RECUPERA TU VIDA: Elige un ‘dumbphone’
LA REVOLUCIÓN DE LOS TELÉFONOS TONTOS
Para combatir los efectos negativos que los teléfonos
inteligentes están teniendo en nuestro día a día, ¿por qué no utilizar
teléfonos tontos?
Están ya tan integrados en nuestras vidas que a veces nos
olvidamos del tremendo impacto que los teléfonos inteligentes, sus aplicaciones
y el tener datos casi ilimitados ha tenido en nuestras vidas.
Hace 15 años, en 2008, todo era diferente. El iPhone era un invento reciente. De hecho, fue a principios de ese año cuando se lanzó el iPhone 2, el primero en incorporar tecnología 3G y que, con un precio algo más reducido que su antecesor, llegó al bolsillo de millones de usuarios. Pero todavía faltaba bastante tiempo para que los teléfonos táctiles inspirados en el modelo de Apple se convirtieran en los dominantes: las Blackberry, con sus añorados teclados analógicos, todavía estaban muy en boga y resultaban más baratas y mucho más comunes, al menos en España.
De cualquier modo, poco tenían que ver todos aquellos
aparatos con los dispositivos actuales. Nuestra vida es hoy en día mucho más
sencilla gracias a las prestaciones de los teléfonos móviles que, realmente,
son capaces de hacerlo prácticamente todo: con ellos podemos comunicarnos a
través de diversos canales (mensajes de texto, audios, videollamadas), ver las
noticias, saber cómo llegar a un determinado lugar y hasta pagar en un comercio
sin necesidad de usar nuestra tarjeta de crédito. Esta omnipresencia, sin
embargo, también nos está trayendo bastantes problemas.
ESTAMOS EN LA ERA DE LA DISTRACCIÓN
Poco a poco, el entusiasmo que sentíamos por nuestros
teléfonos se ha ido disipando. Consultarlos continuamente se ha convertido en
una obligación. Notificaciones, mensajes y redes sociales nos reclaman. Nuestra
mirada parece estar atrapada en la pantalla y esto ha tenido y está teniendo
consecuencias negativas inesperadas.
La principal afectada por todo esto ha sido nuestra atención.
A muchas personas, su adicción al teléfono ha provocado que les cueste mucho
leer un libro, ver una película o incluso trabajar, sin sentir la imperiosa
necesidad de consultar su aparato cada pocos minutos. El tiempo que dedicamos a
nuestra pareja, a nuestros amigos o a nuestras familias también se ha visto
reducido. Según diversos estudios científicos, estar tan pendientes de nuestro
teléfono también nos produce ansiedad, irritabilidad, pérdidas de memoria o
insomnio.
Todos, en mayor o menor medida, nos sentimos afectados por
estos aparatos y algunas personas han decidido hacer algo al respecto para
conservar su salud mental: desconectarse. Son los minimalistas digitales, los
cuales no abogan por la supresión de la tecnología, sino por un uso limitado de
la misma.
Más que pasarse una noche chateando por WhatsApp, los
minimalistas digitales prefieren tener citas en persona, largas conversaciones,
poner en marcha proyectos en la vida real, leer y salir a caminar sin mirar su
terminal. No sienten necesidad de documentar con fotos para las redes sociales
todas sus salidas con su familia o amigos y, aunque desean estar informados,
rehúsan estar constantemente conectados a la actualidad.
LOS TELÉFONOS TONTOS
Según datos de la compañía de marketing GWI publicados por Statista,
los españoles de entre 16 y 64 años pasan unas 5,45 horas en promedio
conectados con nuestros terminales. Eso es casi un cuarto de nuestro tiempo
diario y un tercio del que pasamos despiertos.
Pero ¿podemos hacer algo? Los minimalistas digitales piensan
que sí y abogan por un uso de la tecnología más consciente, autolimitando las
posibilidades que tenemos de acceder a ella. En el caso de los móviles, creen
que sería positivo si utilizáramos otro tipo de terminales con menos
capacidades pero que también nos permitieran estar conectados hasta cierto
punto. Teléfonos que son, o nos recuerdan mucho, a los teléfonos de la primera
década de este siglo: los llaman dumbphones o teléfonos
tontos.
Casi 17.000 entusiastas de este tipo de teléfonos se reúnen
en el subreddit r/Dumbphones, cuyos coordinadores abogan por el abandono de
los actuales teléfonos y su sustitución por móviles antiguos (en los que no sea
posible más que llamar y recibir SMS), o bien nuevos diseños pensados ya para
este tipo de personas.
En el foro pueden encontrarse desde minimalistas digitales a
entusiastas de la privacidad, pasando por nostálgicos enamorados del diseño de
los antiguos teléfonos Nokia o simplemente personas que están enganchadas a
internet y creen que necesitan un respiro. Allí comparten sus experiencias desenganchándose
de su smartphone, utilizando algún modelo concreto o pidiendo
consejo sobre, por ejemplo, cómo usar un teléfono tonto en su vida personal
mientras se ven obligados a conservar uno inteligente para el trabajo.
Aunque pueda parecer que todo esto es un movimiento en
contra de la tecnología, no es eso precisamente lo que se respira en este foro.
Su postura es, en general, más bien crítica con la situación actual, pero sin
rechazar los adelantos. Muchos de ellos llevan años intentando adaptarse a
ellos, solo que sin éxito.
Allí pueden leerse experiencias con apps bloqueadoras de
aplicaciones, con limitadores de tiempo en redes sociales, incluso con algunas
que se supone que reducen nuestra dependencia eliminando los colores de la
pantalla y bajando su iluminación para hacerla menos atractiva. Aplicaciones
que, en general, apuestan por ayudarnos a cambiar de hábitos, cuando quizá lo
que necesitaríamos en este caso es más bien un cambio de paradigma. Una
transformación hacia una vida más sencilla en la que nuestra relación con la
tecnología fuera menos dependiente.
EL EJEMPLO DEL LIGHT PHONE
Aunque en el mercado existen bastantes opciones que
recuerdan a los teléfonos de aquella primera década de los 2000, entre todos
los dumbphones que hay disponibles en la actualidad merece una
mención especial el Light Phone II, creado
por el diseñador Kai Tang, que previamente había trabajado para compañías como
Motorola, Nokia y Blackberry.
Su propuesta, que puede adquirirse a través de internet por
299 dólares, tiene un diseño muy sencillo en el que destaca su limpieza y una
pantalla de papel electrónica como la de los lectores de libros electrónicos,
por lo que no tiene color.
Tiene el tamaño de un naipe y muy pocas características:
llamadas, SMS, alarma y la posibilidad de activar una zona wi-fi. Es posible,
si se desea, añadir al terminal la calculadora, el reproductor de música, una
herramienta para escuchar pódcast, notas y mapas, aunque eso ya
desvirtúa un poco la idea inicial del teléfono, de ahí que sea opcional. Según
los fabricantes, ya han vendido varios miles de terminales y, sus usuarios
afirman haber reducido su uso del móvil en torno a un 90 o 95%.
¿EXISTE UNA SALIDA?
Pero quizá la pregunta que subyace en todo esto es: ¿es
posible desconectarse? La posibilidad existe claro, pero ¿qué implicaciones
puede tener eso en la vida de los que den el paso? Finalmente, ¿será
desconectarse un privilegio solo al alcance de quienes puedan permitírselo?
Está claro lo que internet, los teléfonos móviles y,
especialmente, las redes sociales están haciendo con nuestro cerebro, ¿pero
tenemos alternativa? No parece que en los próximos años nuestras actividades en
el mundo online vayan a disminuir, más bien al contrario. No
hay más que pensar en todo lo que las grandes empresas de internet están
invirtiendo en acelerar la llegada del metaverso, en el que no solo nuestras
mentes, sino también nuestros cuerpos probablemente se disolverán.
Tampoco parece que los minimalistas digitales lleven
precisamente las de ganar: son muchos, pero no dejan de ser como los veganos
del mundo virtual. Tienen muy buenas intenciones y probablemente razón en casi
todo. No obstante, al menos durante los próximos años, están condenados a ser
una minoría.
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