4/3/21

¿Alguien se va a molestar en levantarse y simplemente probar a empujarla… ?

¿Y SI LA PUERTA ESTÁ ABIERTA?

Una de las partes más enigmáticas de la película V de Vendetta es aquella en la cual la joven Evey es torturada y encerrada durante días, sin más comunicación que las cartas que intercambia con un desconocido por un agujero en el muro de su celda. Cuando ella, ya sin esperanza de salir con vida de aquella prisión, pregunta sobre ello al desconocido, éste le responde: sal cuando quieras, la puerta está abierta, ha estado siempre abierta. Evey se acerca a la puerta, la empuja, y, simplemente, sale por su propio pie.

En estos extraños meses de pandemia, todas las distopías de la literatura parecen cobrar vida y a mí me llega con frecuencia a la cabeza esta escena de V de Vendetta. ¿Y si este interminable encierro del Covid-19 que nos está haciendo tocar todos los límites de nuestra resistencia colectiva fuera como la prisión de Evey: una celda con una puerta que nunca ha estado cerrada?

Quienes siguen mi actividad en Twitter conocen que últimamente comparto abundantes noticias relacionadas con un tema se ha convertido en mi obsesión particular: la ivermectina, ese medicamento barato y conocido desde hace décadas que, según algunos, es enormemente efectivo para el tratamiento y la profilaxis del Covid-19.

Las noticias que llegan de la ivermectina son demasiado buenas. Básicamente dicen que es la llave que nos permitiría salir de toda esta tortuosa cadena de estados de alarma, distanciamientos, vacunas, saturación de hospitales, nuevas cepas, más vacunas, más restricciones… que amenazan con durar meses ¡años incluso! Porque dicen que tiene unos resultados excelentes que permitirían domesticar la enfermedad y hacer que las tasas de contagios y fallecimientos fueran cien veces menores de las que tenemos actualmente en Europa (como, aseguran, está sucediendo en algunos estados que la aplican).

Pero es poco creíble que estas noticias tan esperanzadoras sean ciertas. Pocos las creen. Sólo algunos despistados compartimos esta información. Despistados que no nos damos cuenta de que el mundo no es así, de que no hay soluciones fáciles y mucho menos a esta pandemia, de que si algo tan bueno existiera estaría ya en las primeras páginas de todos los periódicos, de que la ivermectina no es sino una teoría de la conspiración más que sirve para hacernos sentir un poco menos impotentes frente a la adversidad. Gente, como yo, que nos metemos en temas que no conocemos en lugar de confiar en las autoridades sanitarias, que ya están muy bien informadas de todo y no necesitan que pringados como nosotros, sin título de medicina, les enseñemos nada…

Las prisiones son lúgubres y oscuras, pero tienen una ventaja.  Una vez que nos acomodamos a ellas y hacemos del sufrimiento nuestra costumbre, resultan cómodas. La esperanza tiene sus riesgos.  Hay pocas cosas más dolorosas que una esperanza defraudada. Además, cuanto más tiempo pasa, más cuesta salir de la prisión, porque el ego lleva muy mal eso de reconocer que ha estado encerrado en una celda cuyos barrotes sólo estaban hechos de ideas.

Pero… ¿y si la ivermectina funciona? ¿Y si los pringados son todos los que nos miran condescendientemente? ¿Y si pueden volver, fácilmente, los encuentros, las reuniones, la vida, los abrazos… esas cosas tan importantes que ya, casi casi, nos hemos resignado a perder igual que Evey esperaba morir en prisión?

¿Y si la puerta lleva desde marzo abierta?

¿Alguien se va a molestar en levantarse y, simplemente, probar a empujarla…aunque sólo sea por si acaso?

Marga Mediavilla

https://contadashabas.wordpress.com/2021/01/11/y-si-la-puerta-esta-abierta/  

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