EL HECHIZO DEL ANTROPOCENTRISMO
SE DESHACE OBSERVANDO MEJOR
En su libro Filosofía
ante la crisis ecológica, Marta Tafalla afirmaba:
«La mayoría de la gente no ve las aves porque no las
considera importantes. Después de todo, nuestros sentidos y nuestro cerebro
prestan atención a aquello que consideramos valioso y desatienden lo que no nos
interesa ni preocupa. Cuando el yo humano se infla de antropocentrismo, el
resto de seres no parecen dignos de atención. ¿Por qué malgastar la atención en
carboneros y trepadores azules cuando puedes estar mirando coches, escaparates
o la pantalla de tu móvil?
Quienes no ven aves tampoco ven a otros animales, como mariposas, escarabajos, saltamontes, lagartijas, salamanquesas, caracoles, ratones, conejos o murciélagos. La mayoría de las veces tampoco ven árboles, arbustos, ni flores. No tienen ni la menor idea de a qué especies pertenecen los árboles con los que se cruzan cada día de casa al trabajo, y les da igual. Pero si ni siquiera entiendes un poco el territorio en el que vives, ¿cómo vas a comprender lo que implica el caos climático o la extinción de especies?»
Se ha demostrado —nos informa Tafalla— que «el riesgo de
cáncer de mama se incrementa con el estrés y la depresión» y cada vez más
investigaciones muestran que vivir cerca de parques y jardines ayuda a evitar
esas y otras enfermedades. Los
árboles curan. «Vivir a menos de 500 metros de una zona verde urbana reduce
la mortalidad prematura por todas las causas». La explicación puede estar en la
reducción de la contaminación y del ruido, o bien, por ofrecer mejores
temperaturas, por animar a hacer ejercicio, por reducir el estrés, por todas
las magníficas ventajas de los árboles o por todo eso en conjunto.
Podríamos cuidar el medioambiente por nuestro propio
interés, pero Tafalla lo tiene claro:
«La biosfera no nos cura ni nos regala alegrías porque
sea un instrumento a nuestro servicio, sino porque es la vida a la que
pertenecemos, de la misma manera en que los amigos no nos hacen felices porque
sean herramientas para nosotros, sino porque los humanos somos seres sociales
que nos realizamos en la convivencia».
Así pues, continúa ella:
«Necesitamos desterrar el ideal de la supremacía humana,
que nos conduce a la soledad y la desolación, y resituarnos como miembros de la
comunidad multiespecie que conforma la biosfera. Deberíamos percibir y reconocer a esos vecinos con los que compartimos
nuestros barrios por muchas razones: por razones cognitivas, porque observarlos
nos ayudará a comprender la realidad a la que pertenecemos; por razones estéticas, porque si
aprendemos a apreciarlos nuestra vida cotidiana se llenará de experiencias de
belleza; por razones éticas,
porque no tendremos vidas justas si no respetamos a los otros seres vivos;
por razones de salud,
porque la suya está enlazada con la nuestras; por razones de felicidad, porque su compañía nos regalará placeres
enriquecedores; y por
supervivencia, porque la suya y la nuestra están atadas con nudos que no
se pueden deshacer. Y para lograr todo eso, necesitamos conceptos con los que
articular nuevas formas de pensar, sentir y vivir, palabras con las que romper
el hechizo del antropocentrismo».
No nos imaginamos la importancia de conocer
y enseñar el nombre de las plantas y animales de nuestro barrio. Tenemos
que educar y educarnos en lo
importante para reconducir nuestra historia hacia lo deseable.
https://blogsostenible.wordpress.com/2024/10/02/deshacer-el-hechizo-del-antropocentrismo/
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