CATALUNYA, UNA INDEPENDENCIA PARA LOS DE ABAJO
Miles
de persones salieron ayer a la calle en toda Catalunya, se calcula
que un millón y medio, en una cadena humana que unió el país de
norte a sur, en un recorrido de 400 km, por carreteras, plazas,
puentes, calles…, para gritar alto y fuerte: “Independència!”.
La Assamblea Nacional Catalana (ANC), los organizadores del acto,
llevaban meses preparando una acción, que ha desbordado el marco
político institucional. La gente, como se ha visto en declaraciones,
fotografías, redes sociales…, ha sentido que escribía parte de
nuestra historia colectiva.
Algunos
dirán que si el peso del Gobierno catalán en la organización del
evento, de si tal o cual partido. Los vínculos de CiU y ERC con la
ANC son reales y, a menudo, más estrechos de lo que debieran. Pero
esto no quita que la gran mayoría de quienes ayer participaron en La
Via Catalana cap a la Independència lo hicieron porqué quieren
decidir sobre el futuro de Catalunya, porqué la voz del pueblo
catalán ha sido callada a golpe de sentencia del Tribunal
Constitucional, y muchos son conscientes de que sin movilización
social nada se va a conseguir.
Pero
no sólo el grito de “Independència” se ha dejado oír a lo
largo de la cadena, miles de personas han rodeado edificios
emblemáticos como el Hospital Josep Trueta en Girona, la escuela
Progrés y el instituto La Llauna en Badalona o La Caixa en Barcelona
para exigir no sólo una “Catalunya lliure” sino una Catalunya
libre, también, de ladrones, recortes, represión y deudas
ilegítimas. Independencia sí! Pero independencia de todas las
políticas que nos oprimen y nos empobrecen. La independencia no es
una fórmula mágica que todo lo soluciona, como muchos intentan
vender. Puede ser una cáscara vacía si no implica romper con las
imposiciones del capital financiero y el pago de la deuda.
No
se trata de cambiar el Sr. Mariano Rajoy por el Sr. Artur Mas ni el
BBVA por La Caixa ni el caso Gürtel por el caso de las ITV ni el Sr.
Amancio Ortega por el Sr. Antoni Brufau ni la policía nacional por
los mossos de esquadra. No nos engañemos. No se recorta menos ni se
desahucia menos ni se roba menos ni se precariza menos ni se reprime
menos en catalán. La independencia tiene que ser una oportunidad
para decidir sobre todo y para echar, definitivamente, a quienes nos
han robado por encima de nuestras posibilidades.
Una oportunidad para
arrancar un verdadero proceso constituyente desde abajo, para
discutir qué modelo de país y sociedad queremos. Un proceso que
pueda ser utilizado, además, como palanca fuera de Catalunya para
hundir al Régimen surgido de la Transición, dando lugar a otros
procesos constituyentes en el resto del Estado.
El
presidente Mas nos dice hoy que consulta sí, ayer que consulta no y
que elecciones plebiscitarias sí, anteayer que consulta sí o sí y
mañana… quién sabe qué dirá. Llevar la independencia y el
derecho a decidir hasta sus últimas consecuencias implica
desobedecer a Leyes y a Constituciones injustas. Las mismas que
combaten quienes ocupan pisos vacíos, bancos, escuelas, hospitales,
supermercados y, también, quienes se niegan a pagar los peajes. La
legalidad institucional se enfrenta a la legitimidad de la calle y a
los derechos, inalienables, de los pueblos. Legalidad que los
defensores de la “Ley y el orden” en Catalunya no están
dispuestos a romper.
Hay
tres elementos clave, a mi entender, si queremos avanzar hacia una
independencia escrita por y para los de abajo.
Primero, la
independencia, el derecho a decidir, una consulta para el 2014, sólo
será posible con la movilización social para mantener la presión
sobre el gobierno catalán y español. La manifestación de ayer fue,
precisamente, un paso en esta dirección. Miles de personas se
hicieron oír, desbordando, parcialmente, la dinámica partidista e
institucional.
Segundo, un país inclusivo, de todos, sólo será
posible si tenemos en cuenta a los silenciados, a los oprimidos, a
los invisibles, a los nadies. No se trata de construir la Catalunya
de los ganadores sino la de los perdedores, la de quienes sólo
sufren recortes y reducción de derechos. La Catalunya de los
inmigrantes, de los jóvenes, de los parados, de los sin techo, de
las mujeres. La Catalunya de los que hablan catalán, pero también
castellano, árabe, urdu… El gran reto es sumar a toda esta
pluralidad, diferencia, en la Catalunya del mañana, esa República
Catalana del 99%, tan soberana como amiga de los pueblos vecinos.
Y
tercero, que nadie se haga ilusiones, nunca seremos libres en manos
de quien vende nuestro país al mejor postor, ya sean magnates del
juego, bancos o mercados extranjeros. La independencia y la libertad
sólo serán posibles sin yugos políticos ni económicos. De
nosotros depende.
Esther
Vivas | Público
No hay comentarios:
Publicar un comentario