¿EN PLENA CRISIS ECONÓMICA QUIÉN PIENSA EN DECRECER?
Parecería una
locura usar el término “decrecimiento” de la economía en
medio de la peor crisis económica vivida en las últimas décadas.
Pero, de hecho, hay
quien aboga por ello.
¿Qué
entendemos por decrecimiento? El decrecimiento es una corriente
de pensamiento político, económico y social que
busca el equilibrio entre lo que el ser humano necesita para vivir y
los recursos que la naturaleza puede proporcionar preservando el
planeta. En realidad no
es una teoría que esté en contra del crecimiento,
sino que está en contra del crecimiento como única forma de modelo
económico. El argumento subyacente es que para crecer
indefinidamente la producción deber crecer indefinidamente el
consumo (base del crecimiento económico), lo que hace crecer
indefinidamente el uso (y con ello el sobreuso) de los recursos
naturales, que son limitados.
En realidad la
corriente del decrecimiento está muy relacionada con otras
teorías o conceptos tales como el crecimiento
sostenible,
el consumo
colaborativo,
el movimiento
slow o
incluso la economía
budista.
El concepto de
“decrecimiento” nace durante los años 1970 de la
conciencia de las consecuencias atribuidas al productivismo de
la sociedad industrial, sin importar si ésta deriva de un
sistema capitalista o socialista, es decir, no sólo
es un movimiento anticapitalista sino también es una
ideología antiproductivista.
La teoría
enunciada por Nicholas
Georgescu-Roegen (considerado
padre del decrecimiento) sobre la bioeconomía en su
obra The
Entropy law and the Economic Process (1971)
es una de las bases de la corriente decrecentista. Otras obras que se
suman al sustento ideológico del decrecimiento son las de Günther
Anders (La
obsolescencia del hombre,
1956), Hannah Arendt (Condición
del hombre moderno,
1958), Kenneth Boulding (The
economics of the coming spaceship earth, 1966),
el ensayo del Club de Roma (Los
límites del crecimiento, 1972),
e Iván Illich (La
convivencialidad,1973).
El economista
británico Kenneth Boulding utilizaba allá por los años 60 la
metáfora de una “nave espacial Tierra” para recordarnos los
límites del planeta, tanto en la extracción de sus recursos como en
la capacidad de asimilación de los residuos. Su frase más conocida
fue la de: “Quién cree que un crecimiento infinito es compatible
con un planeta finito o está loco o es un economista”. Así, de no
actuar razonadamente, los
partidarios del decrecimiento opinan
generalmente que se llegaría a una situación de decrecimiento
forzado debido a esa falta de recursos.
El decrecimiento rechaza el objetivo de crecimiento económico en sí del liberalismo y el productivismo; en palabras de Serge Latouche (uno de sus principales defensores): «la consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento, […] En todo rigor, convendría más hablar de “acrecimiento”, tal como hablamos de “ateísmo”». Por ello también se suelen denominar “objetores de crecimiento”.
Los partidarios
del decrecimiento proponen
una disminución del consumo y la producción
controlada y racional, permitiendo respetar el clima,
los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta
transición se realizaría mediante la aplicación de principios y
prácticas que surgirían una vez asumida una situación de recursos
limitados: reducción de escala de los mercados, relocalización,
incrementar la eficiencia, mayor cooperación, autoproducción
(e intercambio), fabricación de productos más durables (en
oposición a la obsolescencia
programada,
etc.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario