En
los últimos ocho años hemos asistido en España a la proliferación
de locales de juego y apuestas por doquier. Un hecho significativo es
que los lugares donde más crecen estos negocios son los barrios
humildes. Se junta la necesidad de hacer algo de dinero, la creencia
de que pueden ganarlo aprovechando, por ejemplo, los conocimientos
del futbol, y que las empresas regalan cantidades para empezar a
jugar gratis, para enganchar como si fuera droga, hasta que se genera
la adicción. Se facilita el juego al poderse apostar en los salones
o a través del móvil, algo que resulta más adictivo incluso que el
juego presencial.
El
resultado del juego es fabricar ludópatas
y entonces, esta adicción -que ha surgido de manera casi invisible-
se convierte en un grave problema social. La publicación
recientemente de un informe sobre niveles de adicción al juego y
ludopatía entre la población juvenil evidencia lo que han venido
denunciando organizaciones, partidos y entidades juveniles desde hace
años: la proliferación del juego y las casas de apuestas está
generando un conflicto de orden social. España es el país con más
menores ludópatas de Europa: 1 de cada 5 jóvenes cae en la
ludopatía. Esta lacra social destroza hogares y barrios obreros.
El
informe hecho público por la Federación Española de Jugadores de
Azar Rehabilitados (FEJAR) indica que España lidera el ranking
europeo en niveles de ludopatía entre jóvenes de 14 a 21 años. El
citado informe señala que el perfil de la persona adicta al juego ha
cambiado drásticamente su rango de edad, así como sus hábitos,
pasando de las máquinas tragaperras a las apuestas deportivas y al
póker online.
Los motivos que han conducido a esta proliferación de los casos de
adicción al juego resultan evidentes. Por un lado, las principales
ciudades del país asisten al surgimiento de innumerables salas de
juego y casas de apuestas que ocupan el espacio anteriormente
dedicado a locales de ocio como bares, cafés o restaurantes.
Junto
a la proliferación de locales de juego, el segundo caballo de
batalla es el crecimiento del volumen de apuestas online desde hace
años. La Ley 13/ 2011 de Regulación del Juego, aprobada
supuestamente para poner límite al crecimiento de este polémico
sector, supuso en realidad una explosión en el volumen de juego
online. Tan solo en el ámbito de estas apuestas, se calcula una
facturación aproximada de 17.000 millones de euros al año.
El
crecimiento del volumen de juego por Internet en España ha sido
meteórico y se han multiplicado por cuatro con la ley del Juego de
2011 del gobierno Zapatero. En 2018, se estimaban en 812.000
jugadores activos de media mensual, lo que suponía un aumento del
30% respecto al año anterior. En 2017 los clientes de juegos de azar
gastaron 41.827 millones de euros, la cifra más alta jamás
registrada. Según el Anuario del Juego –realizado por el operador
líder en apuestas Codere junto al Instituto de Política y
Gobernanza de la Universidad Carlos III– el mercado de las apuestas
deportivas está creciendo desde 2012 a un ritmo anual del 20%. En
2012 las cantidades jugadas a través de Internet suponían 2.726
millones y en 2016 ascendían
a 10.885 millones.
Según la Dirección General de Ordenación del Juego solo en el
segundo trimestre de 2018 se han realizado apuestas online por un
valor de 4.165 millones de euros, un 27%
más que el mismo trimestre del año anterior,
y de 4.251 millones en el tercer trimestre.
El
ex ministro de Hacienda Cristóbal Montoro rebajó 5 puntos la
tributación para las apuestas por Internet y creó, para las mismas,
un paraíso fiscal del juego en Ceuta y Melilla. Su hermano sacó
tajada con las licencias del juego online. Rafael Catalá venía del
lobby de las apuestas, antes de ser Ministro de Justicia con el
gobierno de Rajoy. Trabaja en la actualidad para Codere. Andrés
Ayala del PP de Murcia es accionista de Orenes que consiguió
adjudicación millonaria para explotar salas de juego en los
aeropuertos españoles. El sector del juego y las casas de apuestas
se han convertido en un nuevo tipo de puerta giratoria para los
políticos por los servicios prestados.
Pero
ha sido en el último año cuando las casas de apuestas han acabado
por asentarse entre panaderías y pequeños comercios. En cada
esquina de cada calle de cada barrio. Las casas de apuestas han
usurpado el espacio vital de nuestros barrios hasta el punto de
juntarse unas con otras, en una misma acera. Casas de apuestas
situadas a menos de 100 metros de centros educativos. La publicidad
(muchas veces ligada a eventos deportivos) altamente invasiva a
través de televisión, radio, Internet o la marquesina de cualquier
parada de autobús, es una parte fundamental para entender su éxito.
Los anuncios constantes y agresivos de las casas de apuestas y
salones de juego invaden los medios de comunicación, páginas web,
redes sociales y nuestras calles.
Famosos,
futbolistas y deportistas, influencers, raperos, youtubers, y un
largo etcétera, conforman la lista de la vergüenza. La lista de
quienes se han prestado a usar su imagen para lavar la cara de las
casas de apuestas e incentivar la ludopatía, y que supone un reclamo
constante a la participación de la población más joven en las
apuestas.
Esta
situación ha generado, sobre todo entre la clase trabajadora, una
alarma social que recuerda a aquellos años ´80 en los que el
caballo, la
heroína, fue responsable directo de destrozar tantas vidas y
familias.
Basándonos
en datos recopilados de la página web del Ayuntamiento, se puede
asegurar que mientras que en los últimos años han aumentado un 40%
las casas de apuestas en Madrid, en los barrios del sureste y del sur
han crecido hasta un 141%. Asimismo, de los datos se puede concluir
que no sólo se trata de un problema de clase, también lo es de
generación, afectando fundamentalmente a la juventud: el 30% de los
usuarios son menores de 35 años y de ellos, más de un 80% viven en
situación de precariedad. Por último, se trata de una actividad
monopolizada por los hombres, ya que solo el 7% de los apostantes
habituales son mujeres.
Como
podemos ver, la ludopatía afecta a personas cada vez más jóvenes,
normalmente de clase trabajadora y en situación precaria, que buscan
en estos business la
falsa idea del “dinero fácil”. Jugar
por necesidad, perder por obligación,
asevera un viejo dicho popular, y qué razón tiene. Y además, cuanto
más pierdes tú, más ganan ellos.
“La banca siempre gana”, nos advirtieron desde pequeños; porque
la esperanza matemática de ganar es mucho menor de lo que creemos
intuitivamente.
Por
eso es tan importante desarrollar e impartir charlas, talleres y
jornadas en los barrios, para concienciar al mayor número de
personas del peligro que entrañan estas actividades, así como
compartir las inquietudes de una sociedad que desconoce cómo
afrontar la situación. Estas acciones divulgativas intentan informar
sobre los riesgos de apostar y dotar de herramientas para prevenir
indicios de ludopatía. Lo importante es “no normalizar” la
ludopatía, concienciando a los jóvenes de que las apuestas, son una
conducta potencialmente adictiva.
Por
otra parte, seguimos a la espera de que cuaje un gobierno
“progresista” en nuestro país, que entienda la necesidad de
concretar en leyes las principales propuestas que se apuntan desde el
movimiento vecinal: la creación de una nueva ley sobre el juego, la
declaración de zonas de especial protección de población
vulnerable, la limitación de la publicidad y el aumento del control
de acceso a los locales y portales online de
apuestas.
Mientras
tanto, a las organizaciones sociales y vecinales, no les queda otra
que continuar con su actividad de reivindicación y protesta en las
calles, mientras el problema continúa extendiéndose. En Madrid, una
de las ciudades con mayor volumen de casas de apuestas por habitantes
de Europa, una coordinadora de entidades y organizaciones sociales
prepara una gran movilización para el domingo 6 de octubre a las
12.00 de la mañana. El lema de la manifestación da título a estas
líneas. Dará comienzo en la plaza de Cuatro Caminos y finalizará
en la calle de Tetuán, uno de los distritos con mayor número de
estos locales, junto con Puente de Vallecas, Usera, Villaverde,
Aluche y Carabanchel.
Allí
nos vemos.
Luis
Miguel Sánchez Seseña / Economista
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