LA CAJA DE AHORROS SE QUEDA CON EL
CASERÍO, CON EL PISO Y CON LA PENSIÓN DEL ABUELO...
Las cajas y los bancos no se detienen
ante casi nada cuando los propietarios de una casa dan muestras de debilidad y
dejan de pagar alguna cuota del préstamo hipotecario
“Por una deuda
hipotecaria, el banco o la caja se puede quedar el piso, más la casa de un
avalista, embarga la pensión y todavía le falta dinero”. José María Erauskin,
abogado de Stop Desahucios Gipuzkoa, tiene que lidiar casi a diario con este
tipo de situaciones. “Aunque algunos son conscientes de que están firmando
cláusulas abusivas en el préstamo hipotecario, están tan necesitados que no pueden
hacer otra cosa. Saben que ellos mismos se ponen la soga al cuello”. El abuso
de los bancos y cajas llega al punto de que “no se detienen ante casi nada
cuando se trata de cobrar una deuda hipotecaria”, denuncia Erauskin.
Este es el caso
real de una familia que se las tenido que ver con la voracidad de la Caja Rural
de Navarra y que lo ha llevado directamente Erauskin. “La familia solicitó un
préstamo de 360.000 euros para remodelar un caserío en Lesaka. La Caja Rural de
Navarra tasó en 260.000 euros el caserío y en otros 60.000 euros el terreno. En
total, 320.000 euros. Parece obvio que, si vale 320.000 el conjunto y la
familia va a invertir otros 360.000 euros, el caserío va a valer más que la
tasación original. Sin embargo, a efectos de tasación la caja pone 180.000
euros en las escrituras”.
¿Cuál es la
trampa? “Pues que cuando la familia no puede hacer frente al préstamo que ha
pedido de 360.000 euros, la caja ejecuta la hipoteca por 180.000 euros, el
valor que ella decidió de manera unilateral poner de tasación en las
escrituras, y al final se termina quedando el caserío por 108.000 euros”.
Pero aún le falta
dinero hasta completar los 360.000 euros del préstamo. Entonces, la Caja Rural
de Navarra va a por el avalista, padre de una de las personas que solicitó el
préstamo. El avalista tiene 84 años y un piso de su propiedad en San Sebastián,
tasado en 220.000 euros. La Caja se adjudica ese inmueble por el 70% de su
valor (es decir, 154.000 euros).
La caja ya se ha
quedado con el caserío (incluida la reforma) y el piso del avalista muy por
debajo del valor real del mercado, pero le sigue ‘faltando’ dinero para
completar lo que ella prestó. Así que embarga la pensión del abuelo. “Al final,
por un préstamo de 360.000 euros la Caja Rural de Navarra se ha quedado con un
caserío tasado en 320.000 euros y con una remodelación de otros 360.000, con un
piso valorado en 220.000 euros y con la pensión del abuelo. Un auténtico
abuso”, lamenta Erauskin.
Una de las
‘trampas’ reside en la jugada que hizo la Caja Rural de Navarra con la
tasación. “Todo consumidor cree que el valor de tasación es el que va a ir a la
escritura y, por lo tanto, a veces ni se lo lee. Independientemente del valor
de tasación, que fue de 320.000 euros, la entidad puso por su cuenta en la escritura
180.000 como si lo hubiera pactado con la otra parte y estuviera de acuerdo.
Pero en realidad con el cliente nunca han hablado de eso”.
Cambiar la tasación, norma habitual
Cuando Stop
Desahucios Gipuzkoa llevó el caso a los juzgados y el juez interrogó al
director de la oficina por qué había puesto en la escritura un precio de
tasación diferente al real señaló que “eso son cosas de arriba [en referencia a
la dirección de la entidad]; la tasación no es cosa de las oficinas. Los que
redactan los contratos lo cambian”. Así lo explica Erauskin, quien enfatiza que
se trata de “una norma habitual en Caja Rural de Navarra”.
Stop Desahucios
Gipuzkoa ha conseguido anular varias cláusulas abusivas del contrato, como el
correspondiente al interés de demora, al avalista y a la tasación. “Hemos
salvado la ejecución del piso del abuelo porque no hay valor de tasación. ¿Cómo
se va a ejecutar? Hay que archivar la ejecución y la entidad tendrá que
reclamar lo que le debe por otro procedimiento, pero no por ejecución. El abuelo
ya es ajeno al préstamo”.
El
resumen es que por una deuda la caja se puede quedar con el inmueble que vale
más que la deuda, más un segundo piso y hasta con la pensión de algún avalista.
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