EL HUMANISMO BARATO
Una visión distópica
del ser humano del siglo XXI y tal
El humanismo fue un paso necesario. Una evolución. El hombre
como protagonista de su destino, superando así siglos de teocracia. Nivelazo.
El humanismo renacentista defendía que el conocimiento y la
cultura enriquecían la existencia. Zasca a la Edad Media.
La humanidad va quemando etapas, evolucionando
filosóficamente. Las grandes preguntas generan nuevas respuestas, nuevas
realidades, nuevas leyes, nuevas sociedades. Impecable. Pero igual ahora esa
progresión está fallando.
En estos últimos siglos hemos estado liadillos. Configuración del mundo moderno, guerras mundiales, nacimiento de nuevas ideologías, revoluciones industriales, eclosión tecnológica, globalización… cositas. Entre esto y aquello, la casa sin barrer; y no hemos tenido mucho tiempo de pensar en nuestra existencia, la cosa estaba entretenida, la verdad. Pero al menos ha habido tensiones que han ido moviendo el mundo, torpemente, hacia delante.
Pero ahora, en el siglo XXI, como pasó en el Renacimiento,
las cosas van mejor y parece que estamos un poco más aburguesados, e igual
encontramos un poco de tiempo para pensar en nosotros. Si, hay guerras, tensión
social, aún hay sociedades teocráticas… Pero todo bastante normalizado y
acotado. Casi guionizado. Mueven noticias, pero no el mundo.
Y como nos va quedando tiempo libre, estamos más en la
conciencia ecológica, los derechos sociales, el enriquecimiento personal… que
siempre son bienvenidos y van haciendo caldo. Y van alimentando al monstruo
empoderado de cada quien.
FILOSOFÍA GUIONIZADA
Creo que estamos en una fase regresiva. Estamos en la
versión de plástico del humanismo. Si, el individuo, la persona, es el
protagonista, pero no se promueve la reflexión con mayúsculas ni el verdadero
enriquecimiento personal.
Se promueve una reflexión superficial y guionizada.
Consumible y muy satisfactoria. No inquietante ni movilizadora. Te van dando
las preguntas que te incomodan y las respuestas que te alivian. Y así todo va
rodado.
Tú piensas que estás pensando y así no tienes que pensar, en
realidad.
Ahora toca hablar de esto y ya te digo yo lo que pensar.
Porque, además, te lo digo apelando a tu yo interior y a tu conciencia. Un
modelo infalible. Y si surge una gran pregunta, ya habrá una película, un
documental, un influencer o un político que me construya una
opinión.
Creo que estamos en una fase de humanismo de segunda.
Estropeado, abaratado y sobre todo mal entendido. Sentirse el ombligo del
universo no es humanismo. Sentirse capaz de cambiar el mundo desde un sofá,
encontrar culpables para todo, consumir ideales ajenos que te benefician no es
ser un humanista, eso es ser un niño mimado, un vago y un tirano.
Ahora cualquiera es consciente, relevante en su propio
universo y protagonista de su existencia. Y se siente autorizado y perfecto.
Ese es el humanismo de hoy. Todo lo bueno que ocurre es gracias a uno mismo y
todo lo malo es culpa de otros, y, por tanto, mereces ser resarcido.
Gobernarse a uno mismo es un ideal legítimo y loable. Pero
ese uno mismo generalmente es vago, protestón, déspota y
egoísta. Pero muy digno, muy alineado con su yo interior, muy consciente de sus
derechos y su capacidad transformadora.
ESO QUE LO HAGA OTRO
Toda la estética del éxito, la autoayuda moderna, el ahora…
está generando hordas de personas motivadas y conscientes. Rebaños de pastores.
Todos motivan, todos dirigen, todos están imbuidos de una poderosa justicia
interior. Pero nadie carda la lana. Eso ya que lo haga otro.
Sufrir, perder, esforzarse, ganarse el respeto, construir
algo, escarbar, sudar… no encajan en el humanismo barato. De ahí es de donde se
recorta. El pensamiento profundo, investigar, conocer, las humanidades, la
filosofía, hacerse preguntas al fin y al cabo… Qué pereza. Seguro que puedo
adherirme a alguien que ya lo haya empaquetado todo.
¿En toda esa plenitud existencial autocrática, no debiera
estar también la autocrítica? ¿El conocimiento de las propias limitaciones? O
la sinceridad con uno mismo… ¿Y entre tanto derecho no hay obligaciones?
Estoy generalizando, lo sé. No todo el mundo es así. Pero
que otro busque los datos.
LAS NUEVAS BANDERAS
Cobijarse en todos estos nuevos ideales a los que tienes
derecho, esas ayudas que mereces, esas causas a las que sumarte para ser tu
mejor versión y otras de esas golosinas que tanto consumes… ¿Sobre cuántas de
esas cosas tienes una opinión propia y fundada? ¿Y cuantas son meros
automatismos?
Hoy, politizar las cosas legitima. Elevar el tiro
engrandece. Pero las banderas se están usando para dar sombra. Ya no son
símbolos ni representan ideales, son cobijos.
Tener espíritu crítico no significa estar enfadado y
protestando, se trata de cuestionarse las cosas para encontrar tu propia
visión. Es decir, ocurre en tu cabeza, no en tus redes. Pereza.
ELEGIR LA CUESTA ARRIBA
Bueno, la metáfora va así: Las cuestas abajo son agradecidas
y placenteras. Pero las cuestas arriba te darán siempre una vista mejor.
¿Y YO QUÉ OPINO?
Pues ahí está la clave de esto, qué más da lo que opine yo.
¿Qué opinas tú?
Yo no tengo opinión formada sobre muchas cosas. Llámame
loco. Procuro no ser ni parecer militante de nada. Suelo hablar poco de
política porque no necesito convencer a nadie ni necesito la aprobación de
otros.
Tengo mis referentes, muchos, y lo son porque los busco, los
escucho, los cuestiono y los admiro. Ni se lo digo ni los respaldo. Son materia
prima para mi opinión. Nada más. No me representan en su totalidad. No los sigo
incondicionalmente. No son mis ídolos.
Puedo permitirme cambiar de opinión. Oigo opiniones
contrarias, escucho emisoras enemigas y pienso en silencio.
Mis opiniones son mías, soy consciente de ellas; no son
mejores ni peores, ni diferentes, ni especiales. Pero las siento mías y sé
cuáles son. Algunas son contradictorias y, en general, son variopintas. Mi
militancia es silenciosa, realista y nunca frontal. Hago unas cosas y no hago
otras, punto. No necesito compartirlo y me hace sentir bien. Pero, sobre todo,
y lo más importante, me queda mucho trabajo por hacer; porque mis limitaciones
y defectos me ponen en evidencia conmigo mismo en muchas ocasiones.
RESUMIENDO, ESTA ES LA ACTITUD
Los humanistas, siglos atrás, no eran ni la mitad de listos
que nosotros.
Eran gente del pasado, unos carcas. Sabemos más que ellos.
De cualquier cosa.
Recorremos el mundo, sabemos idiomas, tenemos salud, tenemos el trap, el metaverso y el mindfulness.
Manejamos entornos virtuales, vendemos cosas que no existen, creamos tendencias en segundos.
Tenemos más ideales y causas de las que necesitamos.
Estamos construyendo un mundo mejor ahí fuera mientras por dentro todo fluye.
Tenemos razón en todo y somos superiores.
Así que no me jodas… ¿Quién necesita pensar?
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