LA RED SOCIAL DE LOS 'COWORKING'
Por qué trabajar
cada uno por su lado si haciéndolo juntos la experiencia de los otros puede
enriquecer un proyecto y hacer que surjan otros muchos nuevos. Lo que es la
base de los espacios de trabajo compartido, más conocidos como coworkings, se
ha convertido también en el principio motor de Coworking
Malasaña, una
suerte de red social que impulsaron cuatro espacios situados en el céntrico
barrio madrileño para
precisamente “explorar nuevas vías de colaboración y trabajo en red”, como
señalan en su manifiesto fundacional. Un año después ya son ocho los espacio
que comparten saberes, experiencias y proyectos.
“Quisimos trasladar el
espíritu de los coworking al trabajo conjunto de
todos”, explica Laura Cañete, fundadora del espacio Espíritu
23, uno de los impulsores junto a El Patio, Dcollab y La Manual. Los gestores de cada uno de los
espacios comenzaron a hablar de por qué no se conocían entre todos un poco más,
qué era lo qué hacían los otros, quiénes trabajaban y cómo eran los que estaban
a la vuelta de la esquina y cómo eran las experiencias de los veteranos, de las
que los más nuevos podían aprender.
Así comenzaron
sus visitas guiadas para
conocer a sus vecinos de barrio y de trabajo. “Cada gestor hacía de
anfitrión de su espacio y nos iba contando quiénes eran los coworkers, las actividades
que mejor les habían funcionado o cuáles les fallaban”, señala Cañete, quien
subraya que es una forma de recorrer un camino nuevo de otra manera. “Si te
dicen antes de empezar que ya han probado algo y que no ha resultado, pues ese
tiempo y esfuerzo que empleas en otro proyecto”, indica. Los últimos coworking en incorporarse a esta especie de
unión de espacios han sido La Fábrica de Cajas, Cool
Inquieto, La Industrial y Espacio
44, y entre todos suman más de 100 coworkers.
Denominación de Origen Malasaña
El objetivo no
solo consistía en impulsar la colaboración y las sinergias sino que también
comenzaron a darle vueltas de
qué manera podían ofrecer una visibilidad a todos los proyectos que forman parte de estos espacios
compartidos. Así es como nació Denominación de Origen (D.O.) Malasaña, un encuentro que celebran cada
dos meses en el que
varios de los proyectos que trabajan en los coworkings explican en no más de
tres minutos qué es lo que hacen. Después, entre todos los participantes eligen
su favorito y el que más votos saca recibe por parte de todos los espacios un
esfuerzo de visibilidad extra para dar a conocer ese proyecto elegido de manera
colectiva en medios, en el barrio u otros espacios. “Se trata de una forma de
que todos nos conozcamos y sepamos que están haciendo los vecinos porque
creemos que es la forma de que surjan nuevos proyectos y colaboraciones”,
explica Cañete.
Por el momento,
ya han realizado tres D.O. Malasaña y la cuarta se celebrará el jueves 19 de
febrero en un nuevo espacio de eventos que acaba de abrir La Industrial. Los
proyectos que se darán a conocer son de lo más variado y se pueden encontrar
desde agencias de comunicación, una página web de compraventa de ropa de
segunda mano para niños y bebés, hasta un “recomendador” de libros para
editores. De lo que se
trata es de colaborar no de competir, como subrayan los impulsores.
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