SIGUE
LA ESTAFA ELÉCTRICA
Las
empresas eléctricas tienen perfectamente asumido que el futuro será 100%
renovable y
conocen las grandes posibilidades de negocio que se presentan con el desarrollo
del coche eléctrico pero eso no les basta. Lo quieren todo: por un lado,
exprimir al máximo las nucleares además de rentabilizar sus descabelladas
inversiones en centrales de gas, y por otro, evitar a toda costa que el pequeño
consumidor, de donde extraen la mayor parte de los beneficios, pueda escapar de
su control.
Por
eso, aprovechando el estado de shock ciudadano que desde el inicio de la
crisis ha permitido plantear todo tipo de reformas impopulares,
mantienen un frente lobbista que utiliza como punta de lanza al Ministerio de
Industria, con cuatro objetivos simultáneos:
1. Eliminar el hasta ahora pujante
sector fotovoltaico de propiedad distribuida
2. Acelerar el desarrollo de
infraestructuras para la interconexión europea
3. Prolongar la vida de las
nucleares y asegurar el cobro por centrales de gas
4. Asegurar un mercado de pequeños
consumidores esclavizado a las eléctricas.
No
hay duda de que el futuro será renovable. El problema para las eléctricas es
que determinadas tecnologías se adaptan muy bien a la producción para
autoconsumo lo que, de extenderse, les privaría de su mejor presa: el
pequeño consumidor. Por eso es esencial para ellas mantener tanto como les sea
posible el modelo de grandes instalaciones de las que sean gestoras y
propietarias para suministrar energía a escala europea, impidiendo al mismo
tiempo que nadie pueda producir su propia energía.
Por
diversas circunstancias que no se han dado en el caso de otras
renovables, la fotovoltaica en España se ha desarrollado en
gran parte en forma de huertos solares cuya característica esencial es que la
propiedad está muy distribuida. La propiedad, y no el coste de las
primas, es la razón por la que se ha intentado frenar su crecimiento a toda
costa. Por eso se han adoptado una serie de medidas para limitar la producción
y empeorar la amortización hasta hacerla imposible. De esta manera se obliga a
los pequeños propietarios a vender a un banco malo que tendría por fin volver a
concentrar la propiedad en las eléctricas.
El
modelo de grandes instalaciones necesita también grandes líneas de alta
tensión para transportar la energía de los centros de producción a los
de consumo; para suministrar a Europa es preciso atravesar España, esa es
la razón por la que Red Eléctrica está gestionando a toda velocidad las líneas
de interconexión con Europa, tanto por el Pirineo Central en la provincia de
Huesca, como en el Oriental atravesando tierras catalanas por Gerona. En este
último caso la oposición ciudadana ha conseguido que sea soterrada aunque
suponga un mayor coste, si bien eso no perjudica los intereses de las
eléctricas ya que las líneas las construirá la empresa pública Red
Eléctrica.
La
construcción de estas infraestructuras con dinero público no se justifica por
necesidades del país (exportador neto de electricidad), tampoco la prisa en un
momento de recesión y disminución del consumo. Solo tiene sentido para los
planes exportadores de las empresas eléctricas de UNESA, todas ellas en manos
de capital extranjero.
Intentan
además convencernos de que el consumidor debe pagar en su recibo sus errores de
previsión, que les han llevado a construir más centrales de gas de
las que eran necesarias. Argumentan que tener exceso de potencia proporciona
seguridad de suministro y que eso hay que pagarlo. No importa que el exceso
esté muy por encima de lo razonable, eso no impide que el gobierno les dé la
razón y paguemos. Pero no solo a las centrales de gas, por si fuera poco
pagamos tambien a grandes consumidores de electricidad por un concepto que
llaman “interrumpibilidad”. El recibo de la luz lo aguanta todo.
Prolongar
la vida de las nucleares sirve únicamente a los intereses de
las empresas propietarias ya que cobran a precio de última tecnología lo que
producen a coste mínimo. Del problema de los residuos ya se encarga la empresa
pública Enresa, en definitiva el contribuyente. Beneficios privados y costes
públicos. Es un puro regalo a las eléctricas como lo son los costes de
transición a la competencia, el déficit de tarifa o el pago por disponibilidad
de las centrales de ciclo combinado.
A la
vez que se paga a las eléctricas por conceptos injustificables, la
normativa complica hasta la desesperación los trámites administrativos
para producir energía a pequeña escala e impide a los usuarios
escapar de la tiranía de las compañías. Actualmente es fácil y barato
producir energía para autoconsumo vertiendo el excedente a la red. Los
contadores digitales miden la energía que se produce y la que se demanda para
hacer un “balance neto” en la factura. Una solución eficaz que se utiliza en
todo el mundo por la sencillez de su aplicación y nulo coste. Sin embargo en
España se ha paralizado por un borrador de Real Decreto de Autoconsumo que
nunca ha llegado a aprobarse pero con la mera amenaza de aplicar las absurdas
medidas que contiene, como el peaje de respaldo (conocido popularmente como
impuesto al sol), ha actuado como el Cid Campeador que ganó la batalla aun
estando muerto.
Por
último, se pueden calificar directamente de insulto a la inteligencia las
explicaciones que se dan a los consumidores. Mientras comprobamos estupefactos
como la factura -cada vez más incomprensible- crece sin parar,
el ministro de industria insiste una y otra vez en la bajada de la luz. El
colmo es el anuncio de las nuevas tarifas en las que cobrarán cada hora a un
precio distinto. Otro engaño cuya única finalidad es que no nos resistamos a la
colocación de los famosos “contadores inteligentes”, que solo son útiles para
las grandes eléctricas.
El
actual modelo eléctrico no sirve para afrontar los desafíos
del futuro inmediato. Si ponemos la racionalidad técnica, económica y social
por encima de los beneficios de las multinacionales eléctricas tendremos que
construir un nuevo modelo potenciando la autoproducción individual o colectiva
y la generación distribuida con renovables. La producción de la propia energía
aumenta la autonomía ciudadana y permite disponer de los mínimos
imprescindibles cuando la economía familiar es precaria. Para conseguirlo hay
que disponer de una red pública, no subordinada a intereses
opuestos a los de los ciudadanos y el país.
Y
mientras creamos un nuevo modelo podemos cambiar nuestro contrato a una
cooperativa eléctrica como SOM ENERGÍA,
donde tenemos la certeza de que nadie nos va a tomar el pelo porque somos
nosotros, los ciudadanos organizados de forma cooperativa, los que controlamos
nuestra energía. www.somenergia.coop.
Por
Ana Marco de Som Energía Aragón
FUENTE: www.barrioszaragoza.org
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