LA MONEDA DE LA COOPERACIÓN
"La
prosperidad es relacionarse, no adquirir."
El "defecto estructural irremediable" de nuestra
civilización, que ha generado un sutil temor omnipresente y mitos catastrofistas
durante miles de años, se manifiesta en todas las instituciones humanas, desde
la ciencia a la religión, pasando por la tecnología, y los negocios.
Ninguna es independiente de las demás; ninguna puede cambiar
aisladamente; sin embargo, cuando una cambia, todas cambiarán. Empecemos por donde la falla estructural es
más clara y sus efectos más explícitos: la institución del dinero.
En el capítulo 4 se describe cómo nuestro actual sistema de dinero con interés genera la necesidad de un crecimiento sin fin, cómo encarna el pensamiento lineal, cómo desafía los patrones cíclicos de la naturaleza y cómo impulsa la conversión implacable de todas las formas de riqueza en dinero.
Además, el interés es la fuente de una competencia cada vez más intensa, la escasez sistémica y la concentración de riqueza de nuestra economía. Sin embargo, más que un artefacto accidental de la historia, el interés está ligado a nuestra autoconcepción como sujetos separados y competidores que buscan reunir más y más del mundo dentro de los límites de lo "mío". Por tanto, el cambio en nuestra ontología fundamental, expresado en parte por las nuevas ciencias también generará, en última instancia, un nuevo sistema monetario coherente con una concepción diferente del yo y del mundo.El sistema monetario de una sociedad es inseparable de otros
aspectos de su relación con el mundo y de las relaciones entre sus miembros.
El dinero, tal y
como lo conocemos hoy, refleja e impulsa la objetivación del mundo, el
paradigma de la competencia y la despersonalización y atomización de la
sociedad. Por lo tanto, deberíamos esperar que cualquier cambio auténtico en
estas condiciones implique necesariamente también un cambio en nuestro sistema
monetario.
De hecho, existen
sistemas monetarios que fomentan el intercambio, no la competencia, la
conservación, no el consumo, y la comunidad, no el anonimato. Hace al
menos cien años que existen versiones piloto de estos sistemas, pero como son
contrarios a los patrones más amplios de nuestra cultura, han sido marginados o
incluso suprimidos activamente. Mientras tanto, propuestas creativas de nuevos
modos de industria, como Ecología del Comercio de Paul Hawken y muchas tecnologías
de diseño verde, son antieconómicos con el sistema monetario actual. Los sistemas monetarios alternativos que
describo a continuación inducirán de forma natural las economías descritas por
visionarios como Hawken, Schumacher, Herman Daly y muchos otros. Darán vuelta a la progresiva nacionalización
y globalización de todos los sectores económicos, revitalizarán las comunidades
y contribuirán a la eliminación de las "externalidades" que ponen el
crecimiento económico en contradicción con la felicidad humana y la salud
planetaria.
Dado el papel
determinante del interés, el primer sistema monetario alternativo a considerar
es uno que lo elimine estructuralmente. Como demuestra la historia de la
Iglesia Católica, las leyes y advertencias contra el interés son ineficaces si
su necesidad estructural sigue presente en la naturaleza de la moneda. Se necesita una solución estructural, como el
sistema propuesto en 1906 por Silvio Gesell en El orden económico
natural. El
"dinero libre" de Gesell (como él lo llamaba) conlleva una forma de
interés negativo llamado oxidación. Periódicamente, hay que estamparle al
dinero un sello que cuesta una pequeña fracción de la denominación de la
moneda, un tipo de tarifa de uso o mantenimiento". La moneda "se
estropea", es decir, pierde valor, a medida que envejece.
Si esto le parece una propuesta descabellada que nunca
podría funcionar, le sorprenderá saber que nada menos que John Maynard Keynes
alabó la solidez teórica de las ideas de Gesell. Es más, el sistema se ha
probado con gran éxito. Aunque la oxidación de la moneda ya se aplicaba en el
Antiguo Egipto en forma de coste de almacenamiento para la moneda respaldada
por mercancías, el ejemplo más conocido fue instituido en 1932 en Worgl (Austria) por su famoso
alcalde, Uttenguggenberger. Para
mantener su validez, cada pieza de esta moneda emitida localmente requería un
sello mensual que costaba el 1% de su valor nominal. En lugar de generar intereses y crecer, la
acumulación de riqueza se convirtió en una carga, del mismo modo que las
posesiones lo son para el cazador nómada. Así pues, la gente gastaba rápidamente
sus ingresos, generando una intensa actividad económica en la ciudad. La tasa
de desempleo cayó en picado incluso cuando el resto del país se sumía en una
depresión cada vez más profunda; se terminaron las obras públicas y la
prosperidad continuó hasta que la moneda Worgl fue ilegalizada en 1933 a
instancias de un banco central amenazado.
La oxidación produce una serie de profundos efectos
económicos, sociales y psicológicos. Conceptualmente,
la oxidación funciona liberando los bienes materiales, que están sujetos a
procesos cíclicos naturales de renovación y decadencia, de su vinculación con
un dinero que sólo crece, exponencialmente, con el paso del tiempo. Esta
dinámica es la que nos está llevando a la ruina y al completo agotamiento de
toda riqueza social, cultural, natural y espiritual. La oxidación somete al
dinero a las mismas leyes que las mercancías naturales, cuyo valor continuo
requiere mantenimiento. Gesell escribe:
"El oro no armoniza con el carácter de nuestras
mercancías. El oro y la paja, el oro y la gasolina, el oro y el guano, el oro y
los ladrillos, el oro y el hierro, ¡el oro y las pieles! Sólo una fantasía
salvaje, una alucinación monstruosa, sólo la doctrina del "valor"
puede salvar el abismo. Las mercancías en general, la paja, el petróleo, el
guano y todo lo demás sólo pueden intercambiarse con seguridad cuando a cada
uno le es indiferente en cuanto a si posee dinero o mercancías, y eso es sólo
es posible si el dinero está afectado por todos los defectos inherentes a
nuestros productos. Esto es evidente.
Nuestras mercancías se pudren, se deterioran, se rompen, se oxidan, así que
sólo si el dinero tiene propiedades igualmente desagradables, que implican
pérdidas, puede efectuar el intercambio de forma rápida, segura y barata.
Porque tal dinero nunca puede, bajo ninguna circunstancia ser preferido por
nadie a las mercancías."
Sólo el dinero que
caduca como un periódico, se pudre como las patatas, se oxida como el hierro,
se evapora como el éter, es capaz de superar la prueba como instrumento para el
intercambio de patatas, periódicos, hierro y éter. Ni el comprador ni el
vendedor prefieren el dinero a las mercancías. Entonces, nos desprendemos de nuestras mercancías a cambio de dinero
sólo porque necesitamos el dinero como medio de cambio, no porque esperemos una
ventaja de la posesión del dinero.
En otras palabras,
el dinero como medio de cambio se disocia del dinero como depósito de valor. El
dinero ya no es una excepción a la tendencia universal de la naturaleza a la
oxidación, el moho, la putrefacción y la descomposición, es decir, al reciclaje
de los recursos. El dinero ya no perpetúa un reino humano separado de la
naturaleza.
La frase de Gesell, "una alucinación monstruosa, la doctrina del valor" insinúa un
efecto aún más sutil y potente de la oxidación.
¿A qué se refiere? El
valor es la doctrina que asigna a cada objeto del mundo un número. Asocia una
abstracción, inmutable e independiente, a lo que siempre cambia y que existe en
relación con todo lo demás. La
oxidación invierte este pensamiento y elimina así una importante frontera entre
el reino humano y el reino natural. Cuando el dinero deje de ser preferible a
los bienes, perderemos el hábito de pensar en términos de cuánto
"vale" algo.
Mientras que el interés fomenta el descuento de flujos de
caja futuros, la oxidación fomenta el pensamiento a largo plazo. En la
contabilidad actual, un bosque sustentable generando 1 millon de dólares al año
es más valioso si se tala para obtener un beneficio inmediato de 50 millones de
dólares. (De hecho, el valor actual neto del bosque sostenible calculado a un
tipo de descuento del 5% es de sólo 20 millones de dólares). Este descuento del futuro da lugar al infame
comportamiento miope de las empresas que sacrifican incluso su propio bienestar
a largo plazo por los resultados a corto plazo del trimestre fiscal. Este
comportamiento es perfectamente racional en una economía basada en el interés,
pero en un sistema de oxidación, el puro interés propio dictaría que se
preservara el bosque. La codicia
ya no motivaría el robo del futuro en beneficio del presente. Como el
descuento exponencial de los flujos de caja futuros obliga a
"cobrarse" toda la Tierra, como se ilustra en el Capítulo 4, esta
característica de la oxidación es muy atractiva.
Mientras que el
interés tiende a concentrar la riqueza, la oxidación promueve su distribución.
En cualquier economía con una especialización del trabajo más allá del nivel
familiar, los seres humanos necesitan realizar intercambios para vivir. Tanto el interés como la oxidación
representan una tasa por el uso del dinero, pero la diferencia clave es que en
el primer sistema, el cobro de la tasa de interés les corresponde a los que no
tienen dinero, mientras que en el segundo sistema es al revés, se cobra a los
que tienen dinero. La riqueza tiene un alto coste de mantenimiento, recreando
así la dinámica que subyace a las actitudes de los cazadores-recolectores hacia
la acumulación de posesiones.
En un sistema basado
en los intereses, la seguridad proviene de la acumulación de dinero. En un
sistema basado en la oxidación, proviene de tener canales productivos a través
de los cuales dirigirlo. Proviene de ser un nexo del flujo de riqueza y no un
punto para su acumulación. En otras palabras, se centra en las relaciones, no
en el "tener". El
sistema de oxidación está de acuerdo con un sentido diferente del yo, afirmado
no por definir más y más el mundo dentro de los confines del yo y lo mío, sino
por desarrollar y profundizar las relaciones con los demás. En otras palabras, fomenta la reciprocidad,
el compartir y la rápida circulación de la riqueza.
Un sistema económico de oxidación podría evolucionar hasta
convertirse en algo parecido al del antiguo noroeste del Pacífico o Melanesia,
en el que un líder "actúa como una estación de maniobra para los bienes
que fluyen recíprocamente entre los suyos y otros grupos similares de la
sociedad". Estas sociedades de "grandes hombres" no eran
totalmente igualitarias y tenían cierto grado de centralidad, como quizás sea
necesario en cualquier economía con algo más que una división muy básica del
trabajo. Sin embargo, el liderazgo no estaba asociado a la acumulación de
dinero o posesiones, sino a una enorme responsabilidad de generosidad. ¿Se imaginan una sociedad en la que el mayor
prestigio, poder y liderazgo recayera en aquellos con mayor inclinación y
capacidad de generosidad?
Considere el concepto !Kung de riqueza, explorado en este
intercambio entre el antropólogo Richard Lee y un hombre !Kung, llamado !Xoma:
Le pregunté a !Xoma: "¿Qué convierte a un hombre en
//kaiha [hombre rico] si tiene muchas bolsas de //kai [abalorios y otros
objetos de valor] en su choza?".
"Tener //kai no te convierte en //kaiha",
respondió !Xoma. "Es cuando alguien hace viajar muchos bienes cuando
podemos llamarle //kaiha".
Lo que !Xoma parecía estar diciendo era que no era el número de tus bienes lo que constituía tu riqueza,
sino el número de tus amigos. La persona rica se medía por la frecuencia de sus
transacciones y no por el inventario de bienes que tenía a mano. En el actual sistema monetario basado en el
interés, la seguridad proviene del tener -de la acumulación- y su consumación
es la "independencia financiera". Sin embargo, la riqueza original
del cazador-recolector surgió de una seguridad asociada no a la independencia,
sino a la interdependencia.
Recuerden al hombre de la tribu Piraha: "Almaceno carne
en el vientre de mi hermano". Un
leñador solitario puede sobrevivir en la naturaleza, pero su existencia es
mucho más precaria que la de un grupo cooperativo. Del mismo modo, en un
sistema monetario basado en la oxidación, es el reparto y no la acumulación
personal lo que constituye la base de la seguridad. La oxidación recrea la aversión de los
cazadores-recolectores al almacenamiento de alimentos u otras acumulaciones
materiales, quizá induciendo la misma mentalidad de confianza en un universo
providencial que existía en aquellos tiempos. La Era de la Reunión es un
retorno a una psicología original de la abundancia, pero en un orden superior
de complejidad. No se trata de un retorno tecnológico a la Edad de Piedra, como
algunos primitivistas prevén tras el colapso, sino de un retorno espiritual.
Silvio Gesell, el creador de la idea de la oxidación, previó
que ésta provocaría un profundo cambio en las actitudes hacia el dinero:
"Con la
introducción del dinero libre, el dinero se ha reducido a la categoría de
paraguas; los amigos y conocidos se ayudan mutuamente con préstamos de dinero.
Nadie guarda, o puede guardar, reservas de dinero, ya que el dinero está
obligado a circular. Pero dado que nadie puede constituir reservas de dinero,
no se necesitan reservas. La circulación del dinero es regular e
ininterrumpida."
El dinero ya no sería un bien escaso, que se acapara y se
mantiene alejado de los demás, sino que tendería a circular a la máxima
"velocidad" posible. El gobierno garantizaría precios estables según
la "ecuación de cambio" (MV=PQ) donde M es la cantidad de dinero, V
la velocidad de circulación, P el nivel de precios y Q el nivel de producción)
regulando la cantidad de moneda en circulación (M) para que corresponda a la
producción económica real total (Q). (El mismo resultado podría lograrse
vinculando la moneda a una cesta de productos básicos cuyo nivel corresponda a
la actividad económica global, como lo propuesto por Bernard Lietaer). Como
concluye Gesell:
"De ello se deduce que la demanda ya no depende del capricho de los poseedores de dinero; que la
formación de los precios a través de la demanda y la oferta ya no se ve
afectada por el deseo de obtener un beneficio; que la demanda es ahora
independiente de las perspectivas comerciales y de las expectativas de subida o
bajada de los precios; independiente también, de los acontecimientos políticos,
de las estimaciones de las cosechas; de la capacidad de los gobernantes o del
miedo a las perturbaciones económicas."
El dinero libre eliminaría una fuente importante de la
ansiedad económica endémica de nuestra sociedad. ¿Se imagina un mundo en el que
el dinero no fuera escaso? ¿Cómo sería tu vida si no tuvieras que acumular
dinero por seguridad? En un mundo donde la supervivencia depende del dinero y
donde el dinero escasea, la supervivencia también es difícil, y la seguridad
sólo se gana superando a los demás.
En un sistema
monetario basado en la oxidación, aunque la cantidad total de moneda estaría
determinada por el emisor, su dinámica garantizaría la suficiencia para todos.
Desaparecería la contradicción de la economía actual, que combina la
sobreabundancia de bienes materiales con su distribución extremadamente
desigual, de modo que algunos siempre tienen carencias, así como el ciclo de
retroalimentación que conduce a la recesión económica y la depresión. También se abordaría una paradoja fundamental
del mundo moderno: Por un lado, hay cientos de millones de personas
desempleadas o realizan trabajos triviales y sin sentido. Por otro lado, hay
mucho trabajo necesario y significativo sin hacer. Se trata de una profunda
desconexión entre la creatividad humana y las necesidades humanas.
"Con el
dinero libre la demanda es inseparable del dinero, ya no es una manifestación
de la voluntad de los poseedores de dinero. El dinero libre no es el
instrumento de la demanda, sino la demanda misma, la demanda materializada y
que se encuentra, en pie de igualdad, con la oferta, que siempre fue, y sigue
siendo, algo material."
La codicia que nos
lleva a ignorar el trabajo bueno y necesario en favor del estrecho interés
propio no es un pilar fundamental de la naturaleza humana, sino un artefacto de
nuestro sistema monetario y de nuestra concepción errónea del yo y del mundo
que lo sustenta. La escasez incorporada a nuestro sistema nos ha
condicionado a creer que "no podemos permitirnos" actuar desde el
amor, hacer un trabajo satisfactorio, crear belleza. El Dinero Libre de Gesell
representa una liberación de estas limitaciones y de las falsas ilusiones que
subyacen en ellas. Establece un
incentivo estructural para la generosidad y libera la creatividad para buscar
la necesidad.
En este sentido, el Dinero Libre representa un retorno a las
sociedades de antaño basadas en el regalo. Obsérvese su asombrosa congruencia
con la descripción de Lewis Hyde de la dinámica del flujo de dones o regalos.
El regalo se mueve hacia el lugar vacío. Al girar en su círculo se vuelve hacia
el que lleva más tiempo con las manos vacías, y si alguna necesidad es mayor,
abandona su antiguo cauce y se dirige hacia él. Nuestra generosidad puede
dejarnos vacíos, pero nuestro vacío tira suavemente del todo hasta que la cosa
en movimiento vuelve a reabastecernos. La naturaleza social aborrece el vacío.
El dinero libre
invierte la compulsión a expandir y fortificar constantemente la acumulación de
lo privado; es decir, a expandir y fortificar el reino separado del yo,
mí y mío. Del mismo modo que el interés
reduce el círculo del yo hasta que nos quedamos con el ego alienado de la
civilización moderna, la oxidación, el negativo del interés, lo amplía para
reunirnos con la comunidad y toda la humanidad, acabando con la escasez
artificial y la competencia de la Era de la Usura.
Vivimos, después de
todo, en un mundo de abundancia, y siempre lo hemos hecho. El actual sistema
monetario y, bajo él, el encierro de lo salvaje es lo que ha creado una escasez
artificial que no tiene por qué existir.
La mitad del mundo pasa hambre, mientras que la otra mitad
derrocha lo suficiente para alimentar a la primera mitad. No es la comida ni
ninguna otra necesidad lo que escasea; es el dinero, cuya escasez incorporada
induce lo mismo en todo lo demás.
Una moneda de interés negativo es un paso hacia las
economías del regalo de antaño descritas en el Capítulo Cuatro, que
literalmente crean lazos (obligaciones). Describiendo la teoría del regalo de
Lewis Hyde, la autora Jessica Prentice escribe: "Parte de la energía
sagrada/erótica de los regalos es que el receptor no puede acumularlos: o bien
un regalo tiene que ser transmitido, o bien otro regalo tiene que ser dado para
que la energía del dar/regalar se mantenga circulando". Esta es una
descripción perfecta del dinero gratis, que, como un regalo que acumula polvo
en el armario, pierde su valor cuando no se utiliza. En un sistema de Dinero
Libre, las transacciones monetarias se asemejan al intercambio de regalos,
porque el dinero no es diferente de cualquier otro objeto.
Fuente: "The Ascent of Humanity" Charles Eisenstein. El
autor trabaja con el concepto de la economía del regalo, por lo cual su libro
puede encontrarse libremente en la web aquí. Puede
hacer una contribución voluntaria al autor aquí.
O puede comprarlo en papel.
https://www.climaterra.org/post/silvio-gessell-la-moneda-de-la-cooperaci%C3%B3n
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