DECRECIMIENTO:
Sencillo de explicar, difícil de asumir
¿Saldrías
esprintando si tienes que recorrer 80 km. en bici? No, porque la
velocidad te dejaría sin resuello. ¿Qué pasó con la gallina de
los huevos de oro? El ansia de velocidad de acumulación mató a la
gallina y al futuro.
Esto
es lo que le está pasando a nuestro planeta. Vivimos a una velocidad
por encima de lo sostenible. Una velocidad de apropiación de
recursos y de generación de residuos superior de las capacidades del
entorno.
Así,
el cambio climático es debido a que estamos generando gases de
efecto invernadero (residuos) por encima de la capacidad de ser
asumidos por parte de la atmósfera (sumidero). El agotamiento del
petróleo (recurso) se debe a que estamos consumiéndolo por encima
de su tasa de renovación. Podemos hacer un repaso por todos los
problemas ambientales enmarcándolos en estas dos categorías:
excesiva velocidad de consumo de recursos o excesiva velocidad de
producción de residuos.
La
solución es obvia: consumamos recursos y produzcamos residuos a los
ritmos asumibles por la naturaleza. Pero, ¿por qué avanzamos en la
dirección contraria?
Aquí
la cosa también está clara. Vivimos en un sistema, el capitalista,
que funciona con una única premisa: maximizar el beneficio
individual en el más corto espacio de tiempo. Uno de sus corolarios
inevitables es que el consumo de recursos y la producción de
residuos no para de aumentar a velocidades exponenciales.
No
es que haya una mente maquiavélica que diga: voy a ventilarme el
planeta (aunque sí que hay quienes estén por la labor). Es una
simple cuestión de reglas de juego: o te atienes a maximizar tus
beneficios o te quedas fuera. Quedarse fuera es que tu empresa es
absorbida o pierde su mercado. Atenerse a las reglas es que lo único
que importa son las cuentas a final de año y, sólo bajo presión,
el entorno o las condiciones laborales.
Pero
el problema va más allá de los impactos ambientales y sus
implicaciones sociales (el cambio climático es uno de los
principales problemas sociales por su ataque a los medios básicos de
supervivencia: agua, agricultura y tierra). Indudablemente hablar de
lo que supone la velocidad del capitalismo implica nombrar a quienes
esta velocidad expulsa y explota.
Si
tengo 100 manzanas para 100 personas y 20 se quedan con 80, porque el
sistema no sólo produce acumulación, sino que necesita esa
acumulación... Vamos, que tenemos un problema de sobrevelocidad,
pero también de inequidad. Tenemos una tarta en la que nos tenemos
que preocupar no sólo del reparto justo, sino también del tamaño,
que no puede ser demasiado grande.
Atajar
el problema de sobrevelocidad que tenemos pasa por abandonar la
obsesión intrínseca de este sistema por el crecimiento. Pasa por el
decrecimiento de quienes ya hemos crecido demasiado. Significa que
los países del Norte tendremos que recortar drásticamente nuestro
consumo de recursos y producción de basuras hasta acoplarlos a la
capacidad de producción y reciclaje de la naturaleza.
Pero
no en todo se tiene que decrecer ni de igual forma. Hay que decrecer
en el consumo de energías fósiles, creciendo en el de renovables
(hasta un punto); o decrecer en la producción de materiales
sintéticos, sustituyéndolos (en parte) por naturales. Todo ello
entendiendo que el aumento de la eficiencia y la apuesta por los
productos cien por cien reciclables es importante, pero no
suficiente. El parque automovilístico actual es mucho más eficiente
que el de hace 30 años pero... contamina más (hay más coches); y
una granja de cerdos puede producir deshechos cien por cien
reciclables pero... a una velocidad inasumible por los ecosistemas.
Así que: más eficiencia, cierre de ciclos de la materia, energía
solar pero... con decrecimiento. Sólo así el Sur (y los sures del
Norte) podrán aumentar sus niveles de consumo de recursos y de
generación de residuos para alcanzar los mínimos para tener una
vida digna.
Es
decir, la propuesta de decrecimiento no implica que todo el mundo
decrezca ni que decrezcamos en cualquier cosa, sino que el
decrecimiento busca la equidad en la austeridad. Es comprender que
vivir mejor es vivir con menos.
El decrecimiento no es un objetivo, es un medio hasta alcanzar
parámetros de sostenibilidad.
Pero
es una propuesta muy difícil de asumir, al romper las reglas de
juego capitalistas e ir contra quienes detentan el poder. Sin embargo
es algo inevitable, o decrecemos por las buenas o lo haremos por las
otras, ya que los límites de recursos y sumideros del planeta los
tenemos ya encima, y la física no veas lo tozuda que es.
Luis
González Reyes en Revista Pueblos nº 34. Septiembre 2.008
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