POLÍTICAS
MUNICIPALES DECRECENTISTAS
El decrecimiento se podría resumir como el
movimiento tendente a acoplar la actividad de las sociedades a los recursos disponibles
en un determinado territorio de manera que las necesidades humanas estén
cubiertas de forma universal y sostenible en el tiempo.
En el
contexto español, el decrecimiento significa, al menos, dos cosas: reducción
del consumo de materia y energía, y redistribución de la riqueza. El primero de
los factores ya está ocurriendo parcialmente (es especialmente patente el
descenso del consumo de petróleo). Y el consumo se reducirá aún más como
consecuencia del colapso del capitalismo global que está sucediendo y que será
especialmente duro en nuestro contexto [1]. Sin embargo, esta reducción no puede
calificarse de decrecimiento justo. Por una parte no se está realizando con una
reordenación del modelo de producción y consumo. Menos aún se está cambiando el
sistema económico, por lo que la degradación ambiental está aumentando en lugar
de disminuir. Se actúa como si estuviésemos todavía en un “mundo vacío”, cuando
nuestro entorno está “saturado”. Este descenso del consumo dista mucho de ir
por buen camino por un segundo factor: en lugar de avanzar hacia sociedades más
igualitarias, está agravando las brechas de desigualdad.
Acoplar el metabolismo humano a
los condicionantes biofísicos del entorno pasa por reducir el consumo de
materia y energía, lo que requiere medidas que, además de disminuir la
extracción de recursos bióticos y abióticos, maximice la reutilización y el
reciclaje, centre la economía en lo local, y obtenga la energía de fuentes
solares. También implica ensanchar el espacio de fuentes disponibles a largo
plazo mediante una economía basada en biocompuestos, más que en la minería.
Además, requiere superar el “mundo saturado”, recuperando una biosfera que
vuelva a permitir tener margen de error a las sociedades dejando territorios no
humanizados, que deshaga el camino andado en el Antropoceno hacia una era en la
que el conjunto del planeta no esté fuertemente condicionado por el ser humano.
Los cambios de gran calado que
van a ser necesarios para avanzar hacia un decrecimiento justo solo podrán ser
impulsados por la autoorganización social. Sin embargo, eso no quiere decir que
las instituciones actuales no puedan ayudar a catalizar esos cambios. Muchas de
las competencias políticas para favorecer este decrecimiento justo residen en
ámbitos supraestatales (UE, OMC, TLC); otras, en niveles estatales; pero desde
las comunidades autónomas y desde los municipios se pueden hacer también muchas
cosas. Sin ánimo de agotarlas todas, ni de anular otras, presentamos algunas
propuestas.
Desde el ámbito local se puede favorecer el cierre de ciclos
Desde el ámbito local se puede favorecer el cierre de ciclos
1. Políticas de reducción de los
residuos. Entre otras estarían las de disminución del envasado mediante medidas
de apoyo de la venta a granel o sistemas de devolución y retorno de envases.
2. Impulsar formas de compartir
recursos en lugar de usarlos de forma privada. Esto es aplicable al transporte,
las lavadoras, y muchos otros objetos, no solo a los libros de una biblioteca.
3. Introducción de la recogida
selectiva de materia orgánica mediante medidas como el puerta a puerta o el
quinto contenedor, que están teniendo resultados muy buenos en pequeños
municipios (por ejemplo del País Vasco) y grandes (como es el caso de Milán).
El entorno cercano es el lugar idóneo para
promover un modelo alimentario sostenible
4. Impulsar dietas poco
carnívoras, y basadas en alimentos de temporada, de cercanía y de cultivo
agroecológico. Los municipios, además de mediante ordenanzas y la política
fiscal, pueden impulsar esto en los espacios de restauración colectiva que
controlan (escuelas infantiles, centros de personas mayores, hospitales).
También favoreciendo la creación de grupos de consumo mediante la cesión de
espacios y recursos personales y materiales para ello.
El municipio y la comunidad autónoma puede procurar una ordenación del territorio con perspectiva ecosistémica
El municipio y la comunidad autónoma puede procurar una ordenación del territorio con perspectiva ecosistémica
5. Planificación y ejecución de
un urbanismo de cercanía, es decir, acercar los servicios que las personas
necesitan para lograr que la mayoría de los desplazamientos se puedan hacer
andando. Experiencias de este tipo ya existen, por ejemplo en Friburgo.
6. Rehabilitación del parque
residencial con el fin de conseguir una drástica reducción del consumo
energético.
7. Fomento del alquiler frente a
la construcción de nueva vivienda, incluyendo el impulso a cooperativas de
derecho de uso. Esto supone cambiar la lógica de propiedad privada, inherente
al capitalismo.
8. Disminución de espacio en las
ciudades para los coches en beneficio del transporte público, la bicicleta y el
peatón. Especialmente urgente es la moratoria en la construcción de más
infraestructuras de transporte (autovías, superpuertos, aeropuertos, alta
velocidad) en las que hay competencias a nivel autonómico.
9. Puesta en marcha políticas de
reconexión entre los mundos rural y urbano encaminadas a una “rerruralización”
social. Un buen compendio de esas políticas es la elaborada en el reciente
Congreso Internacional de Economía Solidaria. Entre muchas otras, desempeña un
papel determinante la recalificación de terrenos urbanos en rústicos.
10. Leyes de protección del
territorio encaminadas a frenar el extractivismo y la degradación ambiental,
así como la liberación de transgénicos y compuestos tóxicos. En este ámbito ser
podría seguir la estela de las zonas libres de transgénicos o de fracking.
En el entorno cercano y de pequeña escala es posible potenciar las industrias verdes:
En el entorno cercano y de pequeña escala es posible potenciar las industrias verdes:
11. Fomento del desarrollo de
polos industriales basados en la ingeniería y química verde. Este modelo
produce bienes biodegradables con un bajo consumo energético, sin usar
compuestos tóxicos en el proceso y en los que los residuos de unos procesos se
convierten en materias primas de otros.
12. Medidas de aumento de la
eficiencia en todos los campos, teniendo en cuenta que son necesarias, pero no
suficientes. Esto implicará la inversión pública para este fin.
13. Priorizar en los concursos y
compras públicas las empresas respetuosas con el medioambiente y la justicia
social.
El municipio es un lugar privilegiado para fomentar el uso de la energía justa, de origen solar y gestionada democráticamente
El municipio es un lugar privilegiado para fomentar el uso de la energía justa, de origen solar y gestionada democráticamente
14. Las administraciones pueden
sumarse a las iniciativas que desarrollan las energías renovables a pequeña
escala y de forma cooperativa.
15. Impulsar y sufragar estudios
de adecuación energética.
16. Profundización de las
ordenanzas municipales de impulso de la instalación de energías renovables en
viviendas y espacios públicos.
17. Propiciar la bioconstrucción,
en caso de que se requiriera construir nuevos edificios.
18. Poner en marcha una Ley de
Cambio Climático encaminada a la estabilización de la concentración de CO2 a
nivel planetario en 350 ppm mediante medidas de reducción drástica de las
emisiones de gases de efecto invernadero.
Los circuitos cortos, propios del municipio y
la comunidad autónoma, son favorables a la economía local, ecológica y
solidaria
19. Impulso a la creación de
monedas locales que centren la economía en el territorio cercano. Estas monedas
ya existen en muchas ciudades y, además, hay experiencias de impulsos
municipales, como es el caso del SOL Violette, lanzado en Toulouse por la
ciudadanía con la ayuda del ayuntamiento.
20. Incentivar la economía
solidaria y ecológica reorientando profundamente las políticas de fomento del
emprendimiento.
21. Reforma tributaria de manera
que se pague en función de la renta, y del consumo de materia y energía.
22. Políticas de precios (del
agua por ejemplo) que no solo penalicen el despilfarro, sino que incorporen
criterios de justicia, a la vez que garantizan el acceso básico al recurso.
23. Realizar auditorías
ciudadanas a la deuda pública, y abolir las ilegítimas y odiosas, ya que la
deuda es uno de los principales motores del crecimiento.
24. Disminuir incentivos al
consumo. Un ejemplo sería la limitación y el control de la publicidad. Como
poco, las administraciones municipales y autonómicas podrían reducir el espacio
público dedicado a ella.
25. Incentivar el consumo de
productos de cercanía mediante medidas como los sellos propios.
26. Luchar contra la firma de
cualquier nuevo tratado de libre comercio.
27. Fomento de la agricultura
ecológica, el transporte público, las energías renovables, etc., como sectores
que crean más empleo que sus actuales contrapartes sucias.
28. Medidas encaminadas al
reparto del trabajo productivo (como incentivos fiscales a las empresas que
pongan en marcha una jornada laboral de 35 horas) y reproductivo (por ejemplo,
mediante campañas de puesta en valor de las tareas de cuidados).
En el ámbito autonómico residen muchas de las
competencias en materia de educación para la sostenibilidad, pues son ellas las
que concretan el currículo marcado por el Ministerio
29. Inclusión en los currículos
oficiales de contenidos críticos, que atiendan al medioambiente, la igualdad de
género, la interculturalidad y la democracia desde la base. Todo ello debe
hacerse de forma transversal y explícita en el trabajo de aula.
30. Subvención de iniciativas de
creación de materiales curriculares (libros de texto, unidades didácticas,
material complementario) elaborados desde una perspectiva decrecentista.
31. Impulsar y destinar recursos
económicos, legislativos y personales a apoyar metodologías de
enseñanza-aprendizaje inclusivo y democrático, como, por ejemplo, las
comunidades de aprendizaje.
Muchas de estas políticas es probable que
tengan el visto bueno del grueso de la ciudadanía, sobre todo si se explican
bien y se sitúan en el contexto de crisis sistémica del que surgen. Sin embargo,
otras contarán con un importante rechazo de parte de la población. Para superar
ese rechazo harán falta dos cosas. La primera serán movimientos sociales
fuertes que las empujen mediante su movilización y la creación de estructuras
sociales que permitan una vida digna a las personas en sintonía con las
necesidades decrecentistas. La segunda es avanzar hacia la democratización
social, entendiendo que la manera más eficiente de llevar a cabo cambios
profundos a nivel social es que las personas sean protagonistas de estos
cambios, no articulaciones verticales.
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