EL ESTOICISMO SIGUE SIENDO ACTUAL
¿Qué enseña esta
manera de hacer filosofía para interesar a psicólogos, escritores y personas
promedio del siglo XXI? ¿Es una perspectiva fatalista o pasiva de la vida? ¿Cualquier
persona puede proponerse ser estoica en el día a día de hoy?
El estoicismo es una actitud práctica que mantiene sorprendente vigencia, sobre todo si se le compara con otras escuelas filosóficas de aquella Grecia Antigua tocada por Sócrates. Probablemente porque en el estoicismo resuena uno de los problemas más notorios de la vida cotidiana contemporánea: la insatisfacción.
Hoy en día, las principales sociedades de consumo disfrutan de más recursos que nunca, pero parecen estar menos preparadas para toda suerte de inclemencias esperables o inesperadas. Por eso no es extraño que muchos encuentren una bienvenida ayuda al mirar hacia esta propuesta que invita a un análisis y a prácticas que podrían definirse como una gimnasia del carácter.
Históricamente, el estoicismo se remonta al siglo III antes
de la era común y a los discursos de Zenón en el Ágora de Atenas. Sin embargo,
este cultivo filosófico se convertiría en un gran jardín gracias a estoicos del
Imperio Romano como Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, impregnando su aroma en
el cristianismo primitivo y en la sencillez de los primeros monjes. En sus
propios términos, implica el ejercicio de una virtud suficiente para alcanzar
la eudaimonia, es decir: una vida bien vivida o vivir con buen
espíritu, de modo que sean asequibles y duraderas la convivencia y la
felicidad.
El estoicismo es una preparación o una suerte de medicina
psicológica preventiva contra aquello inevitable en los hechos. Aquel
excedente que provoca precisamente toda gama de insatisfacción humana. Requiere
de templanza, caracterizada muchas veces como una forma fría de
enfrentar los sucesos en la vida, porque sugiere una aproximación al bien no
basada en lo que ocurre y quizá debería ocurrir, sino en lo que pasa con uno
mismo, lo que sea de nosotros. El estoico no pretende analizar
lo que le sucede, sino cómo ha evaluado y puede evaluar los hechos, cómo se lo explica
a sí mismo para ganar
sabiduría interior, un enfoque que tiene el propósito claro de hallar el
mejor arreglo moral y psíquico posible.
En su libro Lecciones de estoicismo (Paidós), el británico John
Sellars refiere que en esta tradición hay una duda continua sobre qué requieren
fundamentalmente la filosofía y el filósofo. Una duda basada en mirar más
a los hechos desde la subjetividad y menos a las palabras o a los argumentos
deductivos o especulativos. Los estoicos invitan a vivir de acuerdo con
la razón, pero esto también incluye vivir de acuerdo con un
arte de la vida. La teorización intelectual sobre la verdad del mundo
o “Logos” no debería disociarse de la Askêsis, es decir, del
entrenamiento de uno mismo como la práctica que delinea una vida mejor.
Para Victor Frankl: Tenemos que dejar de hacernos
preguntas sobre el significado de la vida. Hay que pensar en nosotros como
seres a quienes la vida inquiriere continua e incesantemente. Nuestra
contestación no debe ser en palabras, sino desde una conducta recta.
La mente humana nunca afirma algo que no le parece cierto o
nunca cree en algo que le parece falso. Resulta prudente dejar ir las
preocupaciones de que la vida no siempre coincida con lo que nos hemos
propuesto. No hay que preocuparse por la felicidad, sino ocuparse en
ser felices aceptando los elementos de los hechos que no están en
nuestras manos junto al valor de nuestro propio juicio, nuestra presencia en el
mundo de manera resolutiva, y no traumática, neurótica y ansiosa. El estoicismo
invita a examinar nuestros sentimientos y pensamientos, y a ir contracorriente
de una ilusión de anticipación y de control al planificar. Hay cosas que no se
ajustan a un proyecto, las cosas y nosotros mismos no somos eternos, por lo que
hay que prepararse mentalmente para la desaparición.
Sin embargo, no hay que confundir al estoicismo con la
indiferencia o el fatalismo. Es más bien un replanteamiento cognitivo.
Muchas veces preferimos no estar en determinadas situaciones, pero lo único
posible muchas veces es saber manejarlas. La respuesta estoica sobre desear
algo fuera de nuestra agencia es moderar expectativas para frustrarse
menos. Es la máxima socrática conócete a ti mismo vista
así por Epicteto:
Cuando veo a una persona con ansiedad, me pregunto ¿qué
desea? Quien no desea algo fuera de su control, no siente ansiedad. El cantante
se siente tranquilo cuando canta para sí mismo, pero siente ansiedad si desea
agradar al público, porque eso no está bajo su control.
Estoicos como Séneca recomendaban distintos entrenamientos:
antes de ir a dormir, busca un sitio tranquilo para sentarte, y piensa qué hice
mal, qué hice bien y qué podría cambiar. Sé frugal y aprende a necesitar poco,
toma baños fríos o practica el ayuno. Piensa continuamente en lo peor qué
podría suceder en una determinada situación. Evalúa mentalmente una acción
ponderando si también la realizarías en el último día de tu vida. Entre otras
recomendaciones de similar talante.
Para esta tradición es posible ver los sinsabores de la
experiencia como "picaduras de mosquito". Sobre todo, su
propuesta pragmática implica promover la gratitud, la paciencia, la
resistencia, el autocontrol y la automejora. Si la adversidad tiene
remedio, ¿de qué sirve la desesperación? Y si nada puede hacerse, ¿qué se gana
con la desesperanza?
Como escribió el poeta Amado Nervo: ¿Por qué aguardas con
impaciencia las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es también
aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán a tiempo.
Esta tradición parece estar de moda en la actualidad.
Por ejemplo, diversos filósofos de hoy en día buscan revivificarla con
proyectos como el grupo Estoicismo Moderno y la Semana
Estoica, un encuentro de siete días donde se anima a los inscritos a
aplicar principios estoicos a sus propias elecciones. También es acertado
reconocer que el estoicismo tiene un sustento empírico reconocido por la
psicología contemporánea. La resiliencia, cuya etimología puede traducirse como reanudación,
ha sido adaptada como un término psicológico y de otras ciencias sociales para
referirse a las personas que, a pesar de sufrir situaciones estresantes y
trágicas, no se ven sobrepasadas por estas.
La especialista Suniya Luthar reconoce en la resiliencia dos
elementos constitutivos: la adversidad significativa y la
adaptación positiva, algo muy semejante a los estoicos. La resiliencia es
sencillamente la capacidad de éxito aceptable y consciente, a pesar de un nivel
de estrés o de una adversidad que implican usualmente un riesgo importante de
resultados no previstos. Puede ser un conocimiento de lo más íntimo en la vida,
mirar sin miedo al dolor, a lo insoluble y a la muerte.
Encuentra en el libro Estoicismo de John
Sellars, una excelente síntesis de los principios más
importantes de esta escuela filosófica, tan vigente para las necesidades de nuestra
época.
https://pijamasurf.com/2024/03/estoicismo_filosofia_actualidad_libro_john_sellars/
No hay comentarios:
Publicar un comentario