LIBERTAS OMNIA VINCIT
Para celebrar las próximas Navidades, me he atrevido a usar
el latín para dar título a mi artículo; algo que no recuerdo haber hecho nunca.
Además, aunque pensaba que la frase era un lema existente, no parece ser el
caso: sí existe (como lema) labor omnia vincit, pero no lo mismo
con libertas. O sea que es un título inventado, no copiado,
como si un servidor supiera hablar latín con soltura.
Me apresuro a traducirlo: la libertad puede con todo. ¿Por qué se me ocurre ahora este pensamiento? Pues por lo que estamos viendo en China en relación con nuestro ya casi olvidado COVID. Resulta que ya entrando en 2023, más de tres años desde que allí mismo comenzara la pandemia, en aquel país están básicamente como al principio, eso sí, con la gente bastante más cabreada con su gobierno.
Recuérdese la brillante idea del gobierno chino para
combatir el virus: cerrar Wuhan contra viento y marea para impedir que de allí
saliera el bicho. Y mientras estaba cerrada, asistir a sus habitantes desde
fuera con todas sus necesidades. Básicamente, esa ha sido la estrategia seguida
cada vez que el virus ha mostrado su fea corona (que no cabeza) en alguna
ciudad o región china.
Confieso que, al principio, no me parecía mala idea, habida
cuenta de que el resto de China permanecía económicamente activa,
contrariamente a lo que sucedía en el resto de las economías en que el cierre
era total. La incomodidad me venía de la enorme restricción de libertad que
suponía para la gente en el área afectada, aunque asumía que era el precio a
pagar para mantener libertad económica en el resto de China.
El paso del tiempo ha venido a demostrar que nunca son
buenas las restricciones en la libertad. Y no es que en Occidente la solución
haya sido precisamente libertaria. Que no se nos olviden confinamientos,
limitaciones a los negocios, obligaciones absurdas de mascarillas y cierres de
fronteras, que no se olvide nunca de lo que es capaz el Estado cuando se ve
desbordado.
Pero el caso es que esas restricciones de libertad han
resultado comparativamente muy inferiores a las chinas, tanto en tiempo como en
alcance. Quieras que no, incluso en España, el país inicialmente más
restrictivo de todo Occidente, se podía salir a comprar tu comida en los
momentos de mayor opresión gubernamental.
Parece que esas escasas libertades de movimiento nos fueron
acostumbrando en cierto grado al virus, permitiendo la obtención de
resiliencia, que solo se adquiere exponiéndose a la adversidad en pequeñas
cantidades. Lo mismo que hacían los emperadores romanos para inmunizarse contra
venenos, según dice la leyenda.
Y justo eso es lo que no les han dejado a los chinos
obtener. No es de extrañar que el virus reaparezca una y otra vez con fuerza,
pues se enfrenta a poblaciones vírgenes en su exposición al bicho real, por muy
vacunadas que estén.
Este análisis, meramente anecdótico, se puede completar con
un caso contrario, el de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde las
restricciones se relajaron considerablemente antes que en prácticamente todo el
resto de los países confinados. Esa libertad de movimientos anticipada habría
permitido la exposición gradual de los madrileños al virus, otorgándoles así
una mejor resistencia antes de que en otras áreas se les imitara. Así pues, es
la libertad (en este caso de movimientos) o su carencia, la que hace que unas
sociedades ya hayan olvidado el virus, mientras que otras no vean aún luz al
final del túnel.
Nada de lo dicho debe de entenderse como que la gestión
madrileña ha sido una gestión basada en la libertad. Ni de lejos. Lo que ha
jugado a favor del resultado comparativo entre Madrid y China es que aquí las
restricciones de libertad han sido menores: es ese diferencial de libertad lo
que explica el diferencial de resultados.
Cierro con dos corolarios deducibles de lo anterior, si se
acepta que es cierto[1].
El primero es que, en caso de no haberse practicado restricciones a la
libertad, se hubiera superado mucho antes la pandemia. El segundo me parece el
más relevante: pequeños diferenciales de libertad generan cuantiosas
diferencias en bienestar.
En suma, la libertad puede con todo y, por eso, cualquier
magro avance que se obtenga frente a la intervención gubernamental compensará
con creces los esfuerzos para conseguirlo.
Que pasen unas felices Navidades.
[1] Supongo
que a los lectores de este artículo les entrarán enormes tentaciones de
discutir sobre si lo importante es la resiliencia o la vacunación, o lo
contrario. Yo les pediría que eviten la discusión sobre el COVID y la centren
en el tema que a mí me parece relevante: el diferencial de libertad y sus
efectos sobre el bienestar.
Fernando Herrera, Doctor Ingeniero de
Telecomunicación, licenciado en CC Económicas y Diplomado en Derecho de la
Competencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario