdadero lugar.
No sé a quién le debo mi existencia, solo sé que estoy
vivo, porque pienso y siento, tengo sueños, deseos, proyectos… ¿es que acaso no
es suficiente para reconocer que tengo una vida propia e independiente? ¿Por
qué no me dejas en paz y dejas de observarme?
– Lo que tú llamas vida no es vida, es solo un puñado de
deseos que persigue los cebos que han puesto a tu alrededor para confundirte.
¿Qué haces cuando consigues algunos de esos deseos después de una momentánea
satisfacción? Dejarlo atrás porque no era lo que esperabas y perseguir otro, y
otro y otro más. ¿Lo niegas?
No, no lo niego, pero en eso consiste esta vida ¿no?: En
conseguir cosas para obtener más. Todo el mundo lo hace, no hay más que mirar
alrededor.
– ¿Y cómo terminan todos al final de su existencia? ¿Te has
fijado? Y lo que es más importante ¿qué se pueden llevar de todo lo obtenido
aquí cuando su tiempo termina?
Nadie se detiene a pensar en eso. Esto es lo que hay, lo
que nos ha tocado vivir, hay que sacar el mejor partido. Nadie sabe lo que hay
después de la muerte, entonces ¿por qué preocuparse del final si todo acaba
aquí?
– No acaba aquí. Tú tienes un principio y un final. Yo no.
Tengo un propósito mayor que no puedes comprender ahora, pero del cual formas
parte. Eres una extensión mía para desenvolverme en este espacio que habitas.
Naciste con ese propósito, pero te dejaste seducir por las luces y las sombras
que te rodean. Te olvidaste de mí y estoy aquí para recordarte lo que puedes
llegar a ser. En verdad, nunca estás solo.
¿Y qué puedo llegar a ser? ¿Un esclavo tuyo, dócil y
obediente?
– No. Puedes ser consciente de ti mismo, convertirte en lo
que estás destinado a ser, una extensión de mí que expresa todo su potencial.
Ya te dije que no busco adoración ni ciega obediencia, sino que tomes
consciencia y cumplas con tu cometido.
En verdad a veces me pregunto qué hago aquí, de dónde
vengo, qué sentido tiene esta vida, cuál es su finalidad. A pesar de todos mis esfuerzos
por encajar, siento un vacío difícil de explicar.
– Eso es bueno, es señal que en el fondo sabes que eres
mucho más, esa sensación te hará buscar, y el que busca encuentra. Es señal
que, aun volcado en el exterior, todavía sientes el reflejo de mi conexión
interna. Es el sentir de tu olvidada pertenencia.
Pero cómo puedo estar seguro, porque son solo momentos,
luego se me pasa y sigo con mis quehaceres, mis conflictos y mis intereses.
– Tú sabes dentro de ti lo que es real y lo que no, lo que
no muere y lo que es efímero. Solo tienes que escucharte. Distinguirlo te hará
más fácil encontrar lo verdadero. Lo temporal y circunstancial solo merece la
atención precisa, pero no el grueso de tu energía, que debe estar puesta en lo
real, en tu crecimiento, en tu vuelta al hogar, a tu lugar de pertenencia.
Otra vez me hablas de pertenencia, ¿pero ¿qué es? ¿cómo
estar seguro?
– No es tan difícil, solo tienes que recordar tus momentos
de mayor plenitud, de dicha y felicidad que experimentaste, y ver qué tienen en
común esos momentos. Así descubrirás cuál es tu pertenencia, cuál es tu
verdadera naturaleza, y, de esta manera, saber hacia dónde debes encaminarte
para convertirte en quién eres en realidad.
Ángel Hidalgo
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