Para
hablar del decrecimiento feliz primero debemos ver que significan los
términos crecimiento y decrecimiento:
Por
un lado, el Crecimiento podemos considerarlo como la acumulación
(por parte de unos pocos) de la riqueza que producen: los recursos
del planeta y el trabajo humano, a costa de aumentar la explotación
y la pobreza de unos muchos y a costa del agotamiento final de los
recursos del planeta.
Los
medios de comunicación, el marketing, los gobiernos capitalistas y
los economistas del neoliberalismo global, nos dicen (hasta la
saciedad) que el crecimiento es algo imprescindible, sin posible
alternativa, y que es beneficioso. Un crecimiento que es bueno para
la economía. Lo malo es que no nos aclaran bien que es eso tan
misterioso e insustituible de “la economía”.
Pero
la realidad es que el crecimiento SOLO es indispensable para los
explotadores, los usureros y los especuladores. Pero, para la inmensa
mayoría de la población el crecimiento es muy perjudicial y
totalmente rechazable.
Por
otro lado, podemos admitir que el decrecimiento feliz: es la
redistribución de la riqueza del planeta entre todos. Y además que
los trabajadores trabajen menos, consuman menos, deterioren menos,
contaminen menos y que por eso sean más felices. Pero el uso y
redistribución de la riqueza del planeta debe de tener muy en cuenta
que se haga mesuradamente, sin originar agotamiento de los recursos,
sin deteriorar la delicada estructura de los ecosistemas (ni su
biodiversidad) y sin ocasionar un cambio climático.
Menos
trabajo asalariado enajenado puede conseguirse, entre otras cosas, a
partir de bancos del tiempo. Menos consumismo y obsolescencia
planificada, se puede conseguir entre otras cosas, a partir del
trueque y el dinero social.
También
habrá que puntualizar que no sólo existe el decrecimiento feliz,
sino también, el decrecimiento infeliz. En efecto, el actual
crecimiento infeliz… que se plantea como crecimiento ilimitado a
partir del uso de unos recursos naturales que son limitados, lo
queramos o no lo queramos, derivará en un inevitable decrecimiento
infeliz. Decrecimiento infeliz y caótico, decrecimiento
apocalíptico.
Y
si no comenzamos a tiempo un decrecimiento feliz, pronto caeremos en
un decrecimiento infeliz, que será inevitable, puesto que en el
planeta sobrarán deseos consumistas y faltarán recursos para
satisfacerlos. Esto es algo que ya está pasando en EEUU, país que,
a pesar de su mega economía, está manteniendo su frenético
consumismo gracias a aumentar constantemente su deuda, que es la
mayor del planeta.
Este
decrecimiento infeliz traerá (arrimados por la escasez) una aún
mayor suma de infelicidad y de conflictos bélicos, sociales,
alimentarios, de degradación de calidad de vida, cataclismos
(climáticos, radiactivos). Un decrecimiento infeliz y caótico que
puede venir repentinamente en el momento más inesperado. Tal y como
está sucediendo ya en estos días en Japón. Y que rápidamente
puede pasar a ser un decrecimiento apocalíptico.
En
este sentido el Comisario Europeo de Energía dijo que la actual
crisis nuclear del Japón era "apocalíptica" y añadió:
"Estamos hablando de Apocalipsis y yo creo que esta palabra está
particularmente bien elegida". Otra cosa, es que las voces
oficiales niponas se vean obligadas a decir mentiras piadosas. Lo
mismo le sucede a los intereses del “crecimiento”.
Julio
García Camarero
(Tomado
de mis libros “El crecimiento mata y genera crisis Terminal” y
“El decrecimiento feliz y el desarrollo humano” Ed.Catarata 2009
y2010).
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